¿Es igual decir “Los Simpson predijo la presidencia de Trump” que decir “la astronomía predice con éxito la órbita de cometas”?
¿Acaso no se trata, en ambos casos, de que alguien dijo que algo iba a pasar y pasó?
Empecemos por preguntarnos algo que parecería ser básico: ¿Qué es el CONOCIMIENTO? ¿Qué quiere decir que SABEMOS algo? Según la caracterización tradicional, SABER algo es tener una CREENCIA VERDADERA y JUSTIFICADA sobre ese algo.
Esto es, para poder decir que CONOCEMOS algo tienen que darse las tres condiciones: creencia, verdad y justificación.
Para decir “Lisa SABE que un cometa caerá sobre Springfield” (y por eso se protege en el refugio de Flanders), tiene que darse que Lisa de hecho CREA que caerá.
Si Lisa cree lo contrario (“El cometa NO caerá sobre Springfield”), o si simplemente no tiene opinión al respecto, entonces no puede SABER que el cometa caerá sobre Springfield.
La segunda condición es que la creencia sea verdadera: no describimos como caso de “conocimiento” tener una creencia FALSA. Si Lisa creyera que el cometa desviará su curso, no podemos decir que lo SEPA, por la simple razón de que es FALSO que el cometa fuera a desviar su curso.
Entonces, el conocimiento se distingue de la ausencia de creencia y, además, de la creencia falsa. Pero, ¿equivale la creencia verdadera al conocimiento? En este punto, la tradición hace una tercera distinción: quien sabe versus quien tiene suerte epistémica (quien “la pegó”).
Y aquí es donde aparece la tercera condición: la justificación.
Supongamos que Homero CREE que el resultado de hacer “de tin Marín de do pingüé” va a permitirle encontrar el botón que impida la fusión nuclear y… acierta. ¿Diríamos que Homero SABÍA que podría evitar la fusión?
Intuitivamente, la respuesta es que no porque el hecho de que el botón que hacía falta apretar fuera el mismo que evitaría la fusión es algo azaroso. Formó una creencia que, POR AZAR, resultó ser verdadera. En este caso diríamos que Homero tuvo “suerte epistémica”.
Es decir, si al preguntársele “¿Por qué creés que el botón correcto es este?” Homero respondiera algo como “Es una corazonada; no te puedo argumentar por qué es más probable que sea este que otro botón”, entonces diremos, ciertamente, que Homero “la pegó”.
Del mismo modo, la “predicción” “Trump será presidente de Estados Unidos” no nos parece un caso de conocimiento, a menos claro que quien la pronunciara ofreciera RAZONES para suponer que el evento en cuestión efectivamente ocurriría.
En cambio, si, basándose en cálculos referidos a su órbita, la comunidad científica de Springfield predice exitosamente la caída del cometa, entonces la creencia verdadera de Lisa no será meramente azar, un caso de suerte epistémica; será un caso de conocimiento.
Así, según la tradición, conocimiento = creencia + verdad + justificación
Entonces:
- si no tenemos creencia, NO HAY CONOCIMIENTO
- si tenemos creencia, pero no es verdadera, NO HAY CONOCIMIENTO
- si la creencia es verdadera pero no tenemos razones para ella, NO HAY CONOCIMIENTO
Ahora bien, tener razones para nuestra creencia verdadera... ¿es suficiente para atribuirnos conocimiento?
El filósofo Edmund Gettier dirá que no, que la tríada creencia + verdad + justificación no nos da condiciones SUFICIENTES para atribuir conocimiento.
Gettier dirá que no alcanza con que tengamos razones, porque pueden no ser las razones CORRECTAS.
Consideremos un ejemplo que no es del propio Gettier: el caso del ”proto-evolucionismo” del filósofo griego Empédocles.
Empédocles consideraba, como lo haría muchos siglos después Charles Darwin, que el modo en que los organismos vivos estamos exitosamente adaptados a nuestro entorno no se debía en absoluto al rol de un creador, sino a una forma de selección natural (sí, en la Antigua Grecia).
Para Empédocles, todo en el universo estaba formado por distintos elementos (aire, agua, fuego y tierra) que se combinaban, en ciertos casos, para dar lugar a seres vivos… Algunas de estas combinaciones eran monstruosas y poco funcionales, como seres humanos con cabeza de pez.
Estos monstruos, poco adaptados, se habían ido extinguiendo gradualmente mientras que los seres vivos que Empédocles encontraba a su alrededor eran los únicos que habían logrado sobrevivir.
¿Diríamos que Empédocles SABÍA que existe la selección natural?
Pareciera que, aunque Empédocles efectivamente PODÍA OFRECER RAZONES para sus creencias, no se trataba de las razones CORRECTAS: desde nuestra perspectiva actual, la obvia ventaja de Darwin es que conocía el registro fósil; no estaba solo haciendo una conjetura audaz
En ese sentido, Gettier diría que hay suerte epistémica no solo cuando uno llega a una creencia verdadera sin apoyarse en razones (como en el caso de Trump), sino también cuando se apoya en RAZONES que (como las de Empédocles) solo por azar dieron lugar a una creencia verdadera
Entonces, según Gettier:
-si no tenemos una creencia, NO HAY CONOCIMIENTO
-si tenemos una creencia, pero no es verdadera, NO HAY CONOCIMIENTO
-Si la creencia es verdadera pero no tenemos BUENAS razones (o no tenemos razones en absoluto), NO HAY CONOCIMIENTO; hay suerte epistémica
¿Podemos aún decir “Los Simpson predijeron a Trump presidente”? Sí. Siempre que recordemos que se trata de suerte epistémica, no conocimiento.
Porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, como diría el filósofo Panigazzi.
Si en estos días escucharon o participaron de una conversación como la de la imagen, entonces este #Epistemología101 con @ValeArvejita es para ustedes: ignoratio elenchi, también conocido como “no saltés que no hay charquito”.
Hay una serie de falacias en que las premisas ofrecidas son irrelevantes para la conclusión que se extrae. Por caso, que un futbolista diga que conviene consumir yogur no es realmente un argumento legítimo para el valor nutricional del yogur: es una falacia de autoridad.
¿Puede haber OTRO TIPO de falacia informal?
Sí: uno en que ciertas premisas FUNCIONEN para justificar una conclusión, pero sea LA CONCLUSIÓN MISMA la que resulte totalmente irrelevante en el contexto general de la conversación puesto que nunca fue ella la que estuvo en discusión
En el último #ArgumentosEnUnaBaldosa con @ValeArvejita dejamos pendiente la pregunta: ¿existe algún “lugar” de enunciación que sea “privilegiado” para conocer la realidad? En particular, ¿es verdad que la posición de las personas oprimidas les proporciona una ventaja cognitiva?
La tesis del presunto “privilegio epistémico” del “punto de vista” de los sectores oprimidos es asociada a la filosofía de Lukács y su “heredera” es la vertiente conocida como “teoría del punto de vista” dentro de la epistemología FEMINISTA.
Un clásico de esta transición de Lukács al feminismo fue escrito en 1982 por Nancy Hartsock quien parte de interpretar la obra de Marx como apoyada en adoptar el “punto de vista del proletariado” y asume que, análogamente, cabe hablar de un “punto de vista feminista” en ciencia.
Ante el anuncio de despido por parte del Sr. Burns, Homero muere de un infarto, pero su “alma” se queda lo suficientemente cerca de su cuerpo como para oír a su ex empleador solicitarle a Smithers que le envíe un jamón a la viuda.
Es también el Sr. Burns quien, al matar a Bart atropellándolo, genera que el alma de este se separe de su cuerpo y emprenda una travesía ascendiendo al cielo, bajando al infierno y volviendo a subir.
-Los humanos razonamos; somos animales superiores.
-Eso no es lo importante sino la capacidad de sentir dolor.
¿No es contradictorio ponderar sensibilidad por sobre racionalidad para argumentar a favor del veganismo, pero usar argumentos racionales para defender esta posición?
Cuando afirmamos un CONTENIDO que es contradictorio con los presupuestos de lo que estamos HACIENDO al afirmarlo, hemos incurrido en una “contradicción performativa”. FUA
Esta noción fue introducida por Apel y popularizada por Habermas en su crítica a los filósofos “posmodernos”
Pensemos un ejemplo. Si un autor ARGUMENTARA algo como “la argumentación racional no es una vía para llegar al conocimiento, sino una forma de poder con la cual manipulamos a otras personas” (lo que se parece a ALGUNOS textos de Foucault en sus PEORES días)…
Probablemente podamos estar de acuerdo en que “tengo derecho” a sostener cualquier opinión si lo que estamos pensando como alternativa a eso es, por ejemplo, la clase de persecución doctrinaria cometida por la Iglesia Católica durante la Inquisición, o por los nazis.
Cuando lo que tenemos enfrente son instituciones que queman libros o que directamente queman personas que no comparten sus ideas, seguramente estaremos inclinados a sostener el derecho de cada cual a sostener la opinión que le plazca.
El problema de la astrología no es que sea falsa, es que NO PUEDE SER FALSA.
WAT.
Hoy este servidor y @valearvejita les traemos un nuevo episodio de #Epistemología101 de la mano de Popper y una mágica ayuda de Página/12.
Una hipótesis es falsable cuando EXISTE LA POSIBILIDAD de que se pruebe que es falsa.
Para el filósofo K. Popper, la FALSABILIDAD o REFUTABILIDAD es una virtud. Pero, ¿por qué la refutabilidad es algo bueno?
Predeciblemente no queremos que nuestras hipótesis resulten FALSAS: cuando se prueba que una lo es −por ejemplo, la hipótesis de que la Tierra es el centro del universo−, nos ponemos tristes, tratamos de emparcharla y, si no se puede arreglar, la cambiamos por una mejor