Todo lo que necesitó don Carlos de Amésquita fueron 4 galeras y 400 de sus arcabuceros para llevar a cabo la empresa de castigo que le encomendó Felipe II, atacando las costas inglesas de Cornualles, haciendo huir a miles de soldados, y celebrando una misa antes de partir. Hilo.
En 1588 dio comienzo en Francia la guerra de los tres Enriques, que enfrentó al rey Enrique III, al duque de Guisa y a Enrique III de Navarra por la Corona de Francia. Tras la muerte de los dos primeros, Enrique de Navarra, protestante, se convirtió en rey.
Eso no podía ser tolerado por Felipe II de España, por lo que apoyó a la Liga Católica francesa y al papa Sixto V, que se negaron a reconocer a Enrique como rey de Francia. Los ingleses, como protestantes y enemigos de España por la guerra de 1585, apoyaron a Enrique de Navarra.
Al enviar Isabel I de Inglaterra tropas a Francia, Felipe II se vio obligado a enviar en 1590 un ejército español, para apoyar a los católicos franceses de la Liga, a Bretaña; al mando de las tropas iba don Juan del Águila, con don Carlos de Amésquita como segundo.
En 1595, don Juan del Águila, uno de los más notables generales del rey, decidió organizar una expedición de castigo contra Inglaterra. La expedición, conocida como Batalla de Cornualles, le fue encomendada a Carlos de Amésquita, un célebre oficial de los temibles tercios.
Don Carlos organizó 3 compañías de arcabuceros veteranos (unos 400 hombres), y zarpó el 26 de julio de Blavet (actual Port-Louis, Bretaña) en 4 galeras (Capitana, Patrona, Peregrina y Bazana) de la escuadra del almirante don Pedro de Zubiaur.
Después de recalar en Penmarch, desembarcaron en la Bahía de Mount, Cornualles, el 2 de agosto. Tras un breve intercambio de fuego, las milicias inglesas, de varios miles de hombres, piedra angular de la defensa en caso de invasión española, arrojaron las armas y huyeron.
El fuego disciplinado de los experimentados arcabuceros españoles hizo a los ingleses presas del pánico, pues los tercios tenían fama de ser los más diestros y letales con este arma entre las manos. Tras tomar la villa de Mousehole, Amésquita y sus tropas reembarcan en sus naves.
En dos días los españoles tomaron todo lo que necesitaban y asaltando las localidades de Mousehole, Paul, Newlyn y navegan dos millas más, después de lo cual desembarcan, toman y queman el fuerte de Penzance, desmontando la artillería de los fuertes ingleses y embarcándola.
Al final del día, celebraron una tradicional misa católica en suelo inglés, prometiendo construir una iglesia después de que Inglaterra fuera libre. Embarcaron de nuevo, arrojaron a los prisioneros por la borda y hundieron un buque de la Royal Navy que les había dado alcance.
Esquivaron la flota de guerra al mando de Francis Drake y John Hawkins que había sido enviada para expulsarlos y el 5 de agosto, un día después de zarpar de vuelta a Francia, se toparon con una flota holandesa de 46 barcos consiguiendo escapar no sin antes hundir 2 naves enemigas
El 10 de agosto, Amézquita y sus hombres desembarcaron victoriosos en Blavet, aunque previamente habían parado de nuevo en Penmarch, donde se llevaron a cabo algunas reparaciones. La expedición se saldó con sólo 20 bajas, todas ellas en la escaramuza contra los holandeses.
La expedición de Amésquita fue una de las pocas veces en que soldados españoles lograron desembarcar en Inglaterra, aunque no la única. El control de puertos en el canal de la Mancha, la debilidad de las tropas de tierra de Inglaterra y la veteranía española fueron claves.
Don Pedro de Zubiaur en 1597 fue nombrado Capitán General de la escuadra de navíos de la Armada, mientras que don Carlos de Amésquita siguió sirviendo en los tercios españoles junto a don Juan del Águila.
Hasta aquí el hilo de hoy, espero que les haya gustado. Ya queda menos para embarcarnos en la Gran Armada de 1588.
Láminas varias de Delfín Salas, Augusto Ferrer-Dalmau y Ángel García Pinto, entre otros.
Inglaterra estaba en bancarrota y la reina ordenó de sus favoritos Essex y Raleigh saquear la flota de indias y atacar a la armada española anclada en Ferrol. Pero hallarían su desgracia. La última gran expedición inglesa que sus historiadores han tratado de borrar. Hilo.
La última campaña de los corsarios Drake y Hawkins contra el Caribe español de 1595, se saldó con un auténtico desastre y la muerte de ambos. Pero al año siguiente, en 1596, la suerte favoreció a los ingleses, con la gran expedición angloholandesa que saqueó Cádiz.
Sin embargo la causa de la derrota española radicó más las en faltas propias que en las virtudes del enemigo. La guarnición de Cádiz era una milicia civil mal armada y poco disciplinada, muy inferior en número a la tropa inglesa desembarcada.
Hoy, 1 de diciembre se inaugura en Madrid el Hospital Isabel Zendal, enfermera en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de Balmis, cuidando y atendiendo a los 22 niños que llevaron la vacuna de la viruela a los territorios españoles de ultramar, entre ellos su hijo. Hilo.
Isabel de Zendal nació en el año 1771 en Santa Mariña de Parada, Órdenes, La Coruña. Su padre, Jacobo de Zendal, procedía de la parroquia de Santa Cruz de Montaos, y su madre, María Gómez, de la parroquia de Parada; ambos eran agricultores muy humildes.
Aunque existen hasta 35 versiones de su nombre, usaremos el de Isabal de Zendal. En su infancia era la única niña que iba a clases particulares con el párroco de su pueblo, muchos de sus hermanos habían muerto al nacer o a los pocos meses. A los 13 años murió de viruela su madre.
Francisco de Balmis, cirujano naval y médico honorario de la Corte de Carlos IV, emprendió tal día como hoy, 30-XI, una expedición por Filipinas y las Américas españolas para distribuir la vacuna de la viruela, una odisea que duró de 1803 hasta 1814. Hito histórico en la Medicina
Francisco de Balmis nació en Alicante el 2 de diciembre de 1753, en el seno de una familia de cirujanos, su padre y su abuelo también lo eran. Terminó sus estudios secundarios a los diecisiete años y comenzó su carrera en medicina en el Hospital Real Militar de Alicante.
Durante los primeros cinco años fue practicante a lado del cirujano mayor, empleo similar a profesor. En años después se trasladó a La Habana, y más tarde a la Ciudad de México, donde sirvió como primer cirujano en el Hospital de San Juan de Dios, grado equivalente a capitán.
Los corsarios Drake y Hawkins habían muerto en la expedición a Panamá, y lo que quedaba de la flota inglesa había puesto rumbo a la isla de Pinos para reparaciones y preparar su regreso a Inglaterra, pero allí se toparían con la escuadra de don Bernardino de Avellaneda. Hilo.
Tras las batallas de Canarias, San Juan de Puerto Rico y Panamá, y la muerte de Francis Drake y John Hawkins, habían perdido la vida 15 comandantes y capitanes ingleses y otros 22 oficiales, junto con 2500 soldados y marineros muertos, y otros 500 prisioneros.
En total casi las 3/4 partes de las dotaciones de la expedición, por lo que el oficial que quedó al mando de la flota inglesa, Thomas Baskerville, decidió poner rumbo a la isla de Pinos para realizar reparaciones y preparar el viaje de regreso a Inglaterra.
Tras el sonado fracaso de Drake en el asalto a Canarias y San Juan de Puerto Rico, el corsario ponía rumbo a Panamá con lo que quedaba de su flota, pero no contaba con que desde Lisboa había zarpado un escuadra de guerra española para interceptarle. El final de Drake. Hilo.
Los ingleses habían puesto rumbo a Panamá con el objetivo de establecer una colonia permanente desde la que amenazar las posesiones españolas en América, usándola como base de aprovisionamiento y refresco para saquear tanto puertos como las rutas marítimas y comerciales de España
Desesperados por la falta de víveres tras el fracaso de Canarias y San Juan donde no sólo no habían conseguido avituallarse sino habían sufrido bajas, desembarcaban en cada población española que veían, pero la noticia de su presencia ya se había difundido por todo el Caribe.
La escuadra corsaria de Drake y Hawkins había fracasado en Canarias pero ponía rumbo a San Juan persiguiendo a un galeón con un gran tesoro y su comandante había enviado aviso a España de su comprometida situación. Don Pedro Téllez de Guzmán, partió presto a su rescate. Hilo.
Don Sancho Pardo Osorio, comandante del galeón Nuestra Señora de Begoña, había conseguido arribar a duras penas a San Juan de Puerto Rico, transportando un gran tesoro valorado en 3 millones de pesos de plata, con la escuadra de Drake a su popa.
Tras tenerse noticia en la corte española del aviso de don Sancho, rápidamente se dispuso para el rescate una flotilla de guerra, al mando de don Pedro Téllez de Guzmán, formada por 5 pequeños buques de nuevo diseño, rápidos, maniobrables y con gran poder ofensivo: las fragatas.