En 1964 Jerome Kohlberg (cofundador en 1976 de KKR) y Walter Lufman (entonces banqueros de Bear Sterns) intentaron vender sus servicios de corporate finance a H.J. Stern, presidente de Stern Metals
Stern estaba apunto de retirarse y quería hacer caja con sus acciones, antes que ceder el control de su empresa a cualquiera de sus 4 hijos.
“Mi empresa] es como un violín. Y no estoy seguro de que ninguno de mis hijos tenga lo que hay que tener para tocar el violín”
Pero les puso 2 condiciones a Kohlberg y Luftman:
1. No quería vender a una gran compañía industrial
2. Quería hacer toda la caja de golpe, en vez de ir vendiendo progresivamente acciones en bolsa
Luftman y Kohlberg se quedaron perplejos. Las 2 formas típicas de vender un negocio, según el manual del buen baquero de corporate finance (venta a un comprador industrial y salida a bolsa), estaban vetadas.
Tras varios meses dándole vueltas, en la primavera de 1965 se les ocurrió una 3ª vía: un pequeño grupo de inversores liderado por Bear Sterns compraría la empresa por $9,5M. Los inversores pondrían $1,5M del precio y el resto lo pedirían prestado a bancos y aseguradoras.
Nacían los LBOs.... O al menos, según la versión de Jerry Kohlberg (que se enorgullecía de haber inventado los leveraged buyouts -olvidándose convenientemente de su compañero de equipo Walter Luftman-).
Pero la realidad es que ya en 1961 los directivos de la petrolera Anderson-Pritchard Oil compraron su empresa con un 80% de dinero prestado. Y en 1954 el financiero Charles Dyson había comprado Hubbard Co. con un nivel de apalancamiento aún mayor.
Y buceando en el tiempo se pueden encontrar aún más ejemplos de compras apalancadas.
En el fondo, la rentabilidad que ofrece el apalancando era muy fácil de entender, echando un vistazo a algo tan cotidiano como la compra de una vivienda con un préstamo hipotecario.
Así se lo explicaba ayer a una becaria de mi equipo: Imagínate que compras una casa por 100 y, al cabo de un par de años, la vendes por 120.
Si los 100 los pones íntegramente de tu bolsillo, la rentabilidad que obtienes es 1,2x (=120/100)
Pero si solo pones 20 y los 80 restantes los financias, la rentabilidad de tu inversión cambia espectacularmente.
Es verdad que tendrás un gasto financiero adicional (pongamos 4), pero aún así, tu inversión inicial de 20 se habrá transformado en 36 (=120-80-4) o, lo que es lo mismo, un múltiplo de 1,8x vs 1,2x en el escenario sin apalancamiento.
Si lo analizamos en términos de Tasa Interna de Retorno (TIR), y asumiendo que la desinversión sucede en el año 2, en el primer caso (compra sin apalancamiento) la TIR es del 9,5%; mientras que en el segundo caso (apalancamiento del 80%), la TIR es del 34,2%.
En todo caso, Kohlberg se adjudicó el mito de la invención de los LBOs y, cuando en 1976 dejó Bear Sterns (junto con sus discípulos Henry Kravis y George Roberts) para fundar KKR, la nueva firma mantuvo su pedigrí como inventores de las compras apalancadas.
Y el resto es historia.
El extracto del tuit inicial proviene del libro “Merchants of Debt: KKR and the mortgage of American Business” de George Anders (1992)
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
Voy a hablar de SAFEs. Para aquéllos que no sepáis lo que es un SAFE son las siglas de Simple Agreement for Future Equity (Contrato Sencillo para Capital Futuro)
En pocas palabras se trata de un instrumento (un contrato) por el cual un inversor entrega dinero a una compañía a cambio de acciones nuevas que se emitirán en un futuro, cuando la compañía cierre una ronda de financiación
O sea, algo muy similar a lo que los americanos llaman “convertible notes” y que aquí denominamos coloquialmente “notas convertibles” (que, en realidad, no son otra cosa que préstamos convertibles en acciones)
La compra de Beatrice (corporación dueña de marcas como Avis, Samsonite, Tropicana y Playtex) por KKR (1986) fue en su momento el mayor LBO de la historia ($6B). Los banqueros (y el propio KKR -“Yo soy el banco de inversión”-) se repartieron $248M en honorarios, algo nunca visto
El banquero Martin Siegel de Kidder Peabody cuantificó sus servicios en $10M, pero KKR estaba tan contento por el trabajo que había realizado que acordó pagarle $12M.
Y es que no hay nada más gratificante para un prestador de servicios que su cliente le reconozca su trabajo de forma efectiva (consejo para clientes satisfechos)
En el bajo Manhattan de Nueva York, entre Broadway y el East River, se extiende una calle de 8 manzanas que se ha convertido en el centro financiero del mundo: Wall Street.
Muchas veces, cuando se habla de Wall Street, se tiende a hacer paralelismos con la jungla. Y no es para menos, pues la jerga financiera está plagada de nombres de animales con diversos significados
El más conocido probablemente es el TORO (bull), que hace alusión a un mercado alcista, donde los precios de los valores suben constantemente y el dinero fluye a la bolsa.
Hace algún tiempo que no hago un hilo sobre de contratos de M&A, así que hoy voy a explicar qué es un earnout, para qué sirve y qué cosas hay que tener en cuenta a la hora de negociar cláusulas de earnout
En un contrato de compraventa de empresa, el earn out es una parte del precio de compra que se sujeta al cumplimiento de determinados hitos (normalmente financieros), que se verificarán con posterioridad al cierre de la compraventa
Se trata, por lo tanto, de un precio contingente (que puede devengarse o no), sujeto a una o varias condiciones suspensivas. Si se cumplen las condiciones, se paga; si no se cumplen, no se paga.
A nadie le gusta perder dinero, pero es legendaria la aversión de Steve Scharzman, cofundador y CEO de Blackstone, a las pérdidas. El libro King of Capital está plagado de ejemplos
1. A pesar de ser un empresario en un sector de riesgo (private equity), Schwarzman reconoce abiertamente que perder dinero es un fracaso y a él no le gustan los fracasos
2. En 1989, Blackstone eligió el peor momento para crear un departamento de arbitraje y dotarlo con $50M. Con el crash bursátil de octubre perdieron un 8%. Scharzman la cabeza a todo el equipo
Una lista de todas esas cláusulas que los abogados ponemos (y negociamos) en un pacto de socios que nunca (o prácticamente nunca) se ejecutan. Cito algunas:
1. Derechos de adquisición preferente (RoFR): En el 99% de los casos en los que se prevé una venta de acciones en secundario, se pide a todos los socios que renuncien a sus derechos de adquisición preferente, para evitar tener que pasar por el procedimiento del pacto de socios
2. Derechos de acompañamiento (tag-along rights): Idem.