Thread by @Daniel_mrtea

Marvin Harris: Caníbales y reyes. Capítulo 4: El origen de la guerra. Resumen:

La mayoría de las bandas de cazadores-recolectores actuales lleva a cabo alguna forma de combate con otras bandas en la que equipos de guerreros intentan deliberadamente matarse entre sí.

La primera prueba arqueológica de la existencia de la guerra es la construcción de aldeas y poblaciones fortificadas, la más antigua de las cuales es el Jericó prebíblico en torno al 7500 a.C., con murallas, torres y zanjas defensivas o fosos.

Las características de la guerra preestatal (prehistórica) son muy diferentes de las características de la guerra estatal (histórica. Durante el Paleolítico Superior no existen límites territoriales claramente definidos y se da una alta movilidad de individuos entre bandas.

Los grupos inician el combate como consecuencia de una acumulación de agravios personales entre individuos influyentes. Si las personas agraviadas reúnen un número suficiente de parientes y simpatizantes, organizan una acción bélica.

Durante el Neolítico la escala bélica se incrementó. Las aldeas permanentes agudizaron el sentimiento de identidad territorial, y las bandas continuaban siendo enemigas durante generaciones e intentaban expulsarse mutuamente de su territorio.

Se trata de explicar por qué existe la guerra por medio de las diferentes alternativas.

1. La guerra existe por su función social como integradora de las bandas, por su contribución a mantener unido el grupo. Los costes de la guerra son males menores.

Refutación: No explica por qué el medio para cohesionar las bandas tiene que ser tan mortal; podría alcanzarse limitándose a injurias verbales, el combate simulado o el deporte competitivo. Más aún, no puede demostrarse que la ausencia de guerras implicase un mal mayor comparado.

2. La guerra existe porque constituye un juego, un deporte placentero y competitivo.

Refutación: No explica por qué se institucionaliza como placentera en tanto que ennoblecedora la práctica de la guerra; podría institucionalizarse lo contrario: enseñar a odiarla.

3. La guerra existe porque forma parte de la naturaleza humana: matamos porque el instinto criminal ofrece una ventaja adaptativa en la lucha por la vida de la selección natural.

Refutación: El asesinato no es universalmente admirado, y la intensidad y frecuencia de las guerras son muy variables; y esa variabilidad se debe a diferencias culturales, no genéticas. En Japón tras la 2aGM se pasó del militarismo al pacifismo en pocos años.

La capacidad de ponerse agresivo y librar batallas forma parte de la naturaleza humana, pero no forma parte de ella cómo y cuándo nos ponemos agresivos.

4. La guerra existe porque es el medio por el cual una banda incrementa su bienestar a costa de otra al apropiarse de sus territorios, capturar esclavos o botines o someterla a tributos e impuestos. Las consecuencias negativas para los vencidos son un error de cálculo.

Refutación: Esa explicación cuadra con las guerras estatales pero no con las guerras preestatales, en las que no se conquista territorios ni se hace esclavos. Los esclavos no son prácticos para una sociedad incapaz de aumentar la producción sin agotar el medio del que se nutre.

Además, no tienen capacidad organizadora para explotar una fuerza de trabajo hostil y subalimentada. Las bandas regresan de la guerra con el único botín de la distinción de valentía y cueros cabelludos o cabezas de los enemigos que cada guerrero ha matado.

5 (explicación de Harris). La guerra existe porque es el medio por el cual se mantiene el equilibrio demográfico con la caza necesario para que las bandas prosperen el mayor tiempo posible.

La primera contribución es que se destruye asentamientos y se expulsa al enemigo a zonas del hábitat que de no ser así explotarían conjuntamente. Eso reduce la densidad global de población regional y genera «tierras de nadie» que favorecen la renovación de la caza.

Pero eso no sería suficiente si además no hubiese control demográfico interno de cada banda. La guerra por sí sola, como el gerontocidio, puede reducir la presión demográfica a corto plazo pero no influye en la tendencia general.

Eso se debe a que los combatientes son casi siempre hombres y por tanto también las muertes; y sus sociedades son casi siempre políginas y unos pocos hombres restantes bastan para embarazar a todas las mujeres.

La segunda contribución, entonces, al equilibrio productivo, consiste en que la institucionalización de la guerra como actividad exclusivamente masculina y de alto estatus social (ennoblecedora, glorificante), por cuanto los niños figuran como necesarios para luchar en ella,

implica en contrapartida la devaluación del estatus social femenino necesaria para que el infanticidio femenino predomine sobre el masculino, y que por tanto haya más hombres que mujeres susceptibles de quedar embarazadas incrementando por exceso la población del grupo.

En las bandas de cazadores-recolectores no se ha observado ningún caso de mujeres que se dediquen a la caza mayor ni a la guerra. Pero eso no demuestra que la división del trabajo surge naturalmente de las diferencias fisiológicas de fuerza muscular, que no son decisivas.

La causa por la cual las mujeres son excluidas de la caza y la guerra reside en que ambas tienden a ennoblecer a los participantes con un alto estatus social y es necesario que ese estatus lo ocupen los hombres para propiciar el infanticidio femenino.

Los hombres, a su vez, se entrenan para el combate a través, de un lado, de deportes competitivos como la lucha libre, las carreras o los duelos y, de otro lado, de pruebas de virilidad durísimas como la circuncisión, la exposición a los elementos, etc.

Por su lado, si una mujer supera en su fuerza muscular al hombre de la banda promedio no por ello se condiciona a participar en la guerra. Eso entraría en contradicción con la jerarquía sexual en la que se asienta el infanticidio femenino necesario para el equilibrio ecológico.

[Creo que esta explicación de Harris tiene problemas importantes:

I. Que incurre en una petición de principio: La guerra es necesaria para instaurar el estatus social superior del hombre sobre la mujer, necesario a su vez para mantener el equilibrio ecológico.

Pero el que las instituciones de la guerra impliquen un estatus social superior respecto de las instituciones domésticas, y por eso convenga que sean asignadas a hombres pide el principio. Hay que explicar a su vez por qué ser guerrero implica mayor estatus social.

II. Que la premisa que le introduce en esa petición de principio es precisamente que «es contingente que sólo los hombres se dediquen a la caza mayor y la guerra porque las diferencias de fuerza entre sexos no son decisivas».

Lo que hoy conocemos en etología, psicología evolucionista o neurología puede resolver el círculo vicioso si se rechaza esa premisa.

Supóngase que es natural y biológicamente adaptativo que los hombres tengan tendencia a preferir la guerra y la caza mayor y las mujeres las actividades domésticas. Entonces, ya no «se institucionaliza que los hombres sean guerreros porque eso tiene un alto estatus social

y por tanto conviene para el equilibrio ecológico» sino que «supuesto que los hombres están ya predispuestos a las actividades guerreras frente a mujeres, lo que se institucionaliza no es eso sino el estatus social superior de "guerrero", para mantener el equilibrio ecológico».

Dicho de otra manera: que no se instititucionaliza que «los hombres son guerreros 'porque' la guerra tiene alto estatus social» sino que se institucionaliza que «ser guerrero tiene alto estatus social 'porque' los hombres son guerreros». Es darle la vuelta a la explicación.]

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