Han pasado más de tres meses desde que Biden asumió la presidencia de los EEUU como para evaluar los principales cambios de su política exterior hacia Vzl. En resumen: somos una fuente de preocupación pero sin ser prioritario al menos que el chavismo haga grandes concesiones.
Los principales actores encargados del diseño de esa política (tanto en el NSC como en el DoS) han manifestado sus posiciones que contrastan con las de Trump: la salida es electoral, requiere una negociación y las sanciones no serán removidas sin cumplir las condiciones previas.
Las sanciones, al igual que en Irán o Corea del Norte, podrán ser flexibilizadas a través de licencias o programas sólo para atender la crisis humanitaria; lo cual dependerá de evaluaciones de sus impactos y de los acuerdos políticos para su implementación.
Los EEUU también han aceptado que el mecanismo internacional para precipitar un cambio en Venezuela deja de ser una política exterior que favorezca una presión unilateral y opta por una política multilateral que involucre a Europa, la ONU y la facilitación de Noruega.
La Casa Blanca ha dicho que quien debe mover primero el tablero, mostrar concesiones creíbles, debe ser Miraflores. Entre las concesiones relevantes están el nombramiento del CNE y la liberación de los presos políticos (incluyendo los ciudadanos de EEUU que han sido arrestados).
En cuanto al CNE, algunos voceros han hecho implícito que “verá con buenos ojos”, si su nombramiento es lo suficientemente independiente como para abrir la posibilidad de un cronograma electoral para comicios libres y justos. Pareciera ser el primer paso de un “road map”.
En estos momentos, para ese proceso de nombramiento del CNE hay “conversaciones” con diversos actores, fundamentalmente internos y sin facilitación internacional, liderado por grupos democráticos de diverso origen, para que ese “primer paso” abra una salida.
El chavismo difícilmente aceptará un CNE que surja de su AN -se creen ganadores en el plano doméstico y quieren que se acepte su versión “constitucional” de ese cronograma- pero saben que sin una “concesión” potable del CNE no hay forma de resolver el tema int. sin negociación.
Pensar en “road maps” o “rutas críticas” es quizás el cambio más grande de los EEUU frente a Vzl; y rechazan veladamente una teoría del cambio de ruptura que se prometió pero que no llegó. Las condiciones y el cronograma de esa “ruta crítica” será el centro de toda su atención.
Es evidente, para cualquier análisis, que si los EEUU percibe que esas concesiones iniciales no aparecen, su alternativa es colocar a Vzl en el congelador y enfocarse en lo humanitario mientras prioriza otros temas regionales más importantes para ellos en México y Centroamérica.
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Hace unos días, en una conferencia, alguien me emplazó a que mencionara algún escenario de cambio en Vzl, aún improbable, que me podría sorprender en el 2021. Me pidió ser realista. Mi instinto fue evadir la predicción. Me tomó tiempo responder, pero aquí voy con su descripción:
En Vzl la conflictividad va a crecer de forma fragmentada y aislada en todo el territorio; pero la demanda social estará centrada en la nivelación e indexación de salarios ante la dolarización tanto transaccional como financiera. Más protestas, menos política y más descontento.
Escucharemos hablar más de desigualdad que de pobreza. Esa dualidad estructural de los contrastes sociales será cada vez más apabullante. Lo mismo con la desigualdad territorial entre las regiones. Hoy ya somos una de las naciones más desiguales de toda Latinoamérica.
A partir del 5 de Enero de 2021 Venezuela se sumerge en un conflicto político aún más profundo. A partir de ese momento el país queda sin ningún poder público con un origen claramente democrático. Dos presidentes y dos asambleas sin fundamentos constitucionales.
La distinción entre uno y otro, “de facto” o “de jure”, se evapora y aparece una crisis de representación política aún peor: tanto Maduro como Guaidó pasan a representar tan sólo su ambición continuista. Nadie sabe desde el punto de vista democrático porque están donde están.
El 6D no tuvo legitimidad ni doméstica ni internacional -al menos en el mundo occidental. El resultado es uno en el que la nueva AN chavista carece de toda representatividad política: luce una réplica a la Constituyente que lo coloca con + del 90% de los puestos en su posesión.
Comparto un hilo sobre la posición de la Unión Europea en torno a las elecciones legislativas y los dilemas y las fricciones que enfrenta tanto la oposición como el mismo chavismo:
Europa ha dicho a través de un portavoz -y previo a la reunión del grupo internacional de contacto que se realiza esta semana- que no hay tiempo para desplegar una misión oficial para observar los comicios del 6D2020 y reitera que las condiciones electorales son insuficientes.
El portavoz -como ya lo había hecho Borrell en su carta abierta sobre las fracasadas negociaciones entre Guaidó y Maduro para nombrar el nuevo CNE y su aprobación de algunas concesiones políticas parciales que había conseguido Capriles-, sugiere que lo mejor es posponer.
Esta semana se produjeron dos comunicados que parecieran moverle el piso a los actores políticos del país y que comparten varios rasgos en común. Me refiero a la comunicación de Borrell como Min. de Asuntos Exteriores de la UE y al comunicado de la Conferencia Episcopal (CEV).
Ambos señalan que las condiciones políticas e institucionales -en medio de la pandemia- conllevan a unos comicios que no son ni libres ni justos. Ambos hacen ver también que la Asamblea Nacional llega al final de su periodo constitucional y que por lo tanto toca su renovación.
Sin cambios en las condiciones electorales -legalización de los partidos, nombramiento CNE, presos políticos, régimen de inscripciones e integridad del sistema electoral- es imposible para la UE enviar una mision de observación para legitimar el proceso. La CEV coincide.
Venezuela agoniza. El sacrificio es sobrehumano. La destrucción completa. El chavismo es responsable y violó todo lo que prometió. Pero estamos cerca de cometer otro suicidio colectivo si no resolvemos el tema electoral para promover acuerdos nacionales. Acá un hilo de mi visión:
Nombrar por consenso el CNE no soluciona todo pero si puede ser el inicio de un proceso. Si llegamos a acuerdos humanitarios para atenuar el colapso sanitario por qué no podemos hacerlo con otros temas que permitan abordar las temas estructurales e institucionales del país? Cómo?
Un CNE creíble es el primer paso de cualquier salida que uno se imagine. Cualquiera. Y eso solo puede darse por un acuerdo entre el oficialismo y el G4. Sin instituciones, cualquier intento de retomar la legalidad electoral y posteriormente constitucional requiere de ese acuerdo.
Mis comentarios a la nefasta decisión del TSJ, con la contumacia de la Mesa de Diálogo Nacional (MDN), que busca acelerar el nombramiento del CNE sin los acuerdos políticos necesarios dentro de la AN que es a quien le corresponde ejercer esa competencia:
Se repite el patrón del 20M de 2018 con las elecciones presidenciales que no fueron internacionalmente reconocidas y que arrojaron la profundización de la crisis constitucional, el deslave humanitario y el aislamiento internacional del país. Esto es más leña al fuego.
La elección legislativa debió ser aprovechada tanto por el régimen como por la oposición para abrir una negociación sustantiva dentro de la AN que permitiese legalizar los partidos, reformar el sistema electoral y fijar un cronograma que incluyese la nueva elección presidencial.