“Los escritas no poseen ni ciudades ni murallas construidas, sino que llevan su casa consigo y son excelentes arqueros a caballo. No viven de la labranza sino de su ganado”, así describe Herodoto a los habitantes de Escitia. 
El autor griego tras visitar Babilonia, Sicilia, las orillas del Nilo, Tracia, las ciudades del Peloponeso y otros muchos lugares llegó a la colonia griega de Olbia.
Era una de las ciudades griegas más septentrionales, situada en la desembocadura del río Bug, a orillas de mar Negro. Fue allí atraído por los amplios espacios de las estepas y sus habitantes: los escitas.
Tenía interés por saber y aprender sobre ellos por haber sido el pueblo que había conseguido derrotar al rey persa Darío I tras una larga guerra. Puesto que los griegos también se habían enfrentado muchos años a los persas,
quería incluir en sus crónicas de las guerras greco-persas, una sección dedicada a aquellos que consiguieron vencer a sus enemigos. Herodoto describió principalmente las costumbre de los escitas de hace 2.500 años.
Lo describe como un pueblo en movimiento, hordas de personas y animales desplazándose en carromatos cubiertos por las llanuras que se extendían entre el Danubio y el Don. Menciona varias veces a los caballos, pieza fundamental de ese pueblo.
Habla de los caballos como los animales que ofrecían en sacrificio a los dioses, sobretodo a Ares, el dios de la guerra. Y los caballos aparecen cuando describe los funerales de un rey escita.
Cuando el soberano moría, su cuerpo se embalsamaba y colocado sobre un carro era transportado de tribu en tribu. La gente salía a su encuentro y entrega pertenencias para el funeral, entre ellos caballos.
Una vez en la tumba, el cadáver era depositado en la cámara funeraria “sobre un lecho de hierba y hojas, colocan sobre él trozos de madera que cubren con cañas trenzadas”. Pero el rey no era enterrado solo según Herodoto.
Le acompañaba “una de sus concubinas, su copero, un cocinero, un palafrenero, un sirviente, un mensajero y varios caballos”, todos ellos bajo un gran túmulo. Unas tumbas que han persistido hasta el día de hoy.
En las últimas décadas los arqueólogos han trabajado en muchos de estos yacimientos y han podido contrastar las descripciones que hizo Herodoto de los escitas.
Pero además los caballos hallados en sus tumbas permiten estudiar su proceso de domesticación gracias a las técnicas genéticas que permiten recuperar ADN antiguo.
En la tumba de Arzhan, en la República de Tuva, se han encontrado más de 200 caballos, pero en todas ellas aparecen animales sacrificados confirmando las descripciones del historiador griego.
Analizando la genética de algunos de estos caballos escitas y comparándola con la de otros sementales preservados en permafrost, se ha podido averiguar que los escitas ya practicaban la mejora genética de los caballos.
Secuenciando el genoma de 13 caballos de hace 2.300-2.700 años, se ha podido saber que los caballos de los escitas tenían una gran diversidad genética.
science.sciencemag.org/content/356/63…
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Se ha detectado una gran diversidad de patrones de coloración, desde el castaño, al negro, al alazán, al color crema y otros manchados.
Con la excepción de dos caballos, ninguno de los caballos analizados de las tumbas estaban emparentados. Algo que parece coincidir con las observaciones de Herodoto, donde los caballos sacrificados eran donaciones de otras tribus.
Los caballos no representaban niveles de endogamía, sugiriendo que los escitas lograron de alguna manera mantener las estructuras de las manadas naturales, en lugar de hacer una selección a través de un número limitado de individuos.
Una estrategia diferente a la moderna en la cual el semental “escogido” se utiliza para cientos de cruces. A pesar de practicar un proceso de menor intervención si que seleccionaban a sus caballos.
El estudio logró identificar 121 genes que fueron seleccionados respecto a caballos anteriores, muchos de ellos involucrados en el desarrollo de las extremidades anteriores. Los escitas criaban a los caballos más robustos.
Sin embargo, en los caballos escitas no se ha detectado la mutación responsable del trote alterno, por lo cual es posible que sus caballos no pudiesen llevar a cabo este tipo de paso.
Pero sí que en algunos de ellos se ha encontrado la variante asociada a los sprint de corta distancia que poseen los caballos de carreras actuales. Tenían caballos resistentes y veloces.
Sin embargo, la diversidad de caballos de la que gozaban los escitas sufrió un gran colapso hace 2.300 años, asociado a una gran pérdida demográfica. La selección de sementales desde entonces ha dado lugar a que en la actualidad…
…casi todos los caballos llevan prácticamente el mismo haplotipo de cromosoma Y. La pérdida de diversidad ha ido acompañada de una acumulación de mutaciones deletéreas afectando a los caballos actuales.
La gestión humana de los procesos de selección ha contribuido a la reducción de diversidad y acumulación de mutaciones deletéreas.
A la vista de los estudio genéticos, los escitas en época de Herodoto eran algo más que los fieros guerreros que describió, todo apunta a que supieron gestionar y seleccionar los caballos de los que tanto dependían.
Sin embargo, en el 339 antes de Cristo los escitas son derrotados por los ejércitos de Filipo II de Macedonia, y con el tiempo sus territorios se reducen a las estepas de Crimea, donde acaban dejando la vida nómada para convertirse en agricultores.
Muchas gracias por la lectura!!
