Si pensamos en la línea C de subtes seguramente nos vengan imágenes de sudor, mugre y unas ganas de salir de ahí cuanto antes. Eso a pesar de la decoración y mayólicas de sus estaciones, muy reconocidas. ¿Cómo era originalmente? ¿Qué perdió en el camino? Veamos.
La actual línea C fue la primera de las tres construidas por la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas (CHADOPyF), que en resumidas cuentas a pesar del nombre ibérico en realidad era nazi. Pero hizo honor a sus "orígenes" y decoró la línea con motivos españoles.
La estética de la línea recibió un cuidado exquisito. Si el Anglo y el Lacroze (actuales líneas A y B) habían decorado sus estaciones con azulejos y guardas de colores, la CHADOPyF dobló la apuesta: mayólicas con diseños específicos por estación, herrería ornamental, mármol.
Las estaciones intermedias tienen murales con paisajes de España, cada una con motivos específicos. Por ejemplo, Independencia tiene la frase "Sólo Alá es vencedor" en árabe. Avenida de Mayo tiene una curiosidad: un escudo español del período republicano, aunque sui generis.
Hablando de Avenida de Mayo, otra particularidad: en el centro de cada andén hay dos columnas. También tenían azulejos, pero se caían: sostienen el puente por el que pasan las vías de la línea A. Dejo foto de su colocación. Hoy las columnas están revestidas en fino machimbre.
En las puntas de los andenes se colocaron bocas de ventilación camufladas con rejas en estilo colonial. También los pisos de las estaciones intermedias se hicieron a juego, con teselas rojas de estilo andaluz, mientras que las líneas del Anglo y Lacroze tenían baldosones grises.
Hay una sola estación que no tiene decoración española: San Martín, que de hecho no tenía ninguna. Fue agregada a la línea un año después de su inauguración, construyendo una variante del túnel original. Subterráneos de Buenos Aires le colocó azulejos de baño a fines de los 60.
Las terminales, Retiro y Constitución, fueron realizadas en cambio en el estilo art déco en boga en la época (1934). Son prácticamente gemelas, aunque Constitución es más amplia. Cuentan con un cielorraso líneas geométricas, y las paredes y columnas revestidas en mármol.
Todas las estaciones tenían iluminación difusa: en el margen superior de los azulejos corría un plafón de estilo art déco que daba luz cenital. Toda la señalética tenía carteles retroiluminados de vidrio y chapa calada en la misma estética, como se puede ver en estas fotos.
En la estación Avenida de Mayo sobrevive oculto tras un cartel de publicidad un nomenclador original. Está bastante dañado y obviamente no funciona desde hace décadas. Las otras dos líneas de la CHADOPyF (D y E) tenían una estética similar y también quedan unos pocos resabios.
Las bocas de acceso a las estaciones recibieron igual atención ornamental. Cuentan con columnas metálicas art déco que sostenían originalmente un cartel calado retroiluminado con la palabra SUBTERRÁNEO. Las bases fueron también recubiertas con mármol travertino, hoy tapado.
¿Cómo llegamos al cocoliche que es la línea C? Lo primero en perderse fue la iluminación difusa, complicada de mantener. Sobrevivió hasta la aparición de los tubos fluorescentes en los 60, cuando también se instalaron carteles retroiluminados plásticos en lugar de los originales.
Algunas estaciones sufrieron cambios en los vestíbulos; sobre todo San Juan, muy modificada por la apertura de la Avenida 9 de Julio. Las adiciones posteriores pueden identificarse fácilmente porque no se respetaron los cuidados diseños de mayólicas de la CHADOPyF.
En estas escenas del filme El rufián (1961), de Daniel Tinayre, podemos ver el aspecto de la estación Constitución de la línea C por esos años, muy despejado y cercano al que tenía cuando se inauguró.
Los años 70 fueron una época negra en la historia argentina. También fue una etapa de marcada degradación estética a nivel urbano en general en Buenos Aires y en el subte en particular. Comparemos Constitución en 1968 (izquierda) con Retiro en 1978 (derecha), llena de tugurios.
Con todo, la línea llegó al final de la gestión estatal sin mayores daños. Hasta que Metrovías "modernizó": tapó la decoración con señalética, cambió los pisos, cubrió las paredes de San Martín con estuco y por sobre todo se robó el mármol de las columnas de Retiro: desapareció.
La desaparición del revestimiento de mármol en las columnas de Retiro –en Constitución sobrevive– fue una de las razones que motivó que en 1997 las estaciones históricas del subte fueran declaradas MHN, impidiendo modificar su estética. Pero Retiro y Constitución quedaron afuera.
En los últimos años el GCBA recuperó el control sobre el subte que había perdido con la concesión de 1994, aunque decidió mantener a Metrovías. En lugar de restaurar la decoración de Retiro, recubrió las columnas con venecitas de colores con mensajes motivacionales. Sí, eso.
En Constitución, el GCBA construyó la famosa superboca, obra de dudosa prioridad que contrasta con el abandono de la extensión del subte. No está mal, pero fue otro cambio que alteró la estética de la estación. Se perdieron varias columnas con mármol: las nuevas no lo tienen.
Bueno, esto fue "Cuando la línea C era linda", ¡y espero que les haya gustado! La próxima década la llamada línea de los españoles va a cumplir un siglo. Tiempo suficiente para devolverle su gloria. Les dejo hilo similar sobre la B, que la pasó peor:
Las fotos son del AGN, GCBA, y algunas recientes de @enelsubte y Wikimedia Commons, más propias. Las que tienen pinta de estar sacadas de un libro viejo son de "El Metropolitano de Buenos Aires. Una obra española en América", que pueden encontrar acá:
Bonus para quien llegue hasta acá y guste. En este video de Rolando Zurell se puede ver el aspecto que tenían las estaciones de la línea C en 1993, antes de la llegada de Metrovías. Al final se ven las columnas de Retiro revestidas con mármol negro:
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Hasta 1958 el suministro eléctrico en Buenos Aires estuvo controlado por dos empresas privadas, la Cía. Ítalo-Argentina de Electricidad (CIAE), que era suiza, y la Cía. Hispano-Argentina de Electricidad (CHADE), belga. Pero hablemos brevemente de su guerra de carteles luminosos.
Desde la década de 1920 la CHADE tenía carteles luminosos con vista a Plaza de Mayo montados sobre su sede de Balcarce 184, hoy incorporada al Palacio de Hacienda. En esta vista aérea de 1925 se puede ver que ya existe una estructura con alguna inscripción que no se llega a leer.
En estas vistas vemos el cartel que había hacia 1933-1934, dirigido a los clientes domiciliarios: "Electrifique y aumentará su confort". Al poco tiempo la CHADE se mudó a su nueva sede, el Edificio Volta sobre Diagonal Norte, aunque mantuvo el cartel luminoso en Plaza de Mayo.
¿Nunca se preguntaron por qué la boca de subte de Primera Junta tiene ese techito, tan inusual en Buenos Aires? Porque originalmente era parada de tranvías: es la última que queda en pie en la ciudad. El GCBA planea demolerla, así que está en peligro. Veamos un poco su historia.
La Plaza Primera Junta fue creada formalmente en 1908, aunque el espacio en sí existía desde hacía décadas. Desde 1889 funcionaba además el Mercado del Progreso. En 1914 llegó el subte: fue la terminal de la línea A hasta que en 2008 se inauguró la extensión a Puan y Carabobo.
La terminal del tranvía subterráneo (la actual línea A) se llamó Caballito hasta 1923 –por eso los carteles antiguos decían "a Caballito"–, año en que se pasó a llamar Primera Junta. Hasta 1926 los trenes luego salían a la superficie y continuaban hasta Rivadavia y Lacarra.
¿Por qué Buenos Aires tiene dos escudos? En los clásicos carteles verdes y en la papelería oficial vemos uno, el de los barcos, pero la bandera de la CABA tiene otro, el águila con la cruz. ¿De dónde viene cada uno? Veamos.
El primer escudo de Buenos Aires fue creado por Juan de Garay en 1580: "Un águila negra [...] con una corona en la cabeza, con cuatro hijos debajo, [...] con una cruz colorada sangrienta [...] que semeje la cruz de la Calatrava". Es el que aparece en la bandera de la CABA.
La cruz y la corona representaban para Garay "haber venido a este puerto con fin y propósito firme de ensalzar la fe católica y servir a la corona de Castilla y León". Los cuatro aguiluchos representarían las cuatro ciudades que la expedición de Garay estaba obligada a fundar.
Hace unos días hablamos de las estaciones fantasma del subte. Varios preguntaron sobre túneles secretos. También hay y de varios tipos: enlaces, cocheras y talleres, líneas que pudieron ser y no fueron, pero también verdaderos túneles fantasma. Síganme, no los voy a defraudar.
Hablemos primero del túnel de cargas del FC Oeste, que corre debajo de la línea A. Empieza poco antes de Once y sale en Puerto Madero. Fue construido entre 1912 y 1916, e incluso estuvo electrificado (ya no). De vía única, se sigue usando para traslados de material entre líneas.
¿Por qué es casi desconocido? Un acuerdo con la Compañía de Tranvías Anglo-Argentina le impedía al FCO competir con el subte, por lo que sólo se usó para cargas. Tuvo servicios de pasajeros después de la nacionalización de los ferrocarriles y en época de TBA.
Muchos metros del mundo tienen estaciones fantasma por las que alguna vez transitaron pasajeros y que hoy ven pasar los trenes en silencio. Algunas nunca llegaron a inaugurarse, otras fueron clausuradas. Buenos Aires también tiene las suyas y no una ni dos, sino cuatro. Veamos.
¿Nunca les pareció raro que Pasco y Alberti tengan un solo andén? Como sabrá quien las haya usado, cada una sólo recibe trenes en un sentido (Pasco a Plaza de Mayo y Alberdi a San Pedrito). Parece claro que siempre haya sido así: del otro lado de las vías está la pared.
Pero no. Hasta 1951, Pasco y Alberti fueron estaciones normales, con parada en ambos sentidos. Eso sí, siempre tuvieron los andenes desfasados. Los andenes clausurados estaban situados unos metros hacia Plaza Miserere en el caso de Alberti y otro poco hacia Congreso en Pasco.
¿De dónde salieron los barrios de Buenos Aires? ¿Son 100 o no? ¿Por qué algunos son oficiales y otros no? Por serio que hoy parezca vivir en Balvanera, hace 50 años nadie hubiera usado ese nombre. Y, en cambio, hubo muchos otros que quedaron en el camino. Veamos algunos ejemplos.
Hasta 1968/1972 los barrios porteños fueron convenciones sociales sin existencia formal. Para eso Buenos Aires se dividía en parroquias, circunscripciones, distritos escolares, etc. A principios de siglo hasta tuvo subintendencias: Flores, V. Sársfield, Belgrano y Boca-Barracas.
En 1972 el intendente Saturnino Montero Ruiz decretó que la ciudad estaría dividida en 46 barrios. Para eso revivió algunos nombres caducos y condenó al olvido a otros. Muchos quedaron como barrios "no oficiales". Es difícil explicar por qué Once no es "de verdad" y Balvanera sí.