Al oeste de Aragón hay dos pueblos en guerra santa desde hace 800 años, un castillo maldito, eclipses y mujeres que se convertían en corzo.
Y un monasterio con una piedra que lo explica TODO.
En #LaBrasaTorrijos de hoy, Trasmoz, Veruela y las dos muertes de Bécquer.
HILO 👇
En el antepecho de la sala capitular del Real Monasterio de Santa María de Veruela hay una piedra, bajo uno de los arcos, hay una piedra.
Es una piedra extraña, con la silueta de tres pies y cuatro círculos entrelazados grabados en su superficie.
Y lleva allí 8 siglos.
Esa misma piedra se la encontró Gustavo Adolfo Bécquer cuando llegó allí a principios de 1863.
Iba acompañado de su hermano, el pintor Valeriano Domínguez Bécquer, y de sus respectivas familias.
El escritor y poeta, de tan solo 27 años, había recaído de su tuberculosis y se había mudado al Monasterio de Veruela porque, al parecer, "el aire del Moncayo curaba todos los males".
El Moncayo, ese monte chatón y grandote, al que llamaban a arrebato los rondadores y que les miraba como un dios que ya no ampara, tenía a su vera lo que Bécquer, sin quererlo, llevaba buscando toda la vida: Romanticismo.
(Pero no romanticismo de comedia navideña con pareja roja y verde, ojo)
El verdadero Romanticismo artístico tiene poco que ver con el amor y mucho que ver con los sentimientos arrebatados del alma, la perspectiva personal del relato y con la nostalgia oscura por el pasado.
O sea, que al Romanticismo artístico del XIX lo que le molaba sobre todo eran las ruinas del Gótico. Y, tachán, eso es lo que los Bécquer se encontraron en el Monasterio de Veruela, como se ve en estos grabados de Valeriano del mismo monasterio.
Y es que el aire del Moncayo salvó de la primera muerte a Gustavo Adolfo, pero lo que le revivió definitivamente fue ese complejo cisterciense, que parecía salido de sus mejores Leyendas...
Porque, aunque el Gótico cisterciense es teóricamente más sobrio que el Gótico "normal" (lógico, pues está más o menos entre el Románico y el Gótico), hay lugares tan exuberantes en Veruela que parecen de una película.
Como el claustro.
Realmente viendo estas fotografías cuesta no imaginarse a Harry Potter deambulando por allí.
Pero los que deambularon fueron los Bécquer (y los del Ministerio del Tiempo)
Porque el regalo de Veruela a Bécquer no fue solo las piedras que lo conformaban sino, y quizá sobre todo, las historias que se contaban a su alrededor.
El Monasterio de Veruela se comenzó a construir en el siglo XII y, ya muy al principio, en 1255, empezó su leyenda.
Ese año, por tírame aquí unas leñas, el abad del Monasterio decidió excomulgar al vecino pueblo de Trasmoz.
A todo el pueblo.
Imaginad: en plena Edad Media. Un pueblo entero, sus trescientos y pico habitantes, excomulgados. Apartados de Dios.
A merced de las brujas y de Satán...
Aparentemente, lo de la brujería y la nigromancia no le vino del todo mal a Trasmoz, porque doscientos y pico años después aún seguían excomulgados y tan felices.
En 1512, el abad de Veruela, un poco hasta las narices de tanto cachondeo, celebra una misa en la que cubre el crucifijo con un paño negro y canta el Salmo 108:
"Danos socorro contra el adversario,
Porque vana es la ayuda del hombre".
Trasmoz queda maldito para siempre.
Y tan para siempre, como que a fecha de hoy, el pueblecito de Trasmoz, a la falda del Moncayo y con apenas 95 habitantes censados sigue estando oficialmente excomulgado y maldito.
Y tampoco parece que les importe.
A ver, que lo más probable es que todo eso de las maldiciones y las excomuniones no fuesen más que ardides para obtener beneplácitos terrenos (leña y agua, concretamente), pero el folclore es mucho más interesante.
Como es lógico, ese folclore voluptuoso de brujas. viento, niebla y misterio le encantaba a Bécquer, hasta el punto de que, en su estancia en Veruela es dónde escribe sus "Cartas desde mi celda".
Y aún más, cuando el 11 de noviembre de 1863, paseando por el hayedo cercano, Bécquer es testigo de un eclipse anular de sol.
Bécquer es un hombre ilustrado y sabe perfectamente lo que es un eclipse, pero no puede evitar recordar la piedra que se encontró en la Sala Capitular.
En esos cuatro misteriosos círculos entrelazados. ¿Qué significan?
¿Sería la luna? ¿La luna y el sol?
En ese momento, contemplando el poder casi absoluto de la luna, Gustavo Adolfo Bécquer, escritor clave del Romanticismo español, comienza a escribir uno de sus mejores relatos: "La Corza Blanca".
"La Corza Blanca" es un cuento dentro de otro cuento, que cuenta la historia de una mujer, Constanza, burlona y nívea que, bajo el influjo de la luna llena...bueno, ya os lo podéis imaginar.
Es un relato magnífico, por cierto.
En 1864, Bécquer abandona Veruela y regresa a su Sevilla natal.
Mientras tanto, el Monasterio de Santa María de Veruela continua su camino en el tiempo.
De ser el primer monasterio cisterciense de Aragón pasa a ser exclaustrado (eliminada su condición religiosa) con la desamortización de Mendizábal. Después es hospedería laica (donde se alojó Bécquer), hasta volver a ser un cenobio jesuita desde 1877 hasta 1975.
En 1976 pasó a ser usufructo de la Diputación de Zaragoza y desde 1988 es titularidad de dicha Diputación.
Conservado y restaurado, el Monasterio de Veruela está abierto al público y es sede frecuente de actividades culturales: exposiciones, museos, conciertos...
¿Y qué pasó con la piedra de la sala capitular?
¿Cuál es su misterio?
Como contó el profesor Kim Lloveras, la piedra de la sala capitular es una "Piedra de Mesura".
Una piedra grabada por el maestro cantero que explica las mediciones del monasterio. Los pies y los círculos son la base desde la que se proyectaron TODOS LOS ESPACIOS del edificio.
Así que sí: la piedra de mesura es la piedra que lo explica todo.
Pero aún nos queda un último misterio. ¿Por qué el título del episodio habla de "las dos muertes de Bécquer"?
La primera muerte ocurrió cuando la tuberculosis llevó a Bécquer a Veruela. Allí vio la piedra, los círculos, la luna, el eclipse y las brujas.
La segunda muerte fue la real.
Gustavo Adolfo Bécquer murió en Madrid el 22 de diciembre de 1870. Hace doscientos cincuenta años.
Ese día comprendió los otros dos círculos de la piedra de Veruela, pues el 22 de diciembre de 1870, el círculo de la luna tapó al círculo del sol en un eclipse total.
El episodio de hoy de #LaBrasaTorrijos se ha hecho en colaboración con la Dirección General de Patrimonio de Aragón, que además de confiar en el proyecto, me ha servido en bandeja un lugar precioso para contar una historia.
En el capítulo hay algunas partes ficcionadas (el eclipse anular se produjo en esa fecha, pero no se vio desde España) pero es una zona y un personaje tan asociado a los mitos y las leyendas que permite los ficcionados perfectamente.
Me encanta poder enseñar un poco de la riqueza de un patrimonio cultural tan rico (y un poco tan desconocido) como el de Aragón. Ahora aprovechad y acordaos de que tenemos un patrimonio maravilloso justo al lado de casa. Acordaos de visitarlo y de reconocer su valor.
Y con estas cuatro fotos que resumen muy bien el episodio de hoy, vamos a despedirnos Trasmoz, de Veruela, de Bécquer y del episodio de #LaBrasaTorrijos de hoy.
Si os ha gustado, hacedme RTs, FAVs, follows o cantadme una jota!
Nos vemos en un nuevo capítulo el próximo jueves a la misma hora.
Si queréis conocer más territorios improbables, todos los episodios de #LaBrasaTorrijos están archivados en mi tuit fijado, que es este hilo de hilos de hilos:
Museo de Bellas Artes de Sevilla, Kim Lloveras, espaisNT, Jaraute, ecelan, Santiago Cabello/Archivo DPZ/ RTVE, Argonne National Laboratory, Patrimonio Cultural de Aragón y Turismo de Aragón
(Fin del HILO ⛪️🏚️🏰🌝🌞🪶)
(Y en el próximo episodio vamos a contar la historia de una música para el apocalipsis que se compuso en un campo de prisioneros nazi)
*Fe de erratas.
Efectivamente, Bécquer no murió hace 250 años sino hace CIENTO CINCUENTA AÑOS porque #LaBrasaTorrijos no sería lo mismo sin unas cuantas erratas claro que sí, campeón)
Cómo siempre, un par de codas al capítulo de ayer.
Primero, las acreditaciones de las pelis, que se me olvidaron:
Hallmark Channel (comedias románticas rojiverdes) y Pulse Films/Scythia Films (The Witch)
Y luego, una pregunta que me han hecho: ¿Dónde está exactamente la piedra de mesura?
Pues está en el antepecho de la sala capitular, bajo uno de los arcos de la derecha.
Más o menos aquí.
Curiosamente, aparece insinuada en uno de los grabados de Valeriano Bécquer.
Y una última cosa: en Trasmoz, aparte de queso y brujas, también fue donde estuvo secuestrado por ETA el padre de Julio Iglesias, el doctor Iglesias Puga AKA "Papuchi".
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El 6 de agosto de 2013, el reverendo Craig Dixon abrió al público la Catedral Transicional de Christchurch. El primer edificio que se inauguraba después del devastador terremoto de 2011.
Fue una ceremonia doméstica, sin demasiado boato.
A la apertura asistieron algunas autoridades civiles y eclesiásticas y también un buen puñado de vecinos.
Allí también estaba su arquitecto, Shigeru Ban.
En ese momento, bajo la enorme cubierta inclinada de tubos de cartón, recordó una fecha fatídica 18 años antes.
Antes de entender cómo es y para que sirve la arquitectura que se hace en mi país, la arquitectura tiene que interesarme. Tiene que ENTRETENERME. Tiene que DIVERTIRME.
Sin entretenimiento no hay comunicación.
No podemos "acercar la arquitectura a la sociedad" si seguimos hablando solo para arquitectos. Si necesitamos que quien nos escuche haya hecho cinco años de carrera y un master.
Nuestra historia comienza en el Madrid de mediados de los 60. Una ciudad con SEAT seiscientos, donde se rodaban películas de Conchita Velasco y Tony Leblanc, donde jugaba el Real Madrid Ye-Yé.
Un par de kilómetros al sur del estadio de Chamartin, en la plaza de Colón, la inmobiliaria Osinalde acababa de comprar unos edificios residenciales en la esquina noroeste de la plaza.
Otra cosa que hacen en Wetaca y que a mí me parece guay es que también te llevan a casa materia prima directa de sus proveedores, todos locales: patas de pulpo, entrecots, fruta y un café que tiene muy buena pinta, la verdad.
Como ya dije un día, son una empresa de Villaverde (barrio obrero del sur de Madrid, donde yo vivo, además) y han estado dando de comer en la pandemia a un montón de gente.
En los 60, Nueva York proyectó una mega-autopista y construyó dos Torres Gemelas. Y para ello derribó medio Bajo Manhattan: 24 hectáreas de historia.
Por suerte, alguien fotografió todo antes de caer.
En #LaBrasaTorrijos de hoy, Danny Lyon y la muerte del viejo mundo
HILO 👇
Una mañana de marzo de 1967, un joven fotógrafo de miraba por la ventana de su apartamento del Bajo Manhattan. Acababa de regresar de Chicago y había encontrado un alquiler bastante barato en el sur de la isla.
Al otro lado de la ventana, los edificios empezaban a caer.
La historia de Nueva York está llena de destrucción de la ciudad—de destrucciones, en realidad— llevadas a cabo por la propia Nueva York.
En el capítulo del Triángulo de Hess contamos una de ellas y su (divertido) resultado.
Si ampliamos la foto, vemos que es un trozo de ladrillo encatrado en un pavimento como de asfalto. Si abrimos el campo, vemos que, efectivamente, tiene algo menos de un metro de ancho pero es bastante largo. Unos 30 metros en total.
¿Y esa línea blanca de la derecha?
Resulta que esa banda de algo menos de un metro de ladrillo no está en la calle. Como podemos adivinar por el nombre de la web de la que he extraído la foto, esa banda de ladrillo encastrada en un suelo de asfalto está en un circuito de carreras.