Thread by @Daniel_mrtea

Berger y Luckmann: «La construcción social de la realidad». Capítulo II: La sociedad como realidad objetiva. Subcapítulo 2 de 2: Legitimación. Resumen:

Digo «legitimación» al proceso de segundo orden por el cual se dota a una institución objetivada de un nuevo significado con la función social de su integración en un contexto estructural diverso del de su génesis.

Esta función integrativa es independiente del motivo específico de los actores, aunque suele coincidir con él.

En función de la relación sociedad/individuos, hay que distinguir dos niveles de integración:

1. Un nivel horizontal, por el cual los diferentes individuos participantes atribuyen sentido a la organización global.

2. Un nivel vertical, por el cual la biografía de cada individuo cobra sentido en función del orden institucional.

La legitimación no es necesaria en la primera fase de institucionalización; sí lo es en la segunda, cuando las objetivaciones del orden institucional son transmitidas a una nueva generación, con la función de restaurarlo y volverlo inteligible para ella frente a la divergencia.

La legitimación es tanto normativa como cognoscitiva; no implica sólo valores sino también conocimiento. Así el de los roles sociales que define como buenas o malas las acciones, y también la justificación de por qué las cosas son como son, v. gr. mediante la mitología.

En función de su grado de complejidad teórica, hay que distinguir cuatro niveles de legitimación:

I. Primer nivel: preteórico. Refiere explicaciones sencillas, e.g. el «porque así se hacen las cosas» como respuesta a los «por qué» del niño.

II. Segundo nivel: teórico-pragmático. Refiere teorías rudimentarias, e.g. los proverbios, las máximas morales y sentencias, leyendas y cuentos populares.

III. Tercer nivel: teórico-puro. Refiere cuerpos de conocimiento especializado, e.g. los asignados a los ancianos de un clan, con capacidad para debatir entre ellos con cierta independencia de problemas pragmáticos inmediatos.

IV. Cuarto nivel: teórico-simbólico. Refiere los universos simbólicos, cuyos procesos conciernen a realidades que no pueden ser experimentadas cotidianamente como marco de referencia total tanto de la vida pública como de la privada; e.g. religiones, ritos de pasaje.

Los universos simbólicos no sólo refieren estructuras de sociedades primitivas, sino también modernas. E.g., una teoría psicológica sobre el desarrollo de la personalidad da sentido simbólico a la biografía del individuo, que figura como repitiendo la secuencia preestablecida.

Un universo simbólico es susceptible de ser legitimado de segundo grado cuando comienza a figurar él mismo como parte del orden institucional. Existen tantos niveles de legitimación de universos simbólicos como del resto del orden institucional en general.

En toda sociedad se dan rivalidades entre universos simbólicos, i.e., entre definiciones alternativas de la realidad, como resultado de los 'problemas' de su estructura.

E.g., la estructura de castas hindú favoreció el surgimiento de conflictos entre chatrias y brahmanes: de la casta de los chatrias nacieron tanto el jainismo como el budismo, como universos simbólicos competidores del hindú de los brahmanes.

Puede darse una disputa teórica abstracta en aislamiento de los conflictos de la estructura, pero una vez estos encuentran eco en la sociedad circundante son principalmente los intereses extra-teóricos los que deciden el resultado de la disputa.

En las sociedades primitivas y arcaicas empíricas los expertos teóricos ejercen/ejercieron un monopolio efectivo sobre las definiciones últimas de la realidad, sin la existencia de competidores organizados socialmente frente a él.

Ello se debe a su estructura unificada de poder, que permite:
a. la liquidación de las teorías competidoras tan pronto como surgen;
b. su integración dentro de la tradición única; o
c. su aislamiento social.

E.g., en las sociedades cristianas medievales -sin ser primitivas ni arcaicas- se observan los tres modos:
a. La liquidación de la rama cristiana albigense.
b. La integración de la devoción popular a los santos.
c. El aislamiento social de los judíos.

Un monopolio del universo simbólico presupone un alto grado de estabilidad de la estructura y es al mismo tiempo estructuralmente estabilizador él mismo. Las definiciones tradicionales de la realidad inhiben el cambio social y las divergencias lo aceleran.

Digo «ideología» a toda definición de la realidad anexada al interés de poder de un grupo particular frente a otros. No puede aplicarse con sentido a una situación de monopolio del universo simbólico; ni tampoco en un enfrentamiento entre sociedades.

E.g., no tiene sentido hablar de la cristiandad medieval como ideología; sí lo tiene en el período que siguió a la Revolución Industrial, cuando la burguesía la usó en su lucha contra la nueva clase trabajadora industrial, que ya no podía decirse habitando el universo cristiano.

La adopción de un corpus teórico preexistente como ideología por un grupo depende de sus efectos sobre los intereses del mismo, que lo modifica asimismo como legitimación en función de ellos.

En la actualidad [1966, EEUU] la mayoría de sociedades modernas son pluralistas: comparten un universo simbólico central y presentan diferentes universos parciales que coexisten en acomodación mutua.

Los conflictos abiertos han sido reemplazados por grados variables de tolerancia. Ello se debe a una división del trabajo altamente desarrollada, una alta diferenciación concomitante en la estructura y un gran superávit económico.

Una situación estructural pluralista favorece el rápido cambio social por medio del escepticismo y la innovación.

Fin. @threadreaderapp unroll