España, como otros países europeos, está siguiendo la curva exponencial de contagios de #COVID19: se encuentra en el mismo punto que Italia hace poco más de una semana. 
A medida que escalan los casos fuera de China, la economía mundial se resiente hasta límites desconocidos desde la Gran Recesión. La volatilidad del mercado ha escalado a su punto más alto desde entonces.
Esto, así como las bruscas caídas en los mercados de valores, es sólo un indicador temprano de una probable desaceleración económica que quizás ya nos está afectando.
Un problema particular del shock provocado por el coronavirus es que afecta al mismo tiempo a la oferta y a la demanda. A la oferta, porque los cierres de fábricas (sobre todo en China) detienen toda la cadena de producción global.
A esto se le suma el impacto de la propia enfermedad en los empleados –que dejan de ir a trabajar– y de las medidas de contención decididas por las autoridades y empresas para reducir la tasa de infección.
En el lado de la demanda, la enorme incertidumbre hace que la gente (también los inversores) gaste menos. En esta situación, las pymes sufrirán particularmente a medida que caigan los ingresos y se agote la liquidez. Seguirán cierres y despidos.
Tres factores agravan particularmente el problema en España: demografía, especialización sectorial y temporalidad.
1⃣ Demografía. El marcado envejecimiento de la población española la deja más expuesta a un virus que ataca con marcada severidad a las personas de más de sesenta años.
2⃣ Especialización sectorial. Comercio, turismo, hostelería y transporte representan el 24% del PIB. Estos sectores, donde abundan las pymes y los autónomos, se encuentran entre los peor parados por la crisis.
3⃣ Temporalidad. Cuando la crisis golpee, el ajuste de las empresas será (igual que en las anteriores recesiones) a través del despido o la falta de renovación de trabajadores sin contrato permanente, mucho más abundantes en España que en el resto de la UE.
¿Qué podemos hacer para reducir en la medida de lo posible el impacto que ya estamos sufriendo? Lo primero: apoyar al sistema sanitario y mitigar, ralentizar, el crecimiento de la pandemia.
Este es el gráfico que más hemos visto en Twitter estos días. Probablemente acabe por convertirse en uno de los gráficos más difundidos de la historia. Transmite una idea tan potente como valiosa: hay que ralentizar la expansión del virus.
Es prioritario, imprescindible, que el sistema sanitario español no quede desbordado ante un crecimiento súbito de los contagios. Para ello, hay que seguir con prontitud y agilidad máxima las recomendaciones de la comunidad epidemiológica.
Lo segundo es impedir que empresas solventes quiebren y proteger a los trabajadores. Coordinando políticas fiscales, monetarias y financieras se podrá asegurar el acceso a liquidez para evitar cierres de empresas solventes y salvando a los trabajadores de despidos injustificados.
Fiscalmente, fórmulas como el “Kurzarbeit” implementado en Alemania permite que las empresas acuerden con sus empleados una reducción temporal en la jornada mientras dure la pandemia, con una ayuda pública temporal para cubrir la nómina salarial.
Pero esto no bastará. Ante la negativa recepción de las medidas tomadas por el BCE el pasado jueves, se hace evidente que para restablecer la confianza es necesario un anuncio coordinado de ayuda fiscal para combatir la pandemia por parte de las autoridades europeas.
En financiación, el ICO, en coordinación con el Banco Europeo de Inversiones, debe mantener activas líneas temporales de liquidez para aquellas pymes que estén sometidas directa o indirectamente al shock temporal del COVID-19.
Europa, efectivamente, debería estar liderando la lucha contra el COVID-19. Si no se reacciona con ambición y se agrava la crisis, los costes para el proyecto europeo y para el euro pueden ser enormes.
Las medidas anunciadas hasta el momento –“Corona Investment Iniciative”, la flexibilización de ayudas de estado, y promesas de una mayor flexibilidad en la interpretación del pacto de estabilidad y crecimiento– han resultado del todo insuficientes.
También sería insuficiente la flexibilización de los objetivos de déficit, porque no evitará que los gastos acaben sumando a la deuda pública de cada estado miembro.
Es necesario, por tanto, que Europa asuma en su conjunto y socialice al menos una parte de los impactos recibidos por estados, empresas, trabajadores y ciudadanía en general.
Por último, pero no por ello menos importante, es imprescindible reforzar la red de protección social. Con los cierres temporales de escuelas, uno de los problemas a los que nos enfrentamos es el del cuidado de los hijos.
Más de uno de cada tres trabajadores en España tiene empleos temporales o es autónomo. Muchas de esas personas, en su mayoría mujeres, dejan de cobrar en el momento en el que dejan de trabajar. Para esas familias es necesario articular un apoyo extraordinario.
Para este tipo de situaciones se pueden implementar ayudas temporales parecidas a los permisos parentales: el Estado reemplaza el sueldo de los padres por un periodo determinado. Ya hay propuestas del gobierno en ese sentido, en las que se debería profundizar.
El detalle de estas y otras recomendaciones, así como un resumen sintético de los aspectos fundamentales del #COVID19, en el documento especial preparado por nosotros para afrontar este enorme reto común: dobetter.esade.edu/es/coronavirus…
Podéis también descargar el informe "Política económica
contra el coronavirus: impacto y respuestas para España" en la página de @EsadeEcPol esade.edu/es/profesorado…
contra el coronavirus: impacto y respuestas para España" en la página de @EsadeEcPol esade.edu/es/profesorado…
