De un solo artículo se puede saber cómo funciona el capital en una sociedad y qué lenguaje usa para enmascarar su ideología. Es la lucha de clases en el lenguaje actual desenfadado, pero lucha de clases. 
El núcleo del artículo es una anécdota, real o ficticia: extrañarse de que un joven no desee hacer horas extras sin remuneración más allá de su jornada de trabajo asalariado.
El resto del texto es perverso: intentar presentar como un capricho la negativa del joven, cuando solo es un acto de resistencia a una injusticia de explotación laboral. Para ello, el artículo justifica que se trabaje gratis en las empresas.
El artículo ridiculiza que ese joven se sienta mal remunerado y dice que lo asuma, por mucho que haya “6 millones” de personas en esa situación, y que además es por su culpa, que no se “esfuerza”.
El artículo pasa por alto la sobrecualificación actual para un mercado que vendía hasta hace poco que había que tener mucho título y mucho máster para “triunfar” en el trabajo asalariado que ofrece la meritocracia del capital.
Ese sueño de “clase media” que quiere escapar de la clase del trabajo a través de la cualificación era la ideología perfecta del capital: fórmate, explótate, exprímete… y sigue pagando de paso el negocio de la educación post-Bolonia.
Pero el artículo no critica esto, ni que el sistema laboral y educativo del capital sea un cuello de botella sin salida. No. Lo que hace es reprochar a quien lo detecta que no se conforme con ello.
El artículo insiste incluso en que hay que “agradecer encontrar un trabajo”, como si la clase trabajadora tuviera que dar las gracias a la clase del capital por su explotación. Así es el lenguaje clasista encubierto.
El artículo nos dice que está bien “luchar”, pero, si las cosas no cambian, tienes que coger “ese curro mal pagado resignándote”. Es la forma que tiene la ideología del capital de presentar la lucha de clases y su adoctrinamiento.
Sugiere de paso que no se proteste de manera radical y, sobre todo, importantísimo: que sea fuera del tiempo de trabajo. Vamos, de todo menos huelga o lo que interrumpa la cadena de producción de valor económico.
Asimismo, propone conformarse con cobrar 600 euros al mes, pero no cuenta que su empresa, Atresmedia, en solo tres trimestres tuvo un beneficio neto de 103,5 millones de euros. ¿Cuánto valor real genera entonces cada salario?
¿Entienden ahora por qué Antena 3 y La Sexta son lo mismo, teniendo el mismo capital detrás, la misma ideología liberal, difundiendo y tuiteando el mismo mensaje, sea en tono progre o conservador?
Quien firma el artículo se presenta como “millennial”, pero no parece que haya mucho “millennial”, ni mucho joven entre el accionariado del capital de Atresmedia Corporación. De esto no habla el artículo.
Por cierto, ¿saben ustedes a quién suelen presentar como un “millennial” de éxito? A Mark Zuckerberg y su modelo de negocio (Facebook) basado en la explotación de datos privados que ofrecen los usuarios de las redes sin remuneración.
Es el modelo de capitalismo basado en explotar los datos personales y las vidas privadas, con lo que se trafica y vende sin consentimiento. Un valor económico nunca devuelto a quienes lo generan a diario.
Y es lo mismo que pide el artículo de Atresmedia Corporación: hay que “regalar cada palabra que se escribe”, esto es, hay que trabajar en el mercado del capital sin esperar salario y mucho menos preguntar por el valor que genera.
Así es como ha avanzado el capital en su lenguaje, con guiños modernos o posmodernos, en forma de crónica personal desenfada, enmascarando todas las relaciones sociales de producción que hay por detrás.
Y disculpen ustedes si algunos todavía creemos que es preciso seguir analizando estas cuestiones en clave de clases sociales y del capital. Pueden seguir llamándonos raros, marxistas o lo que prefieran.
