Thread by @Guille_Nicieza

La primera mujer infante de marina del Mundo fue española y sirvió en el siglo XVIII en los Batallones de Marina de la Real Armada; condecorada y ascendida a sargento 1º por su valor y arrojo en la batalla del cabo de San Vicente. Ésta es su historia: doña Ana María de Soto. Hilo

Hija de Tomás de Soto y de María de Alhama, doña Ana María nació el 16 de agosto de 1775 en la localidad cordobesa de Aguilar de la Frontera, y a los 18 años, en 1793, se alistó como soldado en la 6ª compañía del 11º batallón de Marina, la Infantería de Marina española.

Los Batallones de Marina eran el cuerpo de infantería encargado de la defensa de los buques de la Real Armada, ascendiente de nuestra Infantería de Marina y heredero de los Tercios Viejos del Mar de Nápoles, donde sólo servían los más arrojados y valientes infantes españoles.

En el siglo XVIII en los Ejércitos del Rey y la Real Armada sólo podían servir hombres, que era reclutados por los pueblos al pasar representantes del ejército para alistar voluntarios. Doña Ana María, de familia humilde, decidió enrolarse para escapar de su pobre futuro.

Tras cortarse el cabello, haciéndose pasar por hombre, bajo el nombre de Antonio María de Soto se alistó. Se sabe que tenía al menos un hermano sirviendo, y ésta fue posiblemente la causa por la que decidió servir, además de que España estaba en guerra y necesitaba soldados.

También se dice que siempre había querido viajar y ver el mar, lo que pudo suponer otro incentivo para alistarse en la Armada y no en otro cuerpo. En enero de 1794, Antonio María de Soto ya aparece embarcado en el libro de guarniciones de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes

Embarcó en la fragata NSª de las Mercedes el 4 de enero de 1794.
Durante su vida militar en la 6ª compañía del 11º batallón de marina participó en el ataque a Bañuls (sic) (¿Banyuls-sur-Mer?), en Cataluña y en la defensa y abandono de Rosas, entre otros combates menores.

Sería el 14 de febrero de 1797 en la batalla del cabo de San Vicente, en el extremo occidental de la costa portuguesa del Algarve, cuando se haría notable por su arrojo y valor en el combate. España se encontraba en aquel momento atada como aliada a la Francia revolucionaria.

Todo ello merced al Tratado de San Ildefonso, que la comprometía a enfrentarse a Inglaterra en el marco de las Guerras Revolucionarias Francesas. La escuadra española, estaba formada por 24 navíos de línea, 7 fragatas y un bergantín, con un total de 2638 piezas de artillería.

La escuadra partió de Cartagena en febrero de 1797 al mando del teniente general José de Córdova, y entre los buques de la flota española se encontraba el Santísima Trinidad, entonces el mayor buque de guerra, con 136 piezas y el único con 4 baterías de artillería en sus puentes.

Poco antes de su llegada a Cádiz fueron sorprendidos por un fuerte temporal, al tiempo que la flota inglesa, con 15 navíos de línea, 4 fragatas, 2 balandros y un cúter, con un total de 1430 cañones y al mando de John Jervis, interceptaba a la escuadra española.

Al amanecer del día 14, los barcos de Jervis se encontraban en posición para enfrentarse a los españoles y viceversa. Su inferioridad numérica era notoria pero suponía ya mayor riesgo para los ingleses tratar de evadirse que enfrentarse a la escuadra española.

Por esto Jervis decidió atacar para tratar de impedir que la escuadra española se uniera a la flota francesa que les esperaba en Brest. Para ventaja de los ingleses, la escuadra española estaba formada en dos grupos tácticamente mal dispuestos para el combate.

Sin embargo, los ingleses conservaban la línea, por lo que Jervis, gran táctico, ordenó a su flota que pasara entre ambos grupos, lo que optimizaría el uso de los cañones de sus barcos, mientras impedía que la flota española pudiera usar todos los suyos.

Horatio Nelson, que había sido transferido al HMS Captain, desobedeciendo las órdenes de su almirante en jefe se dirigió hacia la retaguardia de la línea española aislándola del resto de la formación (maniobra que haría en otras batallas y que ya está explicada en su hilo).

Cabe destacar en la batalla la acción valerosa del granadero Martín Álvarez Galán en el San Nicolás de Bari, que tras acribillada su doración y sin oficiales, el infante defendió la bandera del buque e impidió que fuera arriada hasta ser gravemente herido y dado por muerto.

Otra actuación famosa y notable fue la de Cayetano Valdés, al mando del Infante don Pelayo, que acudió en su socorro cuando el ST Trinidad ya había arriado su bandera y, se dice, amenazó al buque insignia de Córdova con cañonearlo si no izaba de inmediato el pabellón español.

Sin embargo, menos conocida es la acción de Ana María de Soto en el NSª de las Mercedes donde no sólo se batió con bravura y arrojo frente al enemigo sino que incluso pudo haber salvado la vida a uno de los oficiales de su buque (aunque esto último no está muy claro).

La batalla acabó con una derrota para España, aunque de los 24 navíos de línea con los que contaba la escuadra, sólo entraron en combate 7 naves, perdiendo 4. Otros 4 buques de la flota quedaron muy seriamente dañados. La batalla costó la vida de 200 hombres por parte española.

Otras fuentes cuentan 390 muertos (la diferencia naufragados posiblemente) y 454 heridos. Por su lado, los británicos apresaron los navíos San José, Salvador del Mundo, San Nicolás de Bari y San Isidro, aunque tuvieron 193 muertos y 397 heridos.

En la posterior retirada española, algunos barcos pusieron rumbo hacia Cádiz, mientras que otros lo hicieron a Algeciras. El grueso de la escuadra española entró en Cádiz el 3 de marzo. A consecuencia de la derrota, don José de Córdova tuvo que enfrentarse a un consejo de guerra.

Sin embargo, doña Ana María sigue sirviendo como infante hasta el 7 de julio de 1798, esta vez en la fragata Matilde. A pesar de haber salido prácticamente ilesa de los combates, en un reconocimiento médico rutinario se descubre su condición de mujer, tras 5 años sirviendo.

A pesar de que esto era delictivo, S.M. el Rey le concedió “en atención a la heroicidad demostrada y a su acrisolada conducta”, el 24 de julio de 1798, el sueldo y grado de sargento 1º, para que pueda atender a sus padres. Siendo licenciada con honores el 1 de agosto de 1798.

El sueldo era de dos reales de vellón diarios, y asimismo se le autorizaba a emplear los colores de los batallones de marina y las divisas de sargento de los mismos en sus ropas de mujer en su vida diaria, cosa que no se concedía a los varones una vez en la vida civil.

Resulta extraño que tras 5 años sirviendo como infante en buques de guerra, nadie, ni compañero ni contramaestre u oficial se hubiesen dado cuenta de su condición, mas parece que pese a saberla, la camaradería y el valor bajo el fuego pesaron más en éstos que su sexo.

Hasta aquí el hilo de hoy, espero que les haya gustado.

Láminas de Carlos Parrilla y Ferrer-Dalmau.
Uniformes de José Mª Bueno.
Retrato de Amparo Alepuz.

Gracias por leer.