Dia 2: Hola de nuevo. Ayer tuve que cortar el hilo. Les decía que yo era un bicho raro. Creo que es bueno que explique a qué me refiero. Si no leyeron lo de ayer, está aquí:
A los 14 años tenía un cociente intelectual superior 160. Entré en MENSA. Les he buscado el certificado, pero se habrá perdido en alguna mudanza. O estará en casa de mi madre.
A los 23 hice el test para sacarme el doctorado en USA. Les sonará, se llama GRE, la puntuación es sobre 1000. El examinador pensó que había un fallo. Me lo hicieron repetir. Saqué la misma nota. 
Me aburría estudiar, así que me fui de viaje. Visité la reserva india de Rocky Boy, en Montana, crucé Australia, he estado en mil sitios buscándome la vida.
Me dedicaba a visitar lugares antiguos, siempre me ha fascinado el lenguaje. Esto es una fuente invención mía, basada en el Cree, que hice hace años. Venga, a ver si lo descifran:
Viajando por el mundo me di cuenta de lo que a mi me gustaba de verdad era estar solo. Cada vez ratos más largos. Pasaba días enteros, sin nadie, metido en mi mundo.
Y así me empecé a dar cuenta.
No les ha pasado alguna vez que están completamente solos, y sienten algo a su alrededor?
A veces es como un viento. O un frío. O voces. O un pitido en los oídos.
Yo ya había empezado a oír voces hacia la pubertad. Necesitaba estar muy solo. Si había gente, el ruido ambiente me las tapaba. Pero si estaba solo, en silencio absoluto, y cerraba los ojos, sentía presencias. Por eso me dijeron que no hacía falta que hiciese el servicio militar
Recuerdo perfectamente la escena. Esto fue en el Hospital Militar, el que había cerca de Plaza Lesseps. Imaginen la cara del sargento cuando yo le dije “en esta sala hay otra gente”. No sabía si arrestarme, o echarme de allí. Ese lugar ya no existe. amigosdelamili.com/cuarteles/hosp…
Oculté mi secreto. Volví a España y empecé a trabajar. Hacía portales web para comunidades, algo bien simple. Primero, fans del perfume. Luego, secretarias. Hay aquí en Twitter gente que curró conmigo y puede certificar que es cierto.
Esto de los portales tenía grandes ventajas: por un lado, hablaba con usuarios y usuarias. Pero al mismo tiempo me podía mantener al margen, escondido en mi anonimato en la pantalla. Como Twitter. Y así pasaron algunos años tranquilos. Pero la cosa cambió de repente.
Por trabajo, me enviaron a Los Angeles. En aquella época ya era un centro importante de tecnología. Mi trabajo era contratar una empresa de servidores, nada sofisticado, usábamos una que se llamaba PsiNet.
Al llegar al Los Ángeles, hice lo que hago siempre: en lugar de un hotel sofisticado, me fui a un motel. Lo recuerdo perfectamente: el Motel 6 de Pasadena. Aún existe, esta es su web.
motel6.com/en/motels.ca.a…
motel6.com/en/motels.ca.a…
Los moteles me encantan. Son silenciosos. Se sienten cosas. Además, está a unas dos horas del Valle de la Muerte. En medio del desierto, solo, conectaba con sonidos de otras épocas. En Zabriskie Point he pasado yo noches en vela a saco. Hay un cementerio antiguo precioso.
Jamás olvidaré esa noche en el motel. Sería pasado medianoche. Y yo estaba por mi habitación, tan tranquilo, desnudo. El motel estaba casi vacío. Para otros, eso sería inquietante. Yo estaba encantado. Solo.
Y sonó el teléfono. Oí una voz de hombre. Me dijo “Ponte ropa estúpido. No ves que me incomodas?”.
Os juro que esto pasó, exactamente como lo explico. Como siempre he sido lento de cabeza, no reaccioné hasta al cabo de unos segundos. Colgué el teléfono. Tuve un sudor frío.
Mi primer pensamiento fue: vale, en el lobby hay un circuito cerrado de video, y el vigilante nocturno es un salido. Eso ya habría sido preocupante, el hotel estaba casi vacío. Pero es que la verdad era aún peor. Y yo lo sabía.
Sabiendo lo que me esperaba, me vestí rápidamente. Y bajé al lobby. Tenía clarísimo lo que encontraría: joder, había pasado por ahí para el check-in. Eran la 1 de la mañana. Miré hacia el lobby, y casi me caigo al suelo.
Efectivamente. En ese Motel6 no hay personal. Nunca lo ha habido. El check-in se hace con una máquina. Ahí no había nadie que me hubiese llamado.
Me fui a mi habitación, cerré las cortinas. Esa noche no pegué ojo.
