¿Cambiamos el signo y seguimos como si nada esperando que el profesor no se dé cuenta? (se da cuenta, ya os lo digo yo)
Cardano, médico de formación, estaba investigando la manera de resolver ecuaciones de tercer grado. Y la encontró.
No les hizo mucho más caso, pero acababa de inventar el número imaginario i., que es la raíz de -1.
Pero tuvo que ser Bombardelli, ingeniero, quien hiciera un estudio más formal de este número, combinándolo con los números reales (los de toda la vida).
No os asustéis, que no se llaman complejos porque sean complicados, sino porque tienen dos componentes: una real a y una imaginaria b.
Existen otras maneras de expresarlos, pero de momento vamos a quedarnos con la forma binómica. Estudiando esas otra maneras podemos llegar a la que muchos consideran la expresión más bonita de las matemáticas (si queréis, otro día os hablo de ella)
No se representan en una recta, sino en un plano, y se asocian con vectores (flechas). La componente real a representa el desplazamiento horizontal, y la componente imaginaria b el desplazamiento vertical.
¡Claro! Por ejemplo, la suma es muy intuitiva.
Podemos sumar (3-2i)+(5+7i) y el resultado es el número complejo 8+5i. Es decir, sumamos las partes reales e imaginarios de cada número.
Sin meternos tampoco en ese cálculo, ojo con la consecuencia de esto...
Y haciendo una raíz octava obtendríamos ¡un octógono!
¡No me digáis que no es para quedarse cuajado!
Los números complejos tienen multitud de aplicaciones en matemáticas, construcción de fractales, aeronáutica... y en todo tipo de señales sinusoidales, como la corriente eléctrica.
¡La que has liado, Cardano!
El apellido del ingeniero era Bombelli, no Bombardelli.
Gracias a @Mateclips_uy por la corrección.