1. ¿Leer o no leer? La pregunta surge siempre que imparto una sesión sobre cómo hablar en público. ¿Mi respuesta? La cosa no va tanto de leer o no leer. Va de dónde tenemos fija la mirada al hablar. Me explico con un HILO. 
2. Si hablamos con la vista puesta en un montón de papeles, no captaremos la atención del público. Sin embargo, hay ocasiones en las que ha de primar la exacta literalidad del mensaje por encima de otras consideraciones, como el interés de aquellos a los que nos dirigimos.
3. ¿Cuándo nos está permitido leer íntegro un discurso, sin levantar la vista del papel, con riesgo de aburrir al personal? Cuando somos el rey de Inglaterra, arrastramos un severo problema de tartamudez y tenemos que declararle la guerra a la Alemania de Hitler. Por ejemplo.
4. Fijaos cómo Obama sí abarca con su mirada al público la noche que ganó sus primeras elecciones, en noviembre de 2008. Logra emocionar hasta las lágrimas a muchos de los allí reunidos. El que había sido eslogan electoral -'Yes, we can'- suena aquí a salmo responsorial.
5. Qué bárbaro. El tío no ha leído una línea. ¿Que no ha leído? ¿Seguro? Ha leído el discurso entero. Mirad esos curiosos aparatitos a su izquierda y derecha. Son prompters.
6. Los prompters permitieron a Obama dirigirse al público con su mirada. Aparentemente. Porque la tenía fija en las pantallas. ¿Y? Lo importante fue el efecto de emoción logrado. Os lo estaréis preguntando: ¿y si se hubieran estropeado los prompters? Mirad este vídeo.
7. Uno de los prompters se hace añicos contra el suelo. Obama pierde pie. No podrá jugar con su mirada de lado a lado, como suele. El tío ha perdido esa aplastante seguridad en sí mismo. Menos mal que solo es una rueda de prensa. Esa noche, en la CNN, le dan un valioso consejo.
8. Obama no sabemos, pero Trump sí tomó nota del consejo de llevar siempre unas notas. No precisamente en este mitin, donde se le estropeó el prompter. No os perdáis su reacción. Trump en estado puro.
9. ¿Y las notas? Sí hizo uso de ellas en este exclusivo desayuno con empresarios de Nueva York, donde tampoco le funcionó el prompter. A ver si os pensáis que se lio a manotazos. Trump será lo que sea, pero sabe distinguir como nadie las condiciones de público y escenario.
10. Si vais a hablar en público, no olvidéis llevar encima unas notas de apoyo. Ojo, eso sí, con la letra. Que no os pase lo que a Don Mariano.
11. Otro día, si os parece, hablamos del tiempo que hemos de dedicar a preparar nuestra intervención para que las notas cumplan su función de apoyo. Os emplazo con una frase atribuida a Churchill: "He pasado la noche en vela trabajando en la improvisación de este discurso".
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