Los regimenes autoritarios, semillas donde germinan felices los tiranos, que se nutren del fascismo en pleno concepto, necesitan siempre, como el aire que respiran, de adversarios, de enemigos.
"Enemigos". Lo que sea.
Es muy sencillo cuando son nombres identificables.
Acá hace un buen tiempo el enemigo era Salinas de Gortarí. Luego, ya como gobierno, cuando vieron que había amenaza real de que le disputara aunque sea un poco de poder, el hombre de paja, el enemigo a vencer, se volvió Calderón.
Esa jugada les resultó muy provechosa, porque además logró otro de los objetivos de los autoritarios: mantener a la gente peleando entre sí. De Calderón no faltaron, ni faltan, sus defensores acérrimos.
Pero como todo, las narrativas cansan, se vuelven repetitivas. Aburren.
Que el Pipe no formara un partido le quitó efectividad a la narrativa de confrontación donde lo usaban para incitar malestar en la gente, así que por un rato anduvieron divagando.
Del Calde, pos, lo de siempre. Es casi un guión Copy&Paste. Pero.
Es relativamente fácil provocar con nombres que se pueden asociar a instituciones, medios, periodistas. Al megalomano de palacio eso le fascina.
No tengan muchas ilusiones quienes se preguntan sí en algún punto reaccionará: no puede. No esta en su temperamento. En su esencia.
El ente que vive en el palacio es un ser que carece de los elementos para entender cualquier cosa que este más allá de su piel, cualquier cosa que él no pueda encuadrar en su reducido esquema de pensamiento, cualquier cosa que raspe tantitito, cualquiera de sus escasas ideas.
Pero eso si. Él esta convencido sin la más mínima duda que él es la encarnación de todas y cuantas virtudes y cualidades existen. Todas. Él en su ser.
Él se ve en el espejo y ve desde Jesucristo hasta Juárez en una sola persona. Pasando por Gandhi y todos los héroes nacionales.
Lo que él si tiene, lo que si es muy real, lo que lo sustenta, es su capacidad de persuasión y su astucia.
Es un seductor, un manipulador que funciona a premio y castigo, que endulza el oído y el ego, según le convenga a él, y con la misma destruye. "Pégame, pero no me dejes".
Es un hombre violento. No, no necesita él alzar la mano en contra de nadie, pero su violencia es igual de efectiva, o peor, no desde ahora, sino desde siempre.
Así se ha hecho. Por eso también hay otros muchos que realmente están rendidos a él por miedo. Sometidos.
En un grupo tan cerrado, tan subordinado y sometido, por conveniencia, por convicción, o por miedo, la violencia de él permea en todo el grupo, sustentandose mutuamente entre ellos, pero también a la vez reforzando los elementos de sometimiento.
Dentro de su grupo, de esa pirámide que lo tiene a él en la cima, el que piensa por sí mismo, el que duda, el que cuestiona, el que critica, el que se sale del redil, será el mismo grupo el que accione según corresponda.
El grupo, reflejo de él, no dudará en saberse respaldado.
En su turbia mente colectiva, él, como líder del grupo, tiene, o recibe, todas las virtudes, méritos, que creen que los representa a ellos.
Y entonces, a la vez, la tara del tirano también es la tara del colectivo. Es simbiotico.
Llegados a este punto, con la capacidad de ejercer poder real, en forma de 'gobierno' además, las limitaciones, carencias, defectos de personalidad y patologías del líder, serán las limitaciones, carencias, defectos y patologías del grupo.
Él es el grupo, el grupo es él.
Las taras del líder, las taras del grupo.
Las fobias del líder, las fobias del grupo.
Las aversiones del líder, las aversiones del grupo.
Y, los enemigos del líder, los enemigos del grupo. Aquí el quid de lo que esta pasando, y lo que seguirá.
La lista de nombres, reales o ficticios, pero sobre todo disformes, abstractos, al Hubris de palacio le sobran.
¿Quienes son los conservadores? Todos, cualquiera, nadie. Según le convenga.
¿Quienes son los fifís? Todos, cualquiera, nadie. Según le convenga.
El INE y cualquier institución autónoma, las universidades, los medios, los periodistas, los empresarios, tuiteros, memeros, académicos, instituciones mundiales. Lo que sea.
Todos, nadie, cualquiera, mientras incida en señalar un elemento adverso a quien, o quienes, combatir.
Y así la lista puede ser larga, tan larga como su perversa imaginación se lo permita, como sus aversiones lo necesiten.
Una lista tan larga de 'adversarios', lo que él en su nebulosa se dice para que su Gandhi interior no le reclame, aunque al final sea sinónimo de enemigos.
Una lista de adversarios, de enemigos, reales o ficticios, pero que en el fondo tienen una consecuencia aún peor, lograr incidir en la manera en que nos vemos como prójimo.
Logran hacer del de a pie sospechoso de todo mal, problema, o conflicto, y evadir la responsabilidad.
No sólo es la manera de incidir en la atención y capacidad de reacción de la gente, aunque ese sea un beneficio colateral.
El fondo, la parte más nociva, es la manera de llevar a los hechos el más viejo de los adagios de conquista y sometimiento: divide y vencerás.
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Un montaje a conveniencia no es una conferencia de prensa.
Ocupar un atril 2 horas no es dar la cara.
Parlotear en un micrófono no es informar.
Las frasecillas chuscas no son soluciones.
Tirar consignas no es enfrentar problemas.
Exhibir sus traumas y complejos no es gobernar.
El micrófono más poderoso e influyente del país se dedica a parlotear divagando, mintiendo, ofendiendo, atacando, retorciendo la realidad, exhibiendo el humo dentro de SU cabeza.
El show bufo que además para rematar, es el único momento real de gobierno que se puede identificar.
El adoctrinamiento y la propaganda son tan poderosas por sencillas. No hay una sola audiencia distinguible para ese ejercicio. No, no es comunicación. Es peor.
Ese show incide inevitablemente en el ciclo noticioso del día, pero va más allá, ofrece elementos de afinidad.
Cuando usted lea a alguien como la sra diputada referirse a quienes le exigen, le reclaman, la contradicen, e incluso, si la insultan, como bots, sépalo sin duda:
usted lee a alguien que en su soberbia le esta restando su identidad como persona y como ciudadano.
Es propio de esa soberbia autoritaria intentar deslegitimar a todas las voces que les llevan la contra, que no les resultan favorables, que les son adversas.
Los soberbios, los autoritarios, y los fanáticos no conciben cómo prójimo a quienes no comparten su, limitada, visión.
Es por eso que, específicamente en RRSS, se esconden llamando a todo y a todos bots.
Es por eso que URGE que se pase de esa estúpida acepción, perversa, de ese término.
"Desinformación es la difusión intencional de información que el autor sabe que es imprecisa o irreal, con la expectativa que quien la recibe crea que es verdadera y con el propósito de causar malestar en la sociedad".
Lo interesante del caso es que los autores saben que esa información esta incompleta, es imprecisa, o que de plano están mintiendo. No importa, no necesitan que la información que presentan sea precisa, verificable, ni siquiera real.
De paso, además, implícitamente el desconocimiento al prójimo, todos aquellos que que no concuerdan con sus ideas. Sí acaso existen tales, debajo de la retorica ramplona.
"Nosotros" y "ellos".
Ningún acto de “nosotros” hacia “ellos” está equivocado, ni es una transgresión, una ofensa, mucho menos un crimen. Al contrario, es deber de “nosotros” defender y prevenir las transgresiones, ofensas y crímenes, porque siempre son “ellos” los que los cometen contra “nosotros”.
Pocas veces, detrás de toda la basura, estruendo y aspavientos, vacuos y sin sentido, se puede ver con nitidez cual es el verdadero objetivo de este mal remedo de gobierno.
Digo, por sí hay alguna duda, Narciso ya lo cantó clarito. Es ahí el tiro, por ahora para él, no hay más.
A estas alturas no creo que haya mucha duda que cuantos muertos cuesten sus caprichos, ya sea por el pésimo manejo de la pandemia, por la falta de medicamentos, la violencia, o cualquier otro motivo, es barato para él en su nebulosa mente.
En ese mundo irreal, en esa ficción de país que solo existe en su turbia cabeza, es con él y solo con él, todo lo demás puede ser ignorado e incluso destruido.
Y él se cree en serio la voz omnisciente de la figura retorica abstracta El Pueblo. Todos y nadie, según le convenga.