Las máscaras mortuorias son obras que despiertan una extraña atracción. Consideradas como piezas secundarias, a veces simples recursos técnicos de los artistas, la fascinación que ejercen ha motivado que se hayan conservado ejemplares insólitos. Esto se merece un hilo, ¿no? ⬇️⬇️
Cuando pensamos en máscaras mortuorias, inevitablemente nos vamos a los ejemplos más conocidos de los siglos XIX y XX. ¿Pero dónde está su origen? Vamos a ver algunos casos curiosos que nos llevarán hasta el siglo XIV para cuestionar los cimientos mismos de la Hª del arte.
Por suerte, cada vez es más conocido el fenómeno de la creación de máscaras mortuorias y en la magnífica exposición “Extraña devoción” del @MuseoEscultura tuvimos la suerte de poder ver los rostros de algunas piezas míticas.
Algo sin duda excepcional, porque la mayor parte de las veces estas obras descansan en los almacenes de los museos, olvidadas, impidiéndonos conocer un eslabón crucial no sólo para quienes nos interesa la cultura visual de la muerte, sino para la Historia del Arte en general.
De hecho, para que veamos la importancia de la técnica del vaciado (la creación de moldes tanto de difuntos como de personas vivas o piezas escultóricas), podemos acudir al tratado de Cennini “El libro del arte”, de finales del XIV, para comprobar lo extendida que estaba.
En él explica los pormenores técnicos del vaciado y nos cuenta lo útiles que eran estos modelos tanto para los pintores como para los escultores. Así, en tiempos en los que no había fotografías, en una mañana se extraía el busto de un papa y éste podía seguir con sus quehaceres.
Esto se hacía especialmente necesario cuando alguien fallecía de forma inesperada. La creación de un molde, qué duda cabe, facilitaba las cosas para que después se pudiera realizar el correspondiente retrato.
Aquí vemos el uso de las máscaras mortuorias como un “medio para un fin”. Pero claro, como imaginaréis, el tema es más complejo (y, como siempre digo, más interesante). Si estas mascarillas eran sólo un recurso técnico, ¿por qué se han conservado muchas de ellas?
Y, lo que es más curioso, ¿por qué algunas obras muestran directamente el rostro muerto? El caso de esta efigie de Lorenzo de Médici es fascinante…
Algún día os contaré por qué tenemos que poner en duda algunas obras tradicionalmente atribuidas a Donatello, Verrocchio y a otros maestros del Renacimiento… y es que la técnica del vaciado es tan precisa que casi cualquiera podía obtener resultados increíblemente veraces.
Pero esto hay que explicarlo bien, así que, si no os importa, lo de Verrocchio lo dejamos para otro hilo (no me odiéis, es que un hilo no da para tanto… pero prometo que más adelante os contaré esta historia en la que caerán algunos mitos).
En estos casos se busca plasmar el rostro muerto con la veracidad que sólo una máscara mortuoria podía ofrecer. A la izquierda, el rostro de un varón en el @V_and_A y, a la derecha, un retrato atribuido a Battista Sforza conservado en el @MuseeLouvre
Esta práctica parece ser una moda florentina que tuvo escasos ecos en otros lugares y que, muy probablemente, estaba condicionada por las lecturas de las fuentes clásicas en las que el culto de las “imagines maiorum” romanas (imágenes de los antepasados) les avivó la creatividad.
Y podemos subir la apuesta con obras que son, directamente, el primer positivo que se obtuvo del cadáver, como este increíble busto de Brunelleschi. Que, por cierto, lo empleó Buggiano para hacer su retrato en la tumba del duomo de Florencia.
Retomemos la pregunta anterior: si estas piezas eran meros recursos técnicos, entonces ¿por qué se han conservado?, ¿por qué no han sido desechadas después de cumplir la función para la que se obtuvieron?
En este punto del relato nos cruzamos inevitablemente con las reliquias, de ahí la acertada inclusión de las máscaras mortuorias en la exposición que antes comentaba. Didi-Huberman denominó a esta técnica de vaciado “semejanza por contacto”, una cualidad afín a las reliquias.
Y es que han estado en contacto directo con el cuerpo de alguien célebre y amado. El yeso fresco ha recogido cada uno de los rasgos faciales con total precisión. Este contacto casi mágico conserva algo de él, algo de una presencia que se esfuma irremediablemente con la muerte.
Estos positivos de yeso o cera se convierten, por su propio poder, por su magnetismo irrefrenable, en inesperadas reliquias que nadie se atreve a destruir y que, silenciosamente, algunas a escondidas, son conservadas y custodiadas con celo.
Como el recuerdo de un ser querido del que no podemos deshacernos, y que arrastramos en cada mudanza por incómodo que resulte, estas piezas atraviesan el tiempo y nos siguen interpelando hoy en día con su enigmático rostro blanco, con sus arrugas, con su gesto mortecino.
Así, cuando entramos a la sacristía del Hospital Tavera de Toledo y nos encontramos con la mascarilla del Cardenal, aquella misma que Berruguete empleó para su sepulcro, resulta inevitable no sentir un pequeño escalofrío al contemplar ese centenario rostro muerto.
Aunque la del cardenal Tavera es una de las piezas más conocidas, sobre la que sabe mucho @joseriello, existieron hasta escasas décadas ejemplares extrañísimos que apenas tienen antecedentes: el busto del antipapa turolense Gil Sánchez Muñoz y Carbó (Clemente VIII).
En la antigua Sala Capitular de los Presbíteros Racioneros de Teruel se conservaba un busto vestido de aspecto mortecino que desapareció durante la Guerra Civil. Por suerte, contamos con unas fotografías del Catálogo artístico-monumental de Teruel y una breve descripción.
Según el texto de Juan Cabré Aguiló la pieza era de yeso y estaba policromada. Sin duda debió extraerse de una máscara mortuoria (ya que un inventario familiar nos habla de esta pieza, pero de cera) que, a juzgar por lo que vemos, pudo ser de la cabeza completa.
Lo interesante del caso es que, después, se creó este magnífico ejemplar de yeso al que no se le corrigió el gesto mortuorio (como solía ser habitual). El calco era perfecto, dejando así entrever el gesto sutil y fundamental a partir del cual el busto se convierte en reliquia.
No es un retrato conmemorativo en el que los rasgos se idealizan con un semblante cargado de gravedad (imposible no tener en la cabeza el retrato de Inocencio X de Velázquez o el de Pablo III de Tiziano). Aquí importa la copia, la “semejanza por contacto”; importa la “presencia”.
Seguiría extendiéndome hasta el infinito… pero no quiero abusar de vuestra paciencia. En este post amplié algunas ideas sobre el busto del antipapa: postmortem.hypotheses.org/109 (De esto sabe mucho @prothomagister)
El nacimiento del retrato en el arte medieval es uno de los enigmas más difíciles de desentrañar. ¿Cuándo se pasa de una representación esquemática a una natural e identificable? Veamos en este hilo un ejemplo muy curioso: el retrato postmortem de Isabel de Aragón.
En el románico solemos encontrar rostros trabajados de manera sucinta, a veces mostrando expresiones y sentimientos, pero sin llegar a ofrecer características que permitan reconocer al individuo por sus rasgos faciales.
Ojo, no quiero decir con esto que no haya retratos en el románico y que algunos no puedan recoger elementos que pudieran ayudar a una identificación directa, pero no hay en general una búsqueda en la plasmación fehaciente de la apariencia y de la esencia del individuo.
En el Centro de Interpretación del Románico Alavés, ubicado en Estíbaliz, hay una pieza que es un completo misterio skfb.ly/ooBHq. Quizá @IbericaCluny nos ayude a resolverlo 😉. Subo el modelo en 3D para verlo bien. Se trata de una pieza descontextualizada (sigo).
Las noticias más antiguas muestran que estuvo incrustada en el muro norte (abrir foto de Baraibar-Elorza de finales del XIX). Pero esa no parece ser su ubicación original.
Se trata de una pieza escultórica que tiene una marcadísima influencia cluniacense. Las hojas con un prominente nervio central son una característica inconfundible del arte que proposteró al abrigo de la gran abadía de Cluny (fotos del museo).
El arte medieval posee la capacidad de despertar las más intensas emociones. Algunas son bellas y entrañables, otras, en cambio, pueden ser desgarradoras y crueles. Los misteriosos capiteles de Chauvigny nos proponen un viaje a los infiernos más temibles… ¿me acompañáis? ⬇️⬇️⬇️
La iglesia de San Pedro se ubica en lo alto de la ciudad antigua, custodiada por las ruinas de los castillos que, en tiempos medievales, defendían esta importante plaza.
El aspecto exterior de la iglesia, con esas extrañas formas redondeadas que cubren el ábside principal y sus absidiolos, sorprende a quienes se acercan a los pies de este insólito edificio.
Hoy os propongo un hilo algo distinto, un hilo dedicado a la noche, a los sueños, a las visiones… a la bruma densa que ha dado forma al imaginario medieval. La Edad Media es uno de los períodos más interesantes del pasado, pero su recuerdo, su evocación, está llena de sombras…
Las evocaciones de raíz romántica abundan en la idea de un período cegado por la niebla y dominado, como decía Melisandre, por una nocturnidad terrorífica: “the night is dark and full of terrors”.
La noche cerrada, las antorchas ardiendo, las velas que se apagan con el fuerte viento o los monstruos que habitan en la oscuridad representan algunos de los elementos centrales de esta mirada sugestionada sobre un tiempo imaginado.
Lo prometido es deuda 😉. En un hilo anterior sobre el diablo de Cahors terminé con esta curiosa imagen. ¿Qué está pasando?, ¿qué hacen estos personajes? ¿por qué tanta inquina? El sobrearco de la portada es un cúmulo de imágenes increíbles… vamos a verlo en detalle ⬇️⬇️
En el hilo dedicado al demonio del canecillo (decimonónico) vimos cómo éste se había recreado por completo, quizá recordando el diablillo que se había puesto en el puente de Valentré para rememorar una antigua leyenda.
Pues bien, aquí nos pasa lo mismo. Al comparar la imagen que abre este hilo con fotografías antiguas, me he dado cuenta de que, una vez más, ¡se trata de una recreación incorporada en la restauración de principios del XX! Pero este caso es algo distinto…
En este “hilo de hilos” voy a ir agrupando lo que escribo para que no se me pierdan en la maraña de Twitter. 🧵
Mi primer hilo lo dediqué a un tema poco conocido pero que me tiene atrapado desde mi tesis doctoral: los cráneos modelados del Neolítico Precerámico. Algún día quiero investigarlo más afondo... de momento, este hilo apunta algunas ideas:
Otra de mis pasiones frustradas son los fósiles. Como la Edad Media es uno de mis temas centrales de investigación, ¿por qué no hablar de fósiles en la Edad Media?