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En la madrugada del 5 de agosto de 1888, Bertha despertó a sus dos hijos. Fueron hasta el patio del taller y, cuidando de no hacer mucho ruido, empujaron el Benz Patent-Motorwagen hasta las calles de la ciudad de Mannheim. Dieron vueltas a la manivela y se lanzaron a la aventura. 
Cuando Karl se despertó esa mañana, encontró una nota garabateada rápidamente por su esposa. Le informaba que había partido a visitar a su madre en su ciudad natal, Pforzheim, a 106 kilómetros de distancia.
Bertha había nacido, como Bertha Ringer en 1849. Su familia tenía una excelente posición económica.
En 1870, ella usó parte de su patrimonio para invertir en una compañía constructora de hierro. No tuvo mayores problemas porque era una mujer soltera.
En 1870, ella usó parte de su patrimonio para invertir en una compañía constructora de hierro. No tuvo mayores problemas porque era una mujer soltera.
Karl era el ingeniero Karl Benz, con quien se casó en julio de 1872. A partir de ese momento, de acuerdo con la legislación alemana de la época, Bertha perdió su poder legal para actuar como inversora. Así que fue Karl quien puso su nombre para poder usar el patrimonio de Bertha.
Parte de la fortuna sirvió para financiar la nueva empresa de fabricación de máquinas industriales Benz & Cie. En esta compañía, Karl terminó su primer carruaje a motor y obtuvo la patente en noviembre de 1886. Nacía el Benz Patent-Motorwagen, el primer automóvil de la historia.
Como las leyes de esa época también impedían que una mujer casada pudiera ser titular de una patente, solamente Karl figura como inventor del vehículo.
A pesar del entusiasmo inicial, para 1888, se habían vendido apenas un par de autos. Karl estaba preocupado. Hasta ese momento, los trayectos recorridos con los flamantes vehículos eran cortos y con asistencia técnica, lo cual hacía parecer al Motorwagen solo un juguete muy caro.
Bertha, que confiaba plenamente en el potencial del automóvil, ideó un plan y decidió embarcarse en un intrépido viaje, el primero de la historia, para demostrar lo que su vehículo era capaz de hacer.
Después de todo, el movimiento se demuestra andando.
Después de todo, el movimiento se demuestra andando.
Fue un recorrido lleno de imprevistos. Debían parar a cada rato para cargar agua y enfriar el motor. Bertha tuvo que limpiar una manguera para el combustible con un alfiler de su sombrero, reparar una avería con su pinza del pelo y atar un conducto con la liga de sus medias.
¿Y el combustible? En la farmacia del pueblito de Wiesloch, Bertha compró bencina, líquido usado para limpiar, que por su alta volatilidad, era útil en motores de explosión. Esta farmacia está considerada la primera estación de servicio de la historia, monumento y placa incluidos
Al anochecer, después de 13 horas de viaje, cubiertos de polvo y exhaustos, los tres aventureros llegaron a Pforzheim. Bertha le envió un telegrama a su marido con la noticia.
Tres días después, regresaron por una ruta diferente.
Tres días después, regresaron por una ruta diferente.
A su vuelta, todo el mundo hablaba del fantástico viaje de Bertha y del maravilloso Benz Patent-Motorwagen.
El automóvil empezó a venderse sin parar y el resto es historia.
El automóvil empezó a venderse sin parar y el resto es historia.
A los 95 años, Bertha recibió el doctorado Honoris Causa en la Universidad Técnica de Karlsruhe.
Murió pocos días más tarde.
Murió pocos días más tarde.
A principios este siglo, el estado de Baden-Wurtenberg reconoció su legado dando nombre a la Bertha Benz Memorial Route, que sigue los 194 kilómetros del recorrido de ida y vuelta original.
Esta fue la historia de Bertha Benz y su osadía.
Contamos historias para reconocer, para no olvidar y para inspirar.
Esto fue #ContemosHistorias
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