Se llama Samuel. Le conocí hace unos 12 años. Una mañana muy temprano iba por Bilbao cuando vi un chaval negro sentado en un banco, con unas maletas enormes al lado.
Desayunamos juntos. Me contó un poco su historia. También hablamos largo y tendido de fútbol
Quedamos muchas más veces. A veces me mandaba mensajes diciéndome que rezaba por mí. Me alegraba mucho recibirlos.
La sorpresa llegó hace tres años, poco después de que tuviera a mi segundo hijo. Un hombre me llamó diciendo que vivía en Nigeria y Samuel era amigo suyo...
Yo no daba crédito. Me dijo que Samuel le había dado el dinero en moneda local y pedido que él me lo diera en euros.
No lo cogí. Pero me sentí muy feliz conau agradecimiento.
Prometió, por cierto, visitarme pronto.