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Hago una breve recomendación: no engancharse con quien solo guarda el propósito de vender mitos, leyendas y especulaciones para instalar una simbología de guerra de películas, reduciendo al máximo el análisis y la comprensión. Solo mostremos la trampa.
¿Quién es capaz de una certeza? ¿Quién puede describir una acción bélica con carácter premonitorio, casi místico? ¿Un guionista? Pues esto no se trata de una película. Reitero, ya algunos decidieron estar en el camino inconmovible de construir un imaginario para anestesiar.
No es baladí el empleo de argumentos sobre el cliché del marxismo y su violencia revolucionaria, ignorando momentos históricos y tergiversando para no conocer ni reconocer.
No es casual, fotos en trincheras y selfies con militares y policías en la retaguardia, cual paladines morales de la no violencia. Todo es muy cursi y sobre todo, mañoso.
Encubierto en una heurística sobre la valentía de los ciudadanos dispuestos a ser soldados de tropa y batallón, en modo de ridiculización, se busca un enganche nivel chisme de vecindario. No caigamos y sigamos en el camino de lo razonable.
