Thread by @monicanienor

Vamos a hablar de un triunfo en piedra, de la belleza, de la proporción, la armonía, la gracia...
Vamos a hablar del cuerpo renacentista de la GIRALDA, y es que, algo tendrá el agua cuando la bendicen.
#SomosRenacimiento
¡DENTRO HILO!
📸@danielvsag

En el hilo anterior vimos cómo el arquitecto Hernán Ruiz el Joven era nombrado en 1557 Maestro Mayor de la Catedral de Sevilla, pero no comenzará la que quizá sea su obra más famosa hasta 1560. Habían pasado casi 160 años desde que se comenzó la catedral.

En 1555, Diego de Vergara, había dado una traza para rematar el alminar almohade: un tejado piramidal a cuatro aguas de madera dorada.
¿En serio? ¡Diego, por Dios, que estamos en el siglo XVI!

📸Jiménez, A. y Cabeza, J.M., Turris Fortissima. Documentos..., Sevilla, 1988.

Hernán Ruiz, en cambio, venía de estudiar y ensayar su tipología de cuerpos de campanas en su Córdoba natal como vemos en las torres de Pedroche, de San Juan Bautista en Hinojosa del Duque o la de San Lorenzo en Córdoba capital.
Quis nisi tu?

Hernán Ruiz nos ofrece una solución magistral trazando un remate dividido en cuatro cuerpos más la escultura, que la elevan hasta los 104 metros.
La torre es campanario, reloj, almenara, rige la vida temporal y espiritual de los ciudadanos y arde de gozo en las fiestas

De esos cuatro cuerpos, el primero es el de campanas. Hernán Ruiz lo configura mediante una serliana (siempre Serlio) articulada en orden toscano, que duplica los vanos laterales adintelados. El vano central se corona con un frontón de triple inflexión.

El segundo cuerpo, o del reloj, se configura como un arco triunfal también articulado en toscano. Hernán Ruiz tiene muy clara la perspectiva desde la que se verá su obra, así que lo levanta sobre un basamento que salve las limitaciones perspectivas.

El tercer cuerpo, llamado del pozo o de las estrellas es una nueva mirada al mundo clásico: un tholos, levantado sobre pilastras. Tras el triunfo del segundo cuerpo, la perfección del círculo, la planta renacentista por excelencia.

El cuarto y último cuerpo es llamado de las carambolas por las esferas que articulan su base. Prescindiendo ya de cualquier orden, este pequeño tolos se curva hacia dentro para ser rematado por un penacho o cupulilla coronada.

La exacta proporción de los cuatro cuerpos, la perfecta transición de planta cuadrada a circular, su desarrollo telescópico, es lo que nos subyuga. Aquí es donde entendemos conceptos renacentistas como la medida, la proporción, el equilibrio y la gracia. Una lección en piedra.

Pero ahí no queda todo. La Giralda no es solo una obra maestra de arquitectura, no solo un alarde constructivo. Esta maravilla nos habla de victorias, de triunfos, de la Fe, de la Antigüedad, del Mal y del Bien.
Sólo tenemos que escucharla. Sigamos pues.

Según Nieto Alcaide, el cuerpo renacentista es trasunto de la torre de los vientos ateniense que describiera Vitruvio e imaginaran los primeros editores del "De Architectura", fra Giocondo (1511, Cesariano (1521) y Daniele Barbaro (1556).

Ocho relieves representarían los ocho vientos, y un Tritón de bronce coronando el conjunto, sería la veleta que marcase el viento dominante.
Ahora, miremos los ocho mascarones del cuerpo de las estrellas de la Giralda, y el Tritón de bronce reconvertido en imagen de la Fe.

Hay más. Las bolas de bronce perforado sobre las que hoy se asientan las azucenas (que son un añadido de 1751) son descritas como "eolípilas", un ingenio vitruviano giratorio para estudio de los vientos.
En la Giralda iban coronadas con candelabros donde encender fuegos festivos.

Pero hablamos de Renacimiento, es necesario establecer una "Concordatio" entre el saber clásico y el bíblico. No son vientos paganos sino vientos mensajeros de Dios, símbolo del triunfo de la Fe y castigo divino según las Sagradas Escrituras.
Durero, Libro del Apocalipsis.

Hoy los vemos en bronce, pero estaban dorados con pan de oro de tal modo que "que con el sol resplandecen admirablemente y las mismas luces parecen más con la luna".
Mal Lara, Recebimiento que hizo la … Ciudad de Seuilla, a la C.R.M. del Rey D. Phelipe, 1570.

Hay 60 relieves entre mascarones, querubines y profetas. Lo que no podemos imaginar hoy es que también había frescos ascendiendo sobre el cuerpo de la torre, que seguían el programa iconográfico del canónigo Francisco Pacheco.

Luis de Vargas pintó hasta 75 escenas (Anunciación, Santos Isidoro y Leandro, Santas Justa y Rufina, una Deésis, apóstoles, prelados sevillanos y Doctores de la Iglesia) que hoy podemos intuir a través de representaciones posteriores.

Y al fin, rematando la alta torre, sobre una esfera de bronce conocida como la tinaja, la soberbia escultura broncínea de siete metros que gira con el vaivén de los vientos y los tiempos.
Modelada por Juan Bautista Vázquez el Viejo y fundida por Bartolomé Morel, es izada en 1568.

De nuevo la Concordatio renacentista. Este coloso, esta Minerva, esta Palas Atenea con casco, lábaro y palma, no es diosa gentil de la guerra ni la sabiduría; es, según propio cabildo, la "Fe, triunfo de la Iglesia", una Fe victoriosa, desvelada.
Para el pueblo, "Santa Juana".

Imagináosla dorada, con sus correspondientes encarnaduras (porque tenía partes policromadas), reluciendo entre el fuego de los 144 pebeteros para antorchas que había dispuestos en la torre.
Imagináosla cuando entró Felipe II en la ciudad...

Mal Lara nos habla de un "dragón grandísimo que con escamas verdes, las alas tendidas y la cola enroscada ardía bravamente esparciendo por cima de todas aquellas casas de los vecinos grande copia de voladores feneciendo cada uno su braveza en recio sonido".

Triunfo de la Fe, torre de los vientos, camino ascensional a la perfección, signo y símbolo de la gracia.

La Giralda no sólo se impone, no sólo guía, no sólo deleita.

La Giralda, habla.

Y este es su lema:

TURRIS FORTISSIMA NOMEN D(OMI)NI PROVERB.18

"Torre fortísima es el Nombre del Señor" (Proverbios, 18)

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