2019 ha sido el año en el que hemos conseguido expresar en forma de libro nuestro largo recorrido como asociación: #ResistenciaDigital ha sido nuestro proyecto más ambicioso hasta la fecha, pensado para introducir nuevas perspectivas en los debates sobre la seguridad digital. 
Primera: Introducir la cuestión de la "seguridad operacional" como fundamento de la ulterior "seguridad instrumental" (que hasta ahora había sido la protagonista de los manuales de seguridad). Entender por qué se eligen unas herramientas u otras en vez de usarlas sin reflexionar.
Segundo: Apostar por un concepto de la seguridad que pueda ser rápidamente implementado por los "no técnicos" (que conforman la mayoría de la sociedad). No obligarles a ser ingenieros o hackz0rz para que puedan disfrutar de cierto grado de protección.
Tercero (y vinculado con lo anterior): Simplificar nuestras recetas para hacerlas asumibles por la gran mayoría a través de protocolos y herramientas usables, buscar soluciones basadas en el pragmatismo antes que priorizar nuestros valores o ideología.
Cuarto: Cuestionar radicalmente las capacidades aparentemente innatas del "técnico" especialista para instruir y ser pedagógico. La capacidad de transmisión de los conocimientos no depende de la disciplina de uno, sino de su apuesta por hacerse comprender.
Quinto: No intentar dar recetas (por otro lado infructuosas) para "protegerse contra la NSA", la CIA o cualquier adversario similar, sino ceñirse a los modelos de amenaza más cotidianos, que son los que realmente pueden dañar a la gente que nos pregunta.
Sexto (y terminamos): Entender que no existen soluciones mágicas y que todas las barreras que intentemos desplegar son siempre relativas y temporales. No sobreestimar nuestras propias capacidades y relativizar siempre nuestra arquitectura de seguridad.
