Thread by @Guille_Nicieza

Tras los fracasos en las Azores, Coruña y Lisboa, Isabel I de Inglaterra había enviado una gran flota de castigo mandada por su favorito el conde de Essex para atacar las costas españolas, con la ayuda de los rebeldes holandeses. Pero Martín de Padilla les haría frente. Hilo.

Las sucesivas campañas inglesas de 1589 y 1591 había resultado catastróficas en sus objetivos de asaltar la flota de Indias, tomar las islas Azores, y saquear Coruña y Lisboa. Sin embargo, la reina Isabel había autorizado a su consejo organizar otra escuadra para hacerse a la mar

A finales de agosto de 1591, una flota inglesa, con el apoyo de los rebeldes holandeses de las Provincias Unidas que en aquellos momentos libraban una costosa guerra contra España, compuesta por 35 naves apareció en las costas de Almería, cerca del cabo de Gata.

Su objetivo, aunque poco claro, era atacar las costas españolas de Levante, saquear los puertos y volver con el rico botín a Inglaterra para sufragar posteriores empresas contra la Corona Hispánica. Esta costa no estaba tan bien defendida desde la derrota otomana en Lepanto.

El plan posiblemente hubiera triunfado si no llegar a ser por el destino, ya que en aquellos momentos la mayor parte de la flota española se concentraba entre Cádiz y el litoral norte, defendiendo las aguas del Atlántico, más proclives a los ataques corsarios ingleses que el sur.

La batalla ocurrió cuando la flota española del adelantado, Martín de Padilla, que regresaba de vuelta de su viaje a la República de Venecia a España con bienes comerciales de gran valor, avistó una flota angloneerlandesa en las aguas de Almería, la costa suroriental de España.

Don Martín de Padilla y Manrique era un afamado marino español, que había ganado prestigio a las órdenes de don Juan de Austria tomando parte en la batalla de Lepanto, en 1571, como capitán de un galeón donde se destacó con su valor capturando 4 galeras turcas y hundiendo otras.

También había participado en la defensa de Lisboa de la Contraarmada de Drake, donde con sus barcos había hundido 4 naves a la armada inglesa. Por sus muchos y buenos servicios se le nombró en 1587 conde de Santa Gadea y Adelantado de Castilla, también era el VII conde de Buendía

Al ver las velas inglesas, don Martín ordenó a la flota española poner rumbo directo a las naves enemigas e iniciar su caza. Las naves españolas embistieron con tal intensidad que la flota inglesa solamente pudo abandonar el combate en el que participaba, dándose a la fuga.

A pesar de que las fuerzas españolas eran inferiores, unos 20 navíos, en la persecución capturaron unos 20 navíos holandeses y 3 ingleses, siendo la mayoría del resto de buques de la escuadra combinada angloholandesa gravemente dañados en la huida y el combate.

Por otro lado, las pérdidas del bando español fueron mínimas, de hecho, se dice que no sufrieron ninguna baja. Tras la batalla, la victoriosa flota española de don Martín de Padilla entró al puerto de Almería con los barcos capturados y sus tripulaciones protestantes presas.

Sin embargo, esta batalla del cabo de Gata o del golfo de Almería sería solo una escaramuza para don Martín, teniendo en cuenta que en 1597 se enfrentaría a una gran flota combinada, otra vez, angloholandesa, a cuyo mando iba el favorito de la reina Isabel I, el conde de Essex.

Don Martín había generado tanta antipatía en tierras inglesas que la reina había ordenado fletar una ambiciosa expedición, con el apoyo de los rebeldes de las Provincias Unidas, contra la Armada española, que entre los distintos objetivos tácticos y militares, uno era destruirle.

Don Martín de Padilla se encontraba en el puerto del Ferrol, cuando, entre junio y julio de 1597, una fuerza naval de 120 a 150 naves y 17.000 a 20.000 hombres, entre los cuales 6.000 eran soldados, zarpaba de costas inglesas para ocupar las posesiones españolas en las Azores.

La expedición estaba dirigida por Robert Devereux, conde de Essex como almirante y general en jefe, Thomas Howard, conde de Suffolk como vicealmirante, y Walter Raleigh como contraalmirante; mientras que la escuadra holandesa estaba comandada por Jacob van Wassenaer Duivenvoorde.

Otros participantes fueron Henry Wriothesley, conde de Southampton (al mando del galeón Garland) y el barón Jacob Astley de Reading, y su objetivo principal era interceptar la Flota de Indias en su camino desde América a su paso por las Azores, repetitiva obsesión inglesa.

Las flotas españolas no estaban en manos precisamente inexpertas pues estaban comandadas por Martín de Padilla, Alonso de Bazán, Diego Brochero y Pedro de Zubiaur, y la Flota de Indias estaba dirigida por el almirante Juan Gutiérrez de Garibay, todos ellos foguedados marinos.

La campaña, que duró de junio a finales de agosto, tuvo lugar en Plymouth (al ser interceptada por una flotilla española) y después en el Océano Atlántico, Golfo de Vizcaya, Mar Cantábrico, Ferrol y las Islas Azores, si bien el resultado fue un gran fracaso para Inglaterra.

A las grandes pérdidas navales y económicas para Inglaterra, hubo que sumar el mantenimiento de paso franco para la Flota de Indias en las Azores, con seguridad para los navíos españoles procedentes de América. La flota holandesa consiguió volver, aunque con grandes pérdidas.

La expedición se consideró la última gran campaña naval de Isabel I, y el fracaso de Essex en la captura de la Flota de Indias y en la ocupación de las Islas Azores contribuyó a su progresiva pérdida del favor de la reina, junto a las recriminaciones mutuas entre Essex y Raleigh.

Posteriormente, tras la fallida campaña militar contra los rebeldes irlandeses durante la guerra de los nueve años en 1599, Robert Devereux, II conde de Essex, de quien se decía era amante de Isabel I, conspiró contra la reina y fue ejecutado por traición, decapitado en 1601.

En cambio, don Martín de Padilla seguiría leal a su rey y dando victorias a España. En 1601, volvería a las aguas de Almería a vencer a una escuadra holandesa apoyada por piratas franceses y un pirata escocés, confirmándose como uno de los más valerosos marinos de la época.

Desgraciadamente no existen, o al menos no he encontrado, retratos o representaciones de don Martín sin ser ello óbice de su gran valor.

Cuadros y láminas muy variados, de época en algún caso.

Gracias por leer.

Nota: sobre ambas campañas hay muy poca bibliografía, incluso en las fuentes inglesas, y es difícil precisar los movimientos y actuaciones en las batallas, lo mismo con las bajas y pérdidas . Por ello, prefiero no interpretar y sólo exponer los hechos tal y como se conocen.