Ante el anuncio de despido por parte del Sr. Burns, Homero muere de un infarto, pero su “alma” se queda lo suficientemente cerca de su cuerpo como para oír a su ex empleador solicitarle a Smithers que le envíe un jamón a la viuda.
Es también el Sr. Burns quien, al matar a Bart atropellándolo, genera que el alma de este se separe de su cuerpo y emprenda una travesía ascendiendo al cielo, bajando al infierno y volviendo a subir.
No es solo Burns quien genera estos incidentes: en el famoso capítulo de Margo, podemos ver nuevamente el “alma” de Homero siendo sacada de su cuerpo… ¡por Newton!, o sea su ángel guardián que luego toma la forma del Coronel Klink.
El ángel lleva a Homero a SOBREVOLAR lo que sería su vida de haberse casado con Margo en vez de Marge. Vemos que su “alma” literalmente (a la gilada ni cabida) “la mira desde arriba”.
Estas representaciones populares del alma nos indican algo: si le atribuimos la capacidad de seguir PERCIBIENDO el mundo (es la gracia de morirse: vigilar desde el más allá), necesitamos conferirle la estructura necesaria para ello, lo que implica, básicamente, un PUNTO DE VISTA.
Entonces, si el alma de Homero puede VER su mansión DESDE ARRIBA y la de Bart, volviendo del infierno, VER los fósiles DESDE ABAJO, es porque, pese a que EN APARIENCIA están descorporizadas, retienen una característica central de la conciencia CORPORAL: la localización.
En otras palabras, esta concepción va a considerar la experiencia que tiene el “alma” como estructuralmente idéntica a la que tenemos como sujetos corporizados. No nos estamos imaginando un alma separada de TODO cuerpo, sino simplemente un alma como segundo cuerpo.
Aquí es donde alguien podría decir: “bueno, pero estas son representaciones ingenuas; el alma, en realidad, es una entidad espiritual, sin localización espacial ni soporte físico”.
Sin embargo, VEAMOS MÁS DE CERCA.
El padre de la filosofía moderna, René Descartes, es tal vez el exponente más influyente del dualismo filosófico mente-cuerpo o (atención) ALMA-cuerpo, según el cual los seres humanos somos un COMPUESTO de DOS SUSTANCIAS: “cosa pensante” y “cosa extensa”.
En la propuesta de Descartes, podemos dudar de la existencia de nuestro cuerpo −siguiendo el argumento del genio maligno que habría “tomado prestado” de santa Teresa, à la Nik−, y sin embargo estar seguros de la existencia de nuestra mente o alma.
P1) Si puedo concebir la existencia de una cosa A en ausencia de otra, B, entonces A y B son realmente diferentes.
P2) Puedo concebir mi mente existiendo en ausencia de mi cuerpo.
Por tanto,
C) Mi mente es realmente diferente de mi cuerpo.
En la Segunda Meditación, solo se compromete con la existencia de lo interno a su experiencia, aquello sin lo cual esta no sería como es, y solo otorga ese rol a estados MENTALES. Podríamos equivocarnos respecto a que tenemos un cuerpo, NO a que tenemos sensaciones, deseos, etc.
Descartes describe la esencia de la mente o alma POR OPOSICIÓN a lo corporal, lo “extenso”. El problema es que, si el alma es la que PERCIBE el mundo, pero el alma no tiene un punto de vista, entonces no podría darse −como de hecho sucede− que la percepción esté siempre SITUADA
Es decir: en realidad es EL CUERPO el que percibe. No podemos describir la estructura misma de nuestra experiencia sin referirnos tácitamente al “punto cero” que es la localización del cuerpo: vemos las cosas desde arriba o abajo, cerca o lejos, respecto de esa referencia.
Esto es lo que hace que la premisa 2 del argumento de Descartes (“Puedo concebir mi mente existiendo en ausencia de mi cuerpo”) sea, cuanto menos, engañosa.
Si “suprimo” la corporalidad, lo que cae con ella no es UN OBJETO EN EL MUNDO, que podría desaparecer sin consecuencias para nuestras vivencias, sino que, al imaginar la percepción sin cuerpo, se empieza a caer (y luego se cae) toda la ESTRUCTURA de nuestra experiencia sensible.
En este sentido, la visión popular, “ingenua”, de Los Simpson sobre el alma como segundo cuerpo es más atinada (entendiendo “alma” como “mente”) que el dualismo cartesiano.
Si en estos días escucharon o participaron de una conversación como la de la imagen, entonces este #Epistemología101 con @ValeArvejita es para ustedes: ignoratio elenchi, también conocido como “no saltés que no hay charquito”.
Hay una serie de falacias en que las premisas ofrecidas son irrelevantes para la conclusión que se extrae. Por caso, que un futbolista diga que conviene consumir yogur no es realmente un argumento legítimo para el valor nutricional del yogur: es una falacia de autoridad.
¿Puede haber OTRO TIPO de falacia informal?
Sí: uno en que ciertas premisas FUNCIONEN para justificar una conclusión, pero sea LA CONCLUSIÓN MISMA la que resulte totalmente irrelevante en el contexto general de la conversación puesto que nunca fue ella la que estuvo en discusión
En el último #ArgumentosEnUnaBaldosa con @ValeArvejita dejamos pendiente la pregunta: ¿existe algún “lugar” de enunciación que sea “privilegiado” para conocer la realidad? En particular, ¿es verdad que la posición de las personas oprimidas les proporciona una ventaja cognitiva?
La tesis del presunto “privilegio epistémico” del “punto de vista” de los sectores oprimidos es asociada a la filosofía de Lukács y su “heredera” es la vertiente conocida como “teoría del punto de vista” dentro de la epistemología FEMINISTA.
Un clásico de esta transición de Lukács al feminismo fue escrito en 1982 por Nancy Hartsock quien parte de interpretar la obra de Marx como apoyada en adoptar el “punto de vista del proletariado” y asume que, análogamente, cabe hablar de un “punto de vista feminista” en ciencia.
¿Es igual decir “Los Simpson predijo la presidencia de Trump” que decir “la astronomía predice con éxito la órbita de cometas”?
¿Acaso no se trata, en ambos casos, de que alguien dijo que algo iba a pasar y pasó?
Empecemos por preguntarnos algo que parecería ser básico: ¿Qué es el CONOCIMIENTO? ¿Qué quiere decir que SABEMOS algo? Según la caracterización tradicional, SABER algo es tener una CREENCIA VERDADERA y JUSTIFICADA sobre ese algo.
Esto es, para poder decir que CONOCEMOS algo tienen que darse las tres condiciones: creencia, verdad y justificación.
Para decir “Lisa SABE que un cometa caerá sobre Springfield” (y por eso se protege en el refugio de Flanders), tiene que darse que Lisa de hecho CREA que caerá.
-Los humanos razonamos; somos animales superiores.
-Eso no es lo importante sino la capacidad de sentir dolor.
¿No es contradictorio ponderar sensibilidad por sobre racionalidad para argumentar a favor del veganismo, pero usar argumentos racionales para defender esta posición?
Cuando afirmamos un CONTENIDO que es contradictorio con los presupuestos de lo que estamos HACIENDO al afirmarlo, hemos incurrido en una “contradicción performativa”. FUA
Esta noción fue introducida por Apel y popularizada por Habermas en su crítica a los filósofos “posmodernos”
Pensemos un ejemplo. Si un autor ARGUMENTARA algo como “la argumentación racional no es una vía para llegar al conocimiento, sino una forma de poder con la cual manipulamos a otras personas” (lo que se parece a ALGUNOS textos de Foucault en sus PEORES días)…
Probablemente podamos estar de acuerdo en que “tengo derecho” a sostener cualquier opinión si lo que estamos pensando como alternativa a eso es, por ejemplo, la clase de persecución doctrinaria cometida por la Iglesia Católica durante la Inquisición, o por los nazis.
Cuando lo que tenemos enfrente son instituciones que queman libros o que directamente queman personas que no comparten sus ideas, seguramente estaremos inclinados a sostener el derecho de cada cual a sostener la opinión que le plazca.
El problema de la astrología no es que sea falsa, es que NO PUEDE SER FALSA.
WAT.
Hoy este servidor y @valearvejita les traemos un nuevo episodio de #Epistemología101 de la mano de Popper y una mágica ayuda de Página/12.
Una hipótesis es falsable cuando EXISTE LA POSIBILIDAD de que se pruebe que es falsa.
Para el filósofo K. Popper, la FALSABILIDAD o REFUTABILIDAD es una virtud. Pero, ¿por qué la refutabilidad es algo bueno?
Predeciblemente no queremos que nuestras hipótesis resulten FALSAS: cuando se prueba que una lo es −por ejemplo, la hipótesis de que la Tierra es el centro del universo−, nos ponemos tristes, tratamos de emparcharla y, si no se puede arreglar, la cambiamos por una mejor