Me rompe el corazón ver la desesperanza del proletario que, perplejo ante la miseria del mundo y la suya propia, no puede más que señalar a los capitalistas y murmurar: "Es que son malvados. Sólo la maldad puede explicar su indiferencia ante la miseria."
¿Qué significa que los capitalistas sean "malvados"? Si es una mera descripción de su patrón de comportamiento, entonces "malvado" no es más que un término que no explica nada, una etiqueta que nos deja exactamente en el mismo punto.
Si, en cambio, tiene la pretensión de explicar, es decir, si se está apelando a una supuesta naturaleza del capitalista anterior a sus condiciones concretas, si se apela a su naturaleza humana, ¿cómo es posible aplicarlo no a todo ser humano sino al capitalista en particular?
El proletario desesperanzado responderá que la naturaleza humana es malvada en el sentido de que el ser humano tiende naturalmente a comportarse "mal" (a no hacerse cargo de la miseria del mundo) cuando "tiene el poder de hacerlo" (cuando ocupa la posición de capitalista).
Esta visión cae en esencialismo de varias maneras. La más flagrante es la naturalización del orden burgués. ¿Cómo salir de esta ciénaga si sólo conseguimos analizarla en sus propios términos?
¡Él mismo lo admite, esa "maldad" emana de la posición en las relaciones sociales! Que esta conclusión le lleve a la desesperanza sólo puede entenderse desde su estrecho horizonte burgués, que no deja lugar a la posibilidad de revolucionar dichas relaciones.
En realidad, también así entendemos que lo llame maldad y que lo esencialice. Si las relaciones burguesas son una realidad natural, perenne e inmutable, entonces también es natural, perenne e inmutable todo lo que sea consecuencia ineludible de ellas.
Nuestra mayor miseria se manifiesta en los límites de lo imaginable.
