,
12 tweets,
2 min read
Read on Twitter
El caso tan sonado el día de hoy es perfecto para ilustrar la dura realidad que viven las víctimas de maltrato.
Muchos hablamos de empoderamiento pero desconocemos lo que necesita un ser humano para tener poder, peor aún, desconocemos que tan severa puede ser la destrucción del maltrato crónico.
Sin ninguna mala intención, claro está, motivamos compulsivamente a las víctimas a salir del círculo de maltrato sin saber con qué herramientas mentales cuenta.
Esto hace que se sientan presionadas a conseguir unos éxitos que se esperan de ellas y al fracasar estruendosamente una y otra vez, se sienten aún más culpables.
El maltrato crónico produce en la mayoría de las víctimas ideas de culpa y minusvalía que hacen que sea imposible, al menos sin ayuda, que se considere siquiera la opción de salir.
El agresor es para la víctima un objeto interno del que dependen de muchas formas, no pueden entender su vida funcionando sin él aunque tampoco les es agradable tenerlo cerca. Se llama ambivalencia y es un sentimiento difícil de lidiar.
Va más allá de la simple comprensión de la realidad externa que creemos tener quienes rodeamos a la víctima, allá en su realidad interna, no hay tantas alternativas como creemos los demás.
Por esa razón, a veces es necesario que se dé un fenómeno casi de extracción de la víctima de su medio ambiente, proceso difícil además porque vulnera los derechos de la persona. Aquí las autoridades son pieza clave.
Aún así, he visto con tristeza como a pesar de redes sólidas de apoyo, con procesos psicoterapéuticos y medidas legales, las víctimas regresan al agresor. Fenómenos muy complejos de dependencia operan en estos casos.
Nunca, jamás, los discursos homogeneizantes calarán en el psiquismo de una víctima de maltrato por bien intencionados que sean. Por eso, a cada persona se le debe diseñar un acompañamiento único que responda a sus necesidades internas y externas.
Y aún así, con todo lo doloroso y frustrante que pueda sonar, hay seres humanos que nunca abandonan un círculo de maltrato y sufrimiento, hay seres humanos a los que no podemos ayudar.
Pero que nada justifique la incompetencia de la ley para proteger a la víctimas de los maltratadores reincidentes, de los sociópatas que nunca van a cambiar. Toda mi empatía y solidaridad.
