Una paradoja de la que un Pablo Casado desatado en su derechismo se aprovechará a nivel nacional.
Pero paga la línea general por la que se rige la nueva izquierda, incapaz de entender el contexto actual.
Que manejen esto ahora los apóstoles de los significantes vacíos.
La ultraderecha crea un refugio. En base a la bandera y el odio. Es fácil pertenecer a ese club.
Hay que buscar un agregador. La realidad lo está pidiendo a gritos.
Dejen de fraccionar y de pelear por ver quien es mas privilegiado y está más oprimido.
El código postal de donde uno nace le marca su vida.
Vuelvan a la vida cotidiana. A la acción común.
Basta de paños calientes y bonhomía.
Basta de abstracciones. O se recupera la lucha de clases como motor primario o ser de izquierda no tiene mayor sentido que andar enfangados en guerras culturales que no interesan a nadie.
Por la unidad antifascista.
Por la radicalidad republicana.
Por la clase trabajadora.
No pasarán.