Hoy, 1 de diciembre se inaugura en Madrid el Hospital Isabel Zendal, enfermera en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de Balmis, cuidando y atendiendo a los 22 niños que llevaron la vacuna de la viruela a los territorios españoles de ultramar, entre ellos su hijo. Hilo.
Isabel de Zendal nació en el año 1771 en Santa Mariña de Parada, Órdenes, La Coruña. Su padre, Jacobo de Zendal, procedía de la parroquia de Santa Cruz de Montaos, y su madre, María Gómez, de la parroquia de Parada; ambos eran agricultores muy humildes.
Aunque existen hasta 35 versiones de su nombre, usaremos el de Isabal de Zendal. En su infancia era la única niña que iba a clases particulares con el párroco de su pueblo, muchos de sus hermanos habían muerto al nacer o a los pocos meses. A los 13 años murió de viruela su madre.
Isabel, con 20 años, comenzó a trabajar en el Hospital de la Caridad de La Coruña que fuera fundado por Teresa Herrera, primero como ayudante y después como rectora. El 31 de julio de 1793 nació su hijo Benito, criándolo como soltera, aunque el padre podría apellidarse Vélez.
El 24 de marzo de 1800 comenzó su trabajo como rectora de la Inclusa y percibía un salario mensual de 50 reales y el pago en especie de una libra diaria de pan de harina fina. A partir de mayo de 1801 recibía 1/2 libra diaria de pan para su hijo y, desde agosto, 1/2 de carne.
El 14 de octubre de 1803 se publicó el decreto en el que se incorpora a Isabel de Zendal a la expedición de Balmis: “Conformándose el Rey con la propuesta de V.M. y del Director de la expedición destinada a propagar en Indias la inoculación de la vacuna, permite S.M. que...
la Rectora de la Casa de Expósitos de esa ciudad sea incorporada en la misma expedición en clase de Enfermera, con el sueldo y ayuda de costa señalada a los Enfermeros, para que cuide durante la navegación de la asistencia y aseo de los Niños.”
El 30 de noviembre de 1803 zarpó con 37 personas desde el puerto de La Coruña la expedición que llevaría la vacuna de la viruela a América en la corbeta María Pita, dirigida por Francisco Javier de Balmis, cirujano naval, y financiada por el rey Carlos IV de España.
Doña Isabel dejó su puesto en el hospicio para hacerse cargo de los 22 niños que llevaron la vacuna. Fueron 6 niños venidos de la Casa de Desamparados de Madrid, otros 11 del Hospital de la Caridad de La Coruña y 5 de Santiago, entre ellos su propio hijo Benito Vélez, de 9 años.
La vacuna debía ser llevada por niños que no hubieran pasado la viruela y se transmitía de uno a otro cada 9 o 10 días, entre los 3 y los 9 años de edad. Las normas de la expedición indicaban claramente el cuidado que los niños debían recibir.
Las Reales Órdenes establecían que: “... serán bien tratados, mantenidos y educados, hasta que tengan ocupación o destino con que vivir, conforme a su clase y devueltos a los pueblos de su naturaleza, los que se hubiesen sacado con esa condición". Aunque ninguno regresó a España.
Cada niño recibía un hatillo que contenía: 2 pares de zapatos, 6 camisas, 1 sombrero, 3 pantalones con sus respectivas chaquetas de lienzo y otro pantalón más de paño para los días más fríos. Para el aseo personal: 3 pañuelos para el cuello, otros 3 para la nariz y un peine.
Para comer: un vaso, un plato y un juego completo de cubiertos. La expedición llegó a Santa Cruz de Tenerife, donde pasaron un mes vacunando. La expedición partió de Canarias el 6 de enero de 1804 y llegó a Puerto Rico el 9 de febrero de 1804.
El 7 de febrero de 1805 la expedición partió rumbo a Filipinas con un grupo de 26 niños y llegaron a Manila el 15 de abril de 1805. El 14 de agosto de 1809 la expedición regresó a Acapulco. Isabel permaneció en Puebla de los Ángeles, México, con su hijo; ya no volvieron a España.
La expedición vacunó directamente a unas 250.000 personas por todo el mundo, y sobre doña Isabel escribió Balmis: “con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, (Isabel) perdió enteramente su salud, infatigable noche y día...
ha derramado todas las ternuras de la más sensible Madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”.
En 1950, es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la primera enfermera de la historia en participar en una misión internacional y humanitaria, y desde 1974 el gobierno de México concede el Premio Nacional de Enfermería Cendala Gómez en su honor.
El 1 de diciembre de 2020, hoy, en medio de la pandemia de la CoVid19, la presidenta de la Comunidad de Madrid, @IdiazAyuso , inaugura el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, en honor a doña Isabel de Zendal y su servicio hecho a la Humanidad.
En su Galicia natal existe un monumento en O Parrote, en el puerto de La Coruña, en homenaje a los niños huérfanos que partieron en la expedición, obra de Acisclo Manzano. La Asociación Isabel Zendal, en octubre de 2016, nace para investigar, difundir y promover su figura.
Los niños: Benito Vélez (9 años), Andrés Naya (8 años), Antonio Veredia (7 años), Cándido (7 años), Clemente (6 años), Domingo Naya (6 años), Francisco Antonio (9 años), Francisco Florencio (5 años), Gerónimo María (7 años), Jacinto (6 años), José (3 años), Juan Antonio (5 años),
Juan Francisco (9 años), José Jorge Nicolás de los Dolores (3 años), José Manuel María (6 años), Manuel María (3 años), Martín (3 años), Pascual Aniceto (3 años), Tomás Melitón (3 años), Vicente Ferrer (7 años), Vicente María Sale y Bellido (3 años) y un niño más que falleció.
Hasta aquí el hilo de hoy, espero que les haya gustado y sirva para recordar la figura de doña Isabel de Zendal y los niños de la expedición. Otro día hilo sobre José de Salvany, otro de los cirujanos navales que participaron.
Los cuadros son representativos.
Gracias por leer.
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El saqueo de Cádiz por los ingleses en 1597, se ha vendido como una gran victoria de la Expedición de Essex y Howard, pero realmente fue una acción tan pírrica que más parece una derrota: tuvieron que irse con escaso premio y considerables bajas y naves perdidas. Hilo.
A finales del siglo XVI, la Monarquía católica, que en 1580 había anexionado el Reino de Portugal y sus posesiones, era la mayor potencia mundial; estaba en constante expansión en las Indias, y contaba con el apoyo de los Habsburgo en Europa Central y de los príncipes italianos.
Hacia 1570, las relaciones entre Inglaterra y España, hasta entonces amistosas, comenzaron a torcerse debido a una serie de circunstancias económicas, políticas y religiosas: el protestantismo inglés se enfrentaba al catolicismo español e Isabel I había sido excomulgada.
Inglaterra estaba en bancarrota y la reina ordenó de sus favoritos Essex y Raleigh saquear la flota de indias y atacar a la armada española anclada en Ferrol. Pero hallarían su desgracia. La última gran expedición inglesa que sus historiadores han tratado de borrar. Hilo.
La última campaña de los corsarios Drake y Hawkins contra el Caribe español de 1595, se saldó con un auténtico desastre y la muerte de ambos. Pero al año siguiente, en 1596, la suerte favoreció a los ingleses, con la gran expedición angloholandesa que saqueó Cádiz.
Sin embargo la causa de la derrota española radicó más las en faltas propias que en las virtudes del enemigo. La guarnición de Cádiz era una milicia civil mal armada y poco disciplinada, muy inferior en número a la tropa inglesa desembarcada.
Todo lo que necesitó don Carlos de Amésquita fueron 4 galeras y 400 de sus arcabuceros para llevar a cabo la empresa de castigo que le encomendó Felipe II, atacando las costas inglesas de Cornualles, haciendo huir a miles de soldados, y celebrando una misa antes de partir. Hilo.
En 1588 dio comienzo en Francia la guerra de los tres Enriques, que enfrentó al rey Enrique III, al duque de Guisa y a Enrique III de Navarra por la Corona de Francia. Tras la muerte de los dos primeros, Enrique de Navarra, protestante, se convirtió en rey.
Eso no podía ser tolerado por Felipe II de España, por lo que apoyó a la Liga Católica francesa y al papa Sixto V, que se negaron a reconocer a Enrique como rey de Francia. Los ingleses, como protestantes y enemigos de España por la guerra de 1585, apoyaron a Enrique de Navarra.
Francisco de Balmis, cirujano naval y médico honorario de la Corte de Carlos IV, emprendió tal día como hoy, 30-XI, una expedición por Filipinas y las Américas españolas para distribuir la vacuna de la viruela, una odisea que duró de 1803 hasta 1814. Hito histórico en la Medicina
Francisco de Balmis nació en Alicante el 2 de diciembre de 1753, en el seno de una familia de cirujanos, su padre y su abuelo también lo eran. Terminó sus estudios secundarios a los diecisiete años y comenzó su carrera en medicina en el Hospital Real Militar de Alicante.
Durante los primeros cinco años fue practicante a lado del cirujano mayor, empleo similar a profesor. En años después se trasladó a La Habana, y más tarde a la Ciudad de México, donde sirvió como primer cirujano en el Hospital de San Juan de Dios, grado equivalente a capitán.
Los corsarios Drake y Hawkins habían muerto en la expedición a Panamá, y lo que quedaba de la flota inglesa había puesto rumbo a la isla de Pinos para reparaciones y preparar su regreso a Inglaterra, pero allí se toparían con la escuadra de don Bernardino de Avellaneda. Hilo.
Tras las batallas de Canarias, San Juan de Puerto Rico y Panamá, y la muerte de Francis Drake y John Hawkins, habían perdido la vida 15 comandantes y capitanes ingleses y otros 22 oficiales, junto con 2500 soldados y marineros muertos, y otros 500 prisioneros.
En total casi las 3/4 partes de las dotaciones de la expedición, por lo que el oficial que quedó al mando de la flota inglesa, Thomas Baskerville, decidió poner rumbo a la isla de Pinos para realizar reparaciones y preparar el viaje de regreso a Inglaterra.
Tras el sonado fracaso de Drake en el asalto a Canarias y San Juan de Puerto Rico, el corsario ponía rumbo a Panamá con lo que quedaba de su flota, pero no contaba con que desde Lisboa había zarpado un escuadra de guerra española para interceptarle. El final de Drake. Hilo.
Los ingleses habían puesto rumbo a Panamá con el objetivo de establecer una colonia permanente desde la que amenazar las posesiones españolas en América, usándola como base de aprovisionamiento y refresco para saquear tanto puertos como las rutas marítimas y comerciales de España
Desesperados por la falta de víveres tras el fracaso de Canarias y San Juan donde no sólo no habían conseguido avituallarse sino habían sufrido bajas, desembarcaban en cada población española que veían, pero la noticia de su presencia ya se había difundido por todo el Caribe.