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Alex Riveiro @alex_riveiro
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La Luna es un objetivo imprescindible para nuestra civilización. ¿Por qué? Está suficientemente cerca de la Tierra para ser un lugar ideal para acumular material, y vivir, lejos del campo gravitatorio de la Tierra. Quizá, incluso construir ciudades. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
Lo cierto es que la Luna es un objetivo ideal para mandar misiones a otros lugares del Sistema Solar. También podría servir como paso intermedio para los futuros colonos de Marte. Pueden parecer ideas extravagantes, pero se está pensando en ello:
Los turistas también querrán hacer sus visitas y, sin duda, las compañías de minería querrán tener su presencia en el satélite. Sin mencionar el interés científico de la Luna. Así que no faltan motivos para querer tener una presencia permanente en nuestro satélite.
El primer paso es, por fuerza, construir una base lunar. Pero, ¿cómo podemos vivir durante períodos de tiempo prolongados en allí? La colonización es inevitable si queremos expandirnos a otros lugares del espacio, pero la Luna nos ofrece un entorno muy hostil para la vida.
Por ello, habrá que pensar en construir hábitats apropiados. Primero serán las bases lunares. Más adelante, quizá, lleguen las ciudades. Hay lugares donde podríamos construirlas. En este hilo vamos a ver a qué tenemos que enfrentarnos para pensar en colonizar la Luna.
Es cierto que, ahora mismo, toda la atención parece estar puesta en Marte. Incluso para su colonización. Así lo ha dejado ver Elon Musk, sin ir más lejos, al hablar de sus planes y deseos para SpaceX. Quiere que tengamos una presencia permanente en el planeta rojo.
Pero los retos que nos esperan allí no son menos formidables, a pesar de que sus condiciones sean algo mejores que las de la Luna. Sí, tiene una atmósfera, y una variabilidad de temperatura menos pronunciada. Pero no por ello es una misión necesariamente más fácil.
A día de hoy, hay una cosa que sí tenemos claro. La tecnología para ir a la Luna ya la tenemos. Desde hace más de medio siglo. Tras la llegada de los astronautas de la misión del Apolo 11, enviamos otras misiones. Así que sabemos cómo ir a la Luna:
También sabemos que nuestra tecnología ya está lo suficientemente madura para mantener una presencia permanente en el espacio. La Estación Espacial Internacional lleva años habitada permanentemente, es un gran logro de nuestra ingeniería:
Quizá por ello el debate entre asentarnos en la Luna o Marte siga en el aire. A fin de cuentas, colonizar Marte sería la demostración de que el ser humano puede vivir en otros planetas. Al mismo tiempo, la Luna es un objetivo mucho más plausible… y mucho más cercano.
Por suerte, en los últimos años esa percepción parece haber cambiado también. Cada vez parece que somos más conscientes de que la Luna tiene una utilidad que cumplir. Principalmente como punto intermedio a Marte, pero también como lugar de investigación y desarrollo.
Tiene sentido asentarnos en la Luna primero. Hay muchas cosas que todavía desconocemos. Todavía no comprendemos del todo bien cómo funciona el cuerpo humano en el espacio, ni lejos del entorno protector de la Tierra durante períodos de tiempo que sean muy largos.
Además, la tecnología necesaria para asentarnos en Marte tiene que ser probada en algún otro lugar. En ese sentido, no hay un sitio más apropiado que la Luna. Es donde mejor podremos probar si la tecnología para colonizar otros mundos es efectiva. Sin excesivos riesgos.
Allí podremos comprobar cómo se adapta el cuerpo humano a una gravedad mucho menor. Poner a prueba, también, la tecnología que se quiere utilizar, en un lugar lo suficientemente cercano para acudir en auxilio de los astronautas que se encuentren en la Luna, si fuese necesario.
A fin de cuentas, es imprescindible minimizar todos los riesgos de una misión tan complicada como viajar a Marte. Así que, aunque no se cambiase el foco de atención del planeta rojo a la Luna, pasar por nuestro satélite es casi un paso obligatorio, se mire por donde se mire.
Así que, ¿cómo diseñamos una base lunar? Lo primero necesario será valorar qué daños pueden sufrir los materiales que vayan a estar expuestos al vacío. Por un lado, variaciones extremas de temperatura. Por otro, impactos, a una velocidad elevadísima, de micrometeoritos.
También tendrán que aguantar la presión hacia el exterior ejercida por la presión del propio hábitat. Y habrá que valorar la facilidad de rotura del material a bajas temperaturas, así como la abrasión que soportará por los rayos cósmicos y el viento solar:
Son solo algunas de las amenazas a tener en cuenta al enfrentarse al entorno lunar. Por otro lado, nuestro satélite solo tiene una sexta parte de la gravedad de la Tierra. Así que los ingenieros tendrán más facilidades para diseñar esas estructuras en ese entorno.
También se usará material local allá donde sea posible. Imprescindible para reducir los costes de lanzamiento que conllevarían las misiones de entrega desde la Tierra. Habría que pensar en extraer los materiales de la propia superficie de la Luna, y no llevarlo hasta allí.
El regolito lunar, ese fino polvo pulverizado que recubre la superficie, por ejemplo, puede usarse para proteger a los habitantes de los rayos cósmicos, que podrían provocar cáncer. Haría falta una pared de regolito de 2,5 metros de grosor. Pero sería perfectamente viable.
También habría que buscar materiales muy eficientes energéticamente. Es decir, que la pérdida de calor sea mínima. Así como protecciones adicionales contra el impacto de meteoritos, porque en ausencia de atmósfera, no hay nada que los desintegre antes del impacto.
Esto nos lleva a una opción que se suele mencionar de cuando en cuando. Construir una base (o una ciudad, ya puestos) bajo la superficie de la Luna. En cualquier caso, la construcción en sí misma es una tarea extremadamente compleja, especialmente por el entorno.
Los trabajadores tendrán las cosas más complicadas al moverse en un entorno de baja gravedad. La perforación y extracción de materiales será muy compleja. Sin aire a su alrededor, la fricción de las herramientas será mucho mayor, generarán enormes cantidades de calor.
Hasta el punto de que parte de la herramienta y de la roca se fundirán, retrasando el avance en la construcción. Por no hablar de las tareas de demolición, si fuesen necesarias. En el vacío, una explosión crearía miles de misiles a alta velocidad que serían letales.
Sin una atmósfera, no habría nada que los frenase en su recorrido. Y, además, el polvo expulsado oscurecería todo, antes de asentarse, finalmente, en todas partes, maquinaria incluida. Lo que seguramente añadiría todavía más retrasos al proceso de construcción.
El polvo lunar parece que sería un serio contratiempo. La descontaminación en cámaras de aire no sería demasiado eficiente para eliminar todo el polvo de los trajes espaciales. Así que ese polvo será ingerido y respirado. No sabemos muy bien qué peligros representa.
Teniendo todo esto en cuenta, se han planteado diferentes tipos de estructuras que se podrían usar para construir colonias en la luna. Pero los principales objetivos tendrán que ser la eficiencia y el coste de la misión. Se podría hacer la construcción en la Tierra.
Pero habría que recurrir a materiales ligeros que puedan ser lanzados con facilidad hasta nuestro satélite. Y quizá sea así al principio. Porque se plantea que las primeras bases quizá tengan que ser construidas aquí y enviadas hasta la Luna. Solo como primer paso.
Con la primera base ya establecida, una tripulación humana, quizá con ayuda robótica, podrá seguir la construcción desde allí usando los materiales locales. Entre las posibles opciones, la más exótica puede parecer la de los módulos hinchables, pero no es descabellada.
Utilizarían materiales muy ligeros, por lo que el lanzamiento desde la Tierra no sería un problema. Cualquier hábitat tendrá que tener una presión enorme para simular la atmósfera terrestre y la cantidad de gases de nuestro planeta. Algo que ejercerá mucha presión al exterior.
Una estructura hinchable podría aguantarla. Si la membrana es suficientemente fuerte, el riesgo de despresurización debería ser mínimo. ¿El problema? Los micrometeoritos. Un impacto a alta velocidad de uno de ellos podría atravesar la membrana y provocar la despresurización.
La solución sería cubrir esos hábitats con regolito y, además, incorporar sistemas de seguridad de apoyo. Todo lo que sea necesario para impedir que se pueda despresurizar. Aunque todavía estamos lejos de ese punto, la tecnología ya está siendo probada en el espacio.
La Estación Espacial Internacional tiene acoplado un módulo hinchable, desarrollado por la empresa Bigelow Aerospace. De momento no está siendo utilizado como módulo para la tripulación, pero se están llevando a cabo pruebas en él. Si funciona bien, veremos más.
Porque, en el futuro, podrán usarse tanto para estaciones espaciales como para entregarlos en la Luna como primeros módulos de una base lunar. Así que puede parecer una solución exótica, pero lo cierto es que tiene muchas papeletas de ser una solución muy viable.
Otra opción es mandar estructuras que puedan ser levantadas allí mismo. La idea es enviar los componentes a la órbita baja de la Tierra, donde se podría continuar el ensamblaje y, ya con la estructura finalizada, mandarla en un segundo viaje hasta su destino final.
Ya en la Luna, la estructura aterrizaría de manera controlada. Todo esto se podría hacer con tecnología que ya existe. Por lo que podría ser otro buen candidato para esas primeras estructuras de una base lunar. Todo en busca de poder usar, finalmente, el material local.
Tarde o temprano, debería haber una estructura suficiente en la Luna para poder comenzar la operación de extracción de materiales allí mismo. Además, de una manera casi autónoma e independiente de la Tierra. De esa manera, se demostraría que la base lunar es un éxito.
Por extensión, el mismo proceso serviría para montar una base con éxito en Marte. Si es necesaria la intervención desde la Tierra, durante el proceso de construcción, podemos dar por seguro que en Marte las cosas serían aún más complicadas, por el retraso en las comunicaciones.
Según los ingenieros, seguramente hará falta un nuevo tipo de cemento para mantener las condiciones apropiadas en los hábitats. Un cemento lunar, elaborado a partir de los materiales de la Luna. Con la excepción del agua, que no es precisamente abundante en el satélite.
La Luna es rica en azufre, así que se podría elaborar cemento a partir de él, con el que elaborar hábitats en forma de semicúpula. También se podrían refinar algunos materiales allí, para ayudar a sellar el interior de los hábitats. Pero hablamos de algo ya más avanzado.
Porque extraer los materiales de la Luna no es algo que vayamos a hacer en las primeras fases. Así que la dependencia de la Tierra será algo que, cuando esto termine sucediendo, seguramente será una tónica de esas primeras fases de una presencia humana lejos de nuestro planeta.
Una posibilidad interesante es la de los tubos de lava. Los futuros colonos podrían usarlos para protegerse de las amenazas externas (micrometeoritos, por ejemplo). No solo eso, los tubos de lava de la Luna son lo suficientemente grandes como para albergar ciudades enteras.
Además, aprovechar ese sistema de cavernas naturales permitiría reducir las construcciones necesarias. Es un plan que minimiza todos los riesgos que conllevan habitar en la superficie de la Luna. Los tubos proporcionan un escudo natural y pueden ser muy extensos.
Porque, cabe suponer, que al menos algunos de ellos estarán conectados entre sí, permitiendo que se puedan construir asentamientos de tamaños enormes. Además, al estar bajo la superficie, y cubiertos en gran parte, sellarlos sería una tarea mucho más sencilla y asumible.
Estas son solo algunas posibilidades. También se ha planteado utilizar rovers que puedan desplazar la base. Es decir, que los propios módulos sean móviles, en la superficie de la Luna. Por lo que tendrían que ser suficientemente grandes para albergar a varias personas...
Algo que les daría la libertad para moverse por la superficie. En cualquier caso, estos son solo algunos conceptos. Hay otros aspectos a considerar, que puedo tratar en otro hilo si os interesa el tema: el diseño de las estructuras (tamaño, etc) y la infraestructura y transporte.
¡Fin del hilo!
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