Thread by @Nopanaden

Fue hace un par de días.
Con un niño que lloraba hasta que sentimos frío y paz.
El crío miró hacia su derecha.
Su madre se extrañó.
- ¿Qué le habéis puesto?
- Nada - dije.
La enfermera tomó la muestra de sangre y seguimos con nuestro trabajo.
Algo acababa de pasar...

Estuve varios días pensando en lo ocurrido.
María, enfermera, más de treinta años en el servicio, evitaba mis preguntas.
Hasta que al terminar una mañana de asistencia cerró la puerta.
Se sentó delante.
Y comenzó a hablar...

Me contó que el hospital era en inicio un asilo.
Fundado por una marquesa y destinado al cuidado de niños enfermos o sin padres.
Muchos de ellos pasaban la infancia allí.
Algunos regresaron después de dejar sus paredes.

Se inauguró en 1881.
La marquesa de Santoña puso lugar, dinero y ganas.
El primer centro donde solo niños se aceptaban como enfermos.
El origen de las especialidades pediátricas.
En este vídeo podéis ver un resumen.

Con el paso de los años los pasillos se llenaron de críos.
Algunos tenían padres.
Otros aparecían en la puerta tras un ruido o un rumor.
Solos y mirando fijamente a quién les recibía.

Un día de 1945 en la puerta principal alguien llamó a la puerta.
Con una sonrisa, sin hablar y una papel en el que se podía leer su nombre.
Margarita.
Nada más.

Margarita pasó a formar parte de la familia de niños que vivía en el asilo.
Comía poco.
Nadie escuchó nunca su voz.
Apenas molestaba en clase.
Todos la querían.

Margarita pasaba mucho tiempo con las monjas.
Las ayudaba en los cuidados y tenía una mano excelente con los más pequeños.
Lograba que dejaran de llorar.

Para hacerlo acercaba su rostro al del niño o niña.
Después parecía susurrarles algo.
Los niños miraban fijamente a Margarita y quedaban callados.
No fallaba nunca.
Era paz.

Pasaron unos años y Margarita fue ganando independencia.
Seguía sin hablar pero las monjas y los médicos confiaban en ella como en otro más del personal.
Ella terminó los estudios y se formó como enfermera.

Mantuvo su excelente capacidad para apaciguar a los niños.
Era su don.
Una noche de noviembre de 1956 todo cambió.

El edificio, de vigas de madera, sufrió un incendio en una de sus alas.
Todos escaparon y los bomberos, mientras apagaban el fuego, no escucharon voces pidiendo ayuda.
Las mangueras lamieron con agua helada las paredes.
Nadie echó de menos a Margarita hasta que salió el sol.

Tras aquello tristeza y pena se dieron de la mano.
El hospital recuperó su arquitectura pero los pasillos mostraban el vacío del que pierde un motivo.

Una año más tarde, en 1957, Madrid se vio azotada por la epidemia de poliomielitis.
El asilo del Niño Jesús comenzó a recibir afectados por la terrible enfermedad.
Niños que necesitaban de muchas pruebas.
Llanto intenso y permanente ahí atrapado.

Uno de aquellos críos se encontraba en la fría mesa de quirófano.
Necesitaban tomar una muestra de sangre y la única forma posible era el uso de cirugía.
Una venotomía.

Este era un procedimiento doloroso que necesitaba cortar la piel y separar los tejidos hasta la vena femoral.
Solo se hacía en casos excepcionales.
El niño observaba aterrado a los presentes.
Imposible contener su pena.
Hasta que hubo silencio.

Cirujanos y personal sanitario percibieron algo.
Como calma fría.
El niño parecía mirar a uno de su lados.
Se giró y cerró los ojos.
Y musitó algo con sus labios.
Se calló.

Se realizó el procedimiento.
Después nadie habló a excepción del niño.
Dijo que había seguido las instrucciones que alguien le dio.
Una enfermera sin rostro estuvo a su lado.

No creyeron al niño que terminó por recuperarse completamente de su enfermedad.
En los últimos días de tratamiento su padre quiso inmortalizar la estancia de su hijo en el hospital.
Hizo una fotografía que tardó varios días en revelarse.
La regaló al archivo.
Es esta.

A partir de aquel momento los eventos relacionados con niños y niñas que se calmaban sin explicación comenzaron a repetirse.
En todos la misma sensación extraña.
Frío.
Paz.
Silencio.

Y eso, finaliza María, ha durado hasta hoy.
Una leyenda que se transmite de unos a otros pero que no se cuenta a ningún niño.
Pero los niños hablan de ella.
La ven y la escuchan aunque no parece hablar.
Saben que está para ayudar.

María terminó la historia.
Se levantó, abrió la puerta y me deseó buen fin de semana.
Tras unos momentos solo, me levanté y cambié para ir a casa.

Antes de salir del hospital grabé el vídeo que véis en el tuit.
Si os fijáis termina con una foto.
Es la que ese padre regaló hace más de cincuenta años al hospital.
Entonces he comprendido.

https://twitter.com/Nopanaden/status/1322568303135629313?s=20

Al mirarla de cerca, al fijarme en una de las enfermeras detrás de uno de los niños sentí cierto frío.
Y también calma.
Me giré muy despacio.
Murmurando con los labios hasta sentir cierta paz...

PD: todas las fotografías de este #HiloYTal son auténticas. Os ruego que no contéis el final. Porque puede que sea todo cierto.
O no.

PPD: pasad buen #Halloween y leed esta historia mejor en casa 😉🙃

PPPD: como veo que se está compartiendo mucho el hilo aprovecho para recomendaros el libro de la foto, #GeografíaDeLaLocura de @Javisburgos. El autor es bueno pero el libro es mejor.