Thread by @leogarciamx

Es oscurantismo a lo que estamos entrando.
No sé si todo el mundo, o si en algunos lugares mayor o menor medida. Eso si, algunos países además es un estado distópico autoritario.

Y se esta construyendo sobre La Sociedad de la Ignorancia.

Lo más urgente sería entender que esto no empezó de ayer para hoy. Estamos viviendo la larga consecuencia de una serie de cambios sociales. La antropología diría que somos resultado de, al menos, lo que ha pasado durante las anteriores 3 generaciones. Todo el siglo pasado.

Antropológicamente somos el resultado de 3 generaciones. Si, hoy, ahorita, los presentes, vivimos ecos y consecuencias de los actos de la colectividad en la que vivieron, puesto en tiempo, nuestros abuelos.

La curva de cambios,sobre todo en el individuo y la forma de construir relaciones colectivas,cambió en los recientes 20 años lo que no había cambiado en los anteriores 80.En ambos casos,en ambos lapsos,el factor disruptivo ha sido la tecnología y en especial la de comunicaciones.

Obvio, el medio impreso empezó. Pero con la llegada del cine, el radio, y luego la televisión, el alcance de los medios se volvió masivo, popular, de fácil acceso. Pero con canales donde la comunicación NO era bidireccional.

Esos medios emitían, pero no escuchaban.

Una objeción habitual aquí es: "es que el radio o la tv si podías tener interacción", "se hacían estudios para decidir contenidos" y similares.

La diferencia es el alcance, penetración y RAPIDEZ con la que se da ese intercambio.

No era lo mismo hace 30 años cuando un programa daba un número de teléfono para llamar y luego el locutor o conductor leía las llamadas.Y ya, hasta ahí llegaba.Un poquito más adelante, el correo electrónico. Pero no podía existir un "dialogo" con el medio. Menos con los impresos.

La tecnología disruptiva son los dispositivos móviles y el internet 2.0, el "internet social". La tecnología que ha llevado al mundo de la comunicación y su contenido a recodificarse para pasar al formato de consumo de un usuario egocéntrico.

Ese usuario egocéntrico que dispone del contenido de todo el mundo en la palma de su mano. En una pantalla de unas cuantas pulgadas.
Pero eso igualmente ha reducido el tamaño de su visión del mundo, del conocimiento, del prójimo, y de la información.

Mucho de lo que estamos viviendo es resultado de hacer que todo este tan a la mano, tan al alcance, con el temible defecto de pasar primero y antes que nada por el filtro personalísimo del usuario.

El natural rechazo a lo que lo desafía, lo que lo cuestiona.

La manera más sencilla de mantenerse en ignorancia es confirmar una y otra y otra vez los supuestos. Y para confirmar los supuestos, todos esos códigos preexistentes que fluyen y se comparten sin límite entre usuarios afines, nada mejor que las cámaras de resonancia de las RRSS.

El internet móvil y la tecnología social digital no nos han aislado. Todo lo contrario. Es una era de hiperconectividad.

Pero lo que si han hecho es construir una forma colectiva de autoaislamiento por ensimismamiento.

Esos espacios donde los usuarios libre y voluntariamente se reúnen porque comparten rasgos de todo tipo, lo que les permite afirmarse, confirmarse y validarse. Aunque sea en el error, la ignorancia, el prejuicio y hasta en el desprecio al prójimo: en el fanatismo.

Esos espacios de existencia digital donde nada los desafía.
Donde no se acepta ninguna idea, pensamiento, postura, opinión, NADA, que sea discordante con el grupo. So pena de ser estigmatizado, repudiado y combatido.

Así en esos espacios, aunque no inician, encuentra refuerzo y amplificación las más descabelladas posturas sustentadas en cualquier cosa menos en razón o conocimiento.

Antivacunas, Terraplanistas, Racistas, Intolerancia religiosa.Tal vez pueden ser los más obvios de identificar.

Pero hay mucho más que puede encontrar lugar para construir cámaras de resonancia.

El problema, lo más interesante, lo más grave, es que el usuario promedio pierde la capacidad de autocritica para someter a juicio lo que pasa por sus ojos y darse cuenta de ese ensimismamiento.

Tal vez lo más difícil para un ser humano sea desafiar lo que da por hecho, lo que le permite tener los códigos necesarios para sobrellevar la realidad, su existencia misma.

Pero hay más implicaciones.
Para el ser humano la confianza suele construirse a partir de encontrar refuerzo y aceptación en elementos compartidos en el colectivo, en el grupo.

Necesitamos tener la seguridad que el otro piensa y actúa de una manera que nos resulte predecible.

De otra manera no hay certidumbre, no hay manera de tener una idea aproximada de la respuesta del otro, es decir, confiar.

Pero eso se mueve también en el colectivo. Y lo que hoy vivimos son tiempos de una incertidumbre no vista, tal vez en siglos.

¿Qué va a pasar? Estoy seguro que todos desde la perspectiva personal tenemos ideas de qué va pasar, pero lo sabemos apenas con un mínimo de certeza. O más bien, estamos en incertidumbre.

Se echa mano de la experiencia pasada para tener perspectiva de lo que viene, pero con demasiados elementos inciertos, con demasiadas interrogantes y situaciones en un constante cambio. Y eso también causa miedo, zozobra.

Una duda me ronda. Son tiempos de decisiones. La acción u omisión de esas decisiones hoy se miden en vidas perdidas. Muchas. Miles.

¿Vamos a aprender algo? Y de ser así ¿qué vamos a aprender?

En este preciso momento algo adicional que fluye por la red es una inmensa disonancia. La ya casi normal polarización de las narrativas tiene a uno de los extremos sujetándose con uñas y dientes en unas cuantas voces que no parecen tener elementos tangibles para sus dichos.

Hoy el mundo tiene mucho del poder que lo rige surgido de voces populistas, de influencia creada en la mera demagogia sin sentido ni razón.Y es a esa misma demagogia a la que uno de los extremos de la polarización se sujeta por mera afinidad. Por mera soberbia.Por mera necesidad.

En este momento de incertidumbre las decisiones que se tomen tendrán una influencia en el futuro como poco podemos entender en este momento.

El miedo que se esta viviendo hace que se necesite certidumbre y rumbo. Le llamaríamos esperanza.

Y quién construya una narrativa que, al menos en las palabras, parezca que ofrece esa esperanza, puede cambiar equilibrios y acomodos sociales profundos.

Aunque quienes lo hagan sean autoritarios y la esperanza que ofrezcan para el futuro sea aún más distópica de lo que ya veíamos venir.

El cambio de la incertidumbre cobijado por la forma de autoridad que limite, en apariencia, los riesgos, aunque en ello se lleve libertades.