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El caso de Amber Hagerman y el origen de la ALERTA AMBER:
Amber Rene Hagerman nació el 25 de noviembre de 1986, en Arlington Texas, Estados Unidos, hija de Donna Whitson, ahora Donna Norris y Richard Hagerman. Cuando Donna se embarazó de Amber era muy joven, tenía 19 años. Richard Hagerman, era bastante mayor, ya había cumplido los 36.
Poco después, Donna tuvo una rara enfermedad que la dejó paralizada, temporalmente, de la cintura para abajo.
Asustada, se aferró mucho a Amber. Se alegraba de haberla tenido tan joven y temía no poder tener más hijos. Sin embargo,4 años después, nacería su segundo hijo: Ricky.
Pero la pareja no funcionaba nada bien. Donna terminó separándose de Richard, yendo a un hogar de acogida y pidiendo ayuda a los servicios sociales para poder subsistir. Así fue que se convirtió en una madre soltera que necesitaba ayuda.
Quería un empleo y criar a sus hijos en otro contexto.
La cálida tarde de invierno del miércoles 13 de enero de 1996, Donna y sus hijos dejaron su departamento, en un complejo en el este de Arlington, para ir a un rato al parque y, luego, a almorzar a un Burger King.
Poco después empezaron una simpática venta puerta-a-puerta entre amigos y vecinos: vendían galletitas hechas por las girl scouts. Amber disfrutaba de cocinar cookies.
Como estaban cerca de la casa de sus abuelos Glenda y Jimmie Whitson, los padres de Donna, fueron a visitarlos. Los chicos adoraban ir, la casa tenía un buen jardín y podían jugar en libertad.
Era el barrio donde Donna había crecido, por eso lo conocían muy bien y se sentían seguros.
Amber ese día llevaba puesta una remera rosa pálido, con un diseño pintado a mano, y el pelo atado con un lazo blanco y negro.
Era alrededor de las tres de la tarde cuando se subió a su bicicleta rosa, iba cantando "America the Beautiful”. Su hermano menor, Ricky, de 5 años, iba detrás de ella.
Prometieron no ir más allá de una cuadra. Pero desobedecieron un poco, siguieron unos metros más hasta la calle East Abram Street, donde estaba el estacionamiento de una tienda de alimentos abandonada llamada Winn-Dixie, que tenía una divertida rampa para bicicletas.
Era pleno día y había gente por la calle. Ahí no más estaba el lavadero de ropa y autoservicio lleno de clientes.
Unos minutos después de llegar, Ricky le dijo a Amber que quería volver a la casa.
Ella prefirió quedarse. Él se marchó y Amber quedó sola pedaleando en círculos con la bicicleta que tanto amaba. Enfrentaba libremente al viento con los ojos entrecerrados, la nariz respingada y sus incisivos un tanto separados.
Un hombre entró rápidamente con su pick up negra al estacionamiento, se bajó corriendo, la agarró por la fuerza mientras sus piernas quedaron pedaleando en el aire y la metió en la camioneta.
Amber llegó a pegar un grito y a patalear, pero el hombre fue más rápido.
Eran las 15.18. Hacía 8 minutos que Amber había dejado la casa de sus abuelos Esto se sabe por un único testigo que tuvo la causa y que habló inmediatamente.
Jim Kevil, un jubilado maquinista de 78 años que vio la escena desde su jardín trasero. Había escuchado el grito de Amber, y al levantar la vista sorprendido, observó claramente el secuestro.
Llamó a la policía, que demoró solo minutos en llegar.
Describió al atacante como un hombre blanco o hispánico, de entre 25 y 40 años, de 1,80 m de altura y contextura mediana.
Mientras el testigo Kevil relataba a la policía lo que había presenciado, arribó al lugar Jimmie Whitson, el abuelo de Amber. Había decidido ir a buscarla cuando vio llegar a su hermanito menor a la casa. No quería que su nieta se quedara sola por ahí.
En el estacionamiento se le heló la sangre: vio la bicicleta tirada de su nieta y a la policía tomando el testimonio de Kevil. Se desmoronó.
En un rato la vida de los Whitson-Hagerman se transformaría en una dramática noticia nacional:
Amber había sido secuestrada a plena luz del día y a la vista de muchos.
Jimmie Whitson volvió rápidamente a su casa para transmitir lo ocurrido.
“Amber fue secuestrada”, gritó varias veces histérico. La hermana de Donna, Sandra, pegó un alarido que escucharon todos los vecinos.
Un rato después, sin saber nada, apareció de visita el padre de Amber, Richard Hagerman.
Apenas ocurrida la denuncia, la policía de Arlington empezó a buscar frenéticamente a Amber. Decenas de voluntarios se sumaron a la desesperada familia.
Helicópteros sobrevolaban el área, y el FBI llegó al estado de Texas para colaborar con el caso. pero nada
4 días después, el 17 de enero por la noche, las esperanzas de la familia quedaron sepultadas.
Un hombre que paseaba a su perro encontró el cadáver de Amber en un canal de desagüe, cerca de un complejo de departamentos llamado Forest Ridge. Eran las 11 de la noche.
El pequeño cuerpo se hallaba boca abajo, le habían quitado la ropa, tenía el cuello cortado, estaba lleno de moretones y solo llevaba puesta una media en su pie derecho. Amber estaba a 8 km de donde había sido secuestrada.
Las pericias determinaron que ella había estado viva durante 48 horas y había sufrido torturas antes de morir. La autopsia reveló que había sido abusada sexualmente y golpeada varias veces antes de ser degollada con cinco profundos tajos
El sargento a cargo de la investigación, Mike Simonds, explicó en ese momento: “Hubo una gran tormenta, y Amber no solo estuvo sumergida, sino en un lecho de agua que corría, y eso obviamente dificulta encontrar evidencias”.
Lamentablemente, el agua que corrió sobre su cuerpo había limpiado toda evidencia.
La policía continuaba con la búsqueda desesperada de pistas. Se armó un grupo con 50 especialistas para investigar el caso.
Vieron decenas de veces los videos de las cámaras cercanas a los departamentos donde se encontró el cuerpo. Lo único de lo que estaban seguros era de que el asesino conocía bien el área donde había tirado el cadáver.
Estaban convencidos de que vivía o trabajaba allí, muy cerca. También creían que vivía solo, ya que la había tenido cautiva. Pero los meses pasaron y no surgía ni un solo indicio.
La frustración por la falta de más testigos crecía. ¿Cómo era posible que la gente que estaba en la lavandería-autoservicio no hubiera visto nada? ¿Por qué nadie iba a aportar datos?
La policía creyó que la causa era que muchos eran inmigrantes ilegales: temían hablar y ser deportados. Por eso ofrecieron una recompensa de 75 mil dólares y la promesa de que no serían devueltos a sus países de origen si colaboraban. Aun así no se presentó nadie.
Los padres de Amber lograron que el Acta de Protección infantil Amber Hagerman fuera firmada para convertirse en ley federal por el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, estableciendo de esa manera un registro nacional de delincuentes sexuales.
Apenas ocurrido el asesinato, Diana Simone, una madre de Forth Worth, contactó a una radio local. Se quejó y cuestionó a los pronosticadores del tiempo diciéndoles que daban muchas alertas metereológicas, pero que no habían alertado al público sobre el secuestro de Amber.
Dijo que si la comunidad lo hubiese sabido rápidamente y hubiera sido informada del color y tipo de camioneta, Amber podría haber sido localizada antes de ser asesinada.
El enojo de esta mujer fue el puntapié inicial de una idea que se convertiría en el legado más importante de esta horrenda muerte: el Alerta Amber. Ese mismo año 7 estaciones de radios locales establecieron un sistema de alertas llamadas Amber Hagerman.
Rápidamente la idea se extendió. Luego se creó el acrónimo AMBER para este alerta que, además de recordar a la víctima significa American Missing Broadcast Emergency Response (que viene a ser en español algo así como Respuesta americana de emergencia para la desaparición).
Cuando se dispara, los mensajes llegan a los celulares, a las pantallas de las autopistas, a las radios, a la televisión y a los mails. La alerta consiste en compartir rápidamente la información para que los ciudadanos colaboren.
La idea esencial es que al accionarla se sumen ojos y oídos para ver, escuchar y ayudar al regreso a salvo del menor. También cuentan con el apoyo de compañías como Google y Facebook.
Las alertas se divulgan con gran velocidad para ganarle a la muerte“Es una vergüenza que mi hija haya tenido que ser asesinada para que exista la Alerta Amber. Pero sé que ella estaría orgullosa”, dijo Donna.
El sabor de esta conquista le resulta amargo y dulce al mismo tiempo. En julio de 2019, pintaron un enorme mural rosa con su cara, muy cerca de donde fue secuestrada, en las calles East Abrams y Browning Dr., en Arlington.
Hasta el dia de hoy no se ha sabido nada del asesino de la niña. Pero gracias al Alerta Amber mas de 1000 chicos han podido regresar con sus familias gracias a este sistema.
Hasta acá el hilo de hoy si te interesa leer sobre estas cosas te dejo este link e invitarte a pasar por @hiloscuriosos … gracias por llegar hasta acá tkm!!!
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