El comercio en el Mediterráneo Oriental estaba gestionado en su mayor parte por los minoicos. Era un comercio internacional de la zona, salvo por el estaño, que llegaba de Afganistán.
Por ejemplo, la daga hallada en la tumba de la princesa Ita, hija del faraón Amenemhat II, concentra todo el arte con productos de diferentes lugares del Mediterráneo Oriental.
El estallido de la isla de Tera, actual Santorini, provocó la destrucción del mundo minoico y la ocupación de Creta por el mundo micénico, que amplió el ámbito del comercio hasta la Península Ibérica.
Las invasiones de los Pueblos del Mar destruyeron a los grandes imperios de la época o los debilitaron, en el caso de Egipto.
Esas invasiones afectaron gravemente a los cananeos, que fueron expulsados hasta una estrecha franja litoral, que hoy conocemos como Líbano.
Ese territorio era insuficiente para proveer de alimentos a su población. En esa crisis encontraron su mejor oportunidad y se convirtieron en comerciantes internacionales y navegantes con una nueva tecnología (1).
El momento era perfecto, porque el desmoronamiento o la debilidad de los imperios que pugnaban por Siria y Palestina permitió que emergieran nuevos actores, como Israel que, con Salomón (2), inició una intensa actividad comercial.
Israel perdió su salida al mar porque la costa fue ocupada por los phalasta, los filisteos, los tatarabuelos de los palestinos (3).
Salomón emprendió una política de alianzas matrimoniales (4) y se casó con una de la hijas de Psusennes I (5).
También se le conoce como el Faraón de Plata porque su sarcófago está hecho de ese metal de importación en Egipto.
Psusennes I era un rey constructor, puesto que trasladó los edificios de la antigua capital de los hicsos, Avaris, desde Ramsés II, hasta Tanis.
Salomón, su yerno, también fue un rey constructor. Encargó la construcción de un palacio y de un templo a Hiram I de Tiro, rey de una de las más pujantes ciudades-estado cananeas que navegaban al extremo Occidente mediante técnicas asombrosas.
Una de las materias primas que Hiram I de Tiro vendía a Salomón era la plata. En la zona de Riotinto se han contabilizado 15.300.000 toneladas de escorias de plata en época prerromana y romana, que es una cantidad fabulosa.
Sobre todo teniendo en cuenta los 4.000.000 de toneladas de escorias de cobre estimadas en Chipre para la misma época.
Por esa razón encontramos topónimos que hablan de la enorme cantidad argentífera de la zona.
Por ejemplo, el Mons Argentarius (Avieno 291), el río Tarteso, de raíces argénteas (Estesícoro en Estrabón 111, 2, 11).
Hiram I de Tiro vendía plata a Salomón, que a su vez la vendía a su suegro, el faraón Psusennes I.
Psusennes I tenía una vajilla extraordinaria y, según el texto bíblico, Salomón también tenía una vajilla maravillosa (6).
Hiram cobraba la plata de la Península Ibérica que vendía a Salomón en productos agrícolas (7),
igual que cobró la construcción del templo de Jerusalén en ciudades agrarias (8). Salomón cobraba la plata que vendía a Egipto en carros y caballos egipcios que revendía con un enorme beneficio (9). De esta manera, los tres reyes, se enriqecieron, pero... ay, la codicia.
Las tribus del norte de Israel tenían una queja: “Madrit ens roba”. Bueno, Jerusalén. Por esa razón iniciaron un proceso de sedición alentado por el nuevo faraón de Egipto, que quería quedarse con todo el beneficio.
Pero eso es otra historia.
Los restos de Psusennes I fueron hallados por Pierre Montet, el arqueólogo en el que se basa “Indiana Jones”, que estaba excavando en Sidón cuando decidió ir a Egipto a buscar el Arca de la Alianza.
Las riquezas que halló no fueron menores que las de la tumba de Tutankamón.
La máscara funeraria del faraón Psusennes I es de oro macizo y tiene un estilo semejante a la de Tutankamón (1347-1338 a.C.)
El sarcófago de plata maciza del suegro de Salomón pesa 90 kg y está datado en torno al 1040-992 a.C.
Se depositó dentro de otro en granito negro sin inscripción real concreta, y éste, a su vez, se encontró en el interior de uno de mayores dimensiones en granito rosa que había sido construido para el faraón Merenptah, de la Dinastía XIX
El rostro del ataúd, con mayor grosor de plata, fue realizado por moldeo y posterior martilleo y grabado para adquirir las formas delicadas. El resto del cuerpo se realizó martilleando las láminas de plata y grabando la decoración incisa.
También tiene dos aplicaciones de oro: el ureus de oro macizo y una banda de oro sobre la frente.
En la tumba de Psusennes I también se halló el sarcófago de plata de Sheshonq II, fechado hacia el 890 a. C, y que es parte de la misma historia que la independencia de Israel de Judá.
(1) Los cananeos pudieron dejar la navegación de cabotaje gracias a que se podían orientar por los astros. La Estrella Polar se conoció hasta la Edad Media como “Estrella fenicia”.
Plinio Nat. Hist. VII, 209; Estrabón Geog. I 1, 6 hablan de la navegación astronómica cananea.
(2) Esto es un tema polémico porque hay arqueólogos, como Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman para los que Salomón jamás existió, puesto que no hay ningún resto arqueológico de él.
(3) El 46% de las veces en las que el AT se refiere a los enemigos de Israel, se refiere a los filisteos, por lo que son sus mayores enemigos... hasta ahora.
(4) "el rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras, además de la hija de Faraon, moabitas, amonitas, edomitas, sidonias, hititas" (I Reyes, 11, 1)
(5) Faraón, el rey de Egipto había subido y tomado a Gezer, y la quemó, y dio muerte a los cananeos que habitaban la ciudad, y la dio en dote a su hija, la mujer de Salomón.
1 Reyes 9:16
(6) Todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro fino. Nada era de plata, pues en los días de Salomón esta no era estimada para nada. Porque el rey tenía en el mar la flota de Tarsis con la flota de Hiram
1 R
(7) Ahora, pues, envíe mi señor a sus siervos el trigo y cebada, y aceite y vino, que ha dicho; y nosotros cortaremos en el Líbano la madera que necesites, y te la traeremos en balsas por el mar hasta Jope, y tú la harás llevar hasta Jerusalén.
2 Crónicas 2:15-16
(8) La arqueología ha demostrado la expansión del Tiro hacia esas ciudades, pero hay claras señales de violencia.
(9) Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Coa. Los mercaderes del rey los adquirían en Coa al contado. 29 Cada carro que era importado de Egipto costaba seis kilos y medio de plata; y cada caballo, un kilo y medio. Y así los exportaban por medio de ellos, a todos...
...los reyes de los heteos y a los reyes de Siria.
1 Reyes 10:28
Aunque el inicio del hilo queda descontextualizado porque no digo que estoy hablando de Psusennes I y por eso debería borrarlo, no me queda tiempo de rehacerlo.
San Juan de Morañina es un monasterio hecho de olvido.
Está perdido en todos los sentidos, y por eso es normal que no lo conozcas, aunque tal vez lo hayas visto un instante al volver de la playa, como salido de un sueño, con sus tejados de luz y de viento.
Los franciscanos aceptaron abandonar su Ermita de las Cuevas para que llegasen los Cartujos a cambio de la parroquia de San Juan de Aznalfarache y la ermita de San Juan de Morañina para construir allí un convento. Es muy posible que se llevasen la imagen hallada en “las cuevas”.
Lo que ocurrió con la ermita de Las Cuevas lo cuento en este hilo:
El monasterio de Santa María de las Cuevas se fundó a las afueras de Sevilla.
La acumulación de arcillas en la orilla derecha del río hizo que los almohades se dedicaran a la alfarería en ese lugar.
Los restos más antiguos de la zona son hornos almohades a los que los cristianos denominaron "cuevas".
En 1248 se halló una imagen de la Virgen María en una de las cuevas que probablemente los cristianos ocultaron en época del integrismo islámico, almorávide o almohade.
En ese lugar se construyó la ermita de Santa María de las Cuevas, gestionada por franciscanos, en la que se colocó la imagen.
Ruy González de Medina, caballero veinticuatro de Sevilla y tesorero de la Casa de la Moneda, había conocido a la Orden de los Cartujos.
Nos rasgamos las vestiduras con la barbaridad que cometen los políticos en el yacimiento de La Joya (Huelva), donde construirán grandes edificios, pero ocurre porque los ciudadanos hemos permitido esos desmanes en el pasado. Por ejemplo, en Montelirio.
La zona arqueológica de Valencina-Castilleja de Guzmán era la que poseía más “tholoi” de Europa, pero ya no. Los destruyeron porque los políticos creen (saben?) que sus votantes son ἰδιώτης [idiotes] (1) y ellos no tendrán consecuencias penales ni políticas.
La existencia de esas grandes tumbas se debe al desarrollo de la metalurgia, una de las innovaciones más importantes en la historia de la Humanidad, gracias a que se encuentran cerca de la Faja Pirítica Ibérica y de lo que fue la enorme ría del Guadalquivir.
La embajada Keichō, enviada desde el Japón feudal a España, estuvo en Espartinas durante trece meses. Algunos de los miembros de la embajada estarían en el Monasterio de Loreto, la casa espiritual de Luis Sotelo, el promotor de la embajada.
Otros miembros de la embajada se quedarían en la Hacienda Mejina, donde Luis Solano tenía su casa terrenal:
El monasterio se encuentra en un entorno romano(1) junto a una torre defensiva mudéjar, conocida como Torre Mocha, la única de su tipo en el Aljarafe, de época de don Fadrique, hermano de Alfonso X. Está situada en un lugar estratégico.
La embajada Keichō, dirigida por el samurái Hasekura Tsunenaga (1571-1622), llegó a Sanlúcar el 6 de octubre de 1614. Antes de ser alojados por el conde de Salvatierra (1570-1618) en el Alcázar de Sevilla*, estuvieron en la Hacienda Mejina, en Espartinas, con toda probabilidad.
El promotor de la embajada era el franciscano Luis Sotelo (1574-1624), misionero en Japón que en 1612 entró en contacto con Date Massamune (1567-1636), daimyō de Sendai, que envió la embajada a España porque quería tecnología española y los ingresos del comercio internacional.
Probablemente llegaron desde Coria, donde se fabricaban las tinajas de barro para el aceite, por la Vereda de la Carne, desde la ensenada del río Pudio.
El Templete de la Cruz de San Onofre, en Sevilla, está hundido en el tiempo del olvido. Hoy es una de las muchas tumbas en las que yacen nuestros recuerdos. Es como una miga que ha quedado en el mantel de la modernidad en la que todos han olvidado el banquete.
Es un grano de piedra que no se entiende en un mundo de hierro y cemento.
Hoy se puede ver desde el apeadero de San Jerónimo, entre las vías del ferrocarril y la SE-30, que han dejado al templete de San Onofre en un agujero ruin.
Estamos en un espacio sagrado envilecido por las escaleras metálicas y por el escandaloso plástico rojo de los letreros de la estación.
Hombres cansados que se marchan de Sevilla lo miran indiferentes desde el tren, tras los cristales empañados, sin hacerse preguntas