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Nueva Zelanda no es culpa de los videojuegos, ni de PewDiePie, ni de los memes. Ni siquiera de las comunidades tóxicas. El gatillo lo apretó una sola persona.

Pero lo apretó con un público en mente. Y hay que considerar que ese público (y su contexto) jugó un rol en la masacre.
Me parece importante empezar con los memes, y entender de qué hablamos cuando decimos “humor negro”. Porque es un arma de doble filo que a la vez funciona como escudo (hasta la metáfora es escurridiza).
Los que se indignan porque “ahora no se pueden hacer chistes de nada” son los racistas o machistas, sí, pero también los que recuerdan la sátira como una poderosa herramienta de lucha contra la opresión. En Argentina tenemos el ejemplo perfecto: la revista Hum®️.
Es imposible calcular la importancia de la revista Hum®️ durante la dictadura de los ‘70. Desde cada una de sus páginas se atrevía a escupir directamente al poder, a mostrar a los miembros de la junta como los monstruos patéticos que eran. Esa sátira política es un proto-meme.
Cuando la miseria de la prensa argentina te decía “lo que ves no está pasando”, La revista Hum®️ te decía “sí está pasando”. La sátira te hacía sentir que no estabas loco, que alguien más veía lo mismo que vos. No estabas solo en tu indignación. Era una señal de resistencia.
En una sociedad en la que enfrentar directamente a los asesinos te podía convertir en un muerto más, el humor era la forma de animarse a hablar y a la vez de escudarse. “No se ofenda, coronel… es un chiste nada más”.
Así funciona un meme. Es una señal de humo. Es un guiño. Te vemos, te escuchamos. Sos parte de un grupo del que los demás no pueden enterarse que existe. El humor como herramienta revolucionaria, a la vista de todos.
Si ese humor ofensivo es una herramienta contra la opresión, el humor negro también se usó históricamente para mantener al oprimido en su lugar. El impulso básico de reirte de lo diferente. Por eso la caricatura racial más básica, más infantil, compara al otro con un animal.
El humor negro también demuestra al que piensa igual tu “fortaleza”. No me ofendo. Soy insensible. No soy políticamente correcto. Soy más fuerte. Estoy mejor preparado. La misma competitividad violenta que la cultura alrededor del gaming fomenta..
El humor negro te permite expresar una idea y a la vez retractarla. El que hace un chiste racista está buscando de tu parte el reconocimiento de la risa, la demostración de que hay un entendimiento entre ustedes dos, un apretón de manos secreto ¿Y si no te reís? “Era joda”.
La cultura de memes racistas tiene esa doble función. Te permite señalar al diferente, recordar al que piensa como vos que “todos sabemos” que el otro es inferior, y, a la vez (como a Hum®️) te permite tirar la piedra y esconder la mano. Es una joda. Pero no es. Es un guiño.
Esa es la técnica que utiliza PewDiePie, que jamás expresó abiertamente puntos de vista supremacistas, pero usa insultos raciales, se viste de nazi, paga a africanos para que escriban “muerte a los judíos”, insulta mujeres indias, y recomienda canales de derecha. Pero en joda.
PewDiePie tiene la capacidad de lanzar este tipo de señales, que a la mayoría del público solamente hace reír (no hay 89 millones de nazis entre sus espectadores) pero que indica a una fracción de su audiencia de que pdp es uno de ellos, que los aprueba tácitamente.
Pero el “subscribe to PewDiePie” que dijo el tirador de Nueva Zelanda puede no tener que ver directamente con el youtuber. Hace unos meses que PDP pelea el puesto del canal con más seguidores del servicio con T-Series, un canal de videos musicales de origen indio.
Para el público de YouTube, la guerra de PewDiePie contra T-Series representa al youtuber que hace su propio contenido contra las grandes corporaciones. Pero otro público lo lee distinto. Como la guerra de un sueco, rubio de ojos claros contra gente de otro color de piel.
El “subscribe to PewDiePie” es en sí un meme. La mayoría de los que lo usan lo toman como una pelea por el “verdadero” YouTube. Para otros, como el tirador y 4chan, tiene una codificación racial adicional. Para los dos es “nosotros contra ellos”. Pero los “ellos” son otros.
Las imageboard (4chan, voxed) son herramientas de radicalización. Imaginate un foro sin nombres de usuario, solo posteos anónimos. La gran mayoría son memes de humor negro, alternados con comentarios abiertamente racistas, fomentando la violencia contra migrantes.
El anonimato de las imageboards hace que no puedas diferenciar al que se hace el pistola del que está verdaderamente radicalizado. Puede ser el mismo, un día haciendo un chiste, al siguiente contando que “estuvo viendo videos en YouTube y esto de QAnon tiene mucho sentido”.
Las imageboards radicalizan porque te permiten hacer una catarsis y te demuestran que hay mucha gente como vos. Y que aunque no van a darte una pistola o decirte que vayas a matar a alguien, te van a considerar un héroe por hacerlo. Aplaudirte como hicieron con Nueva Zelanda.
El primer paso para entender las comunidades supremacistas es que se nuclean alrededor de odio que nace del miedo. La paranoia de que el migrante viene a infectar tu raza, y de que tu raza es lo único valioso que tenés. En esa fantasía el opresor se convierte en oprimido.
No es casualidad que todos estos asesinos y conspiradores vengan de estratos sociales bajos. Son gente que se siente abandonada por un mundo que los dejó atrás, y hay estructuras de poder que se aprovechan de ese resentimiento. Eso significan las gorras de #MAGA.
Pero es muy fácil ir hasta arriba y decir que Trump, o Macri, o quien sea se beneficia de estos supremacistas. También PewDiePie en su guerra contra T-Series, también la industria del gaming que vende estas fantasías de poder que les permiten ser, por una vez, los que ganan.
Los videojuegos violentos y militaristas, los mismos que muchos amamos y que yo mismo he analizado y recomendado, comparten una fantasía similar: una horda enemiga quiere destruir todo lo que es bueno. Sos el único héroe que hace lo que los demás no se atreven: enfrentarlos.
En un mundo de hipócritas y cobardes, tu héroe es la última línea de defensa. El triunfo depende de un sólo hombre valiente. Generalmente tu héroe incomprendido tiene final trágico. Pierde seres queridos, o su vida. La guerra no le da satisfacción, pero “es lo que hay que hacer”.
Por supuesto que Fortnite no alimenta esta fantasía. El tirador lo nombra en el manifiesto (junto a Spyro el Dragón) porque si nombrara los juegos que realmente lo inspiran, expondría el hobby a la atención real de los medios y perdería su status de héroe.
No es que los juegos te convenzan de que matar es algo bello, sino que si vos ya pensás eso, juegos como The Division, PUBG o la serie Call of Duty te hacen sentir que hay una cultura más grande que te está hablando A VOS, que entiende esa violencia que tenés adentro.
El cine comercial entendió hace rato la problemática de su propia iconografía. Compará las fantasías tipo Harry el Sucio de los ‘70 o las aventuras racistas de Rambo y Arnold de los ‘80, con las fantasías de poder codificadas, “limpias”, de los superhéroes y la ciencia ficción.
Por eso es imposible separar el gaming de su estética. Cuando el Comité Olímpico se niega a aceptar los esports no es porque se jueguen sentados en una silla, sino porque son (nos guste o no) simulaciones detalladas de asesinatos masivos, que glorifican la violencia.
No hay forma de negar que esas fantasías violentas son parte del atractivo del gaming. El marketing gira alrededor de lo gráficos que son. Por ahí no para vos, pero sí para un gran público para el que, por alguna razón los juegos se siguen diseñando y comercializando.
Los que buscan esa estética y esas fantasías los compran por eso. Los que no, nos encogemos de hombros y los jugamos igual. Quiet bailando en bolas bajo la lluvia no es contenido que esté apuntado a mí, pero tampoco dejo de jugar Metal Gear Solid V por eso.
Cerrando: el gaming alimenta una fantasía y te permite encontrar en línea otros que la comparten, figuras como PewDiePie te guiñan el ojo, las comunidades tóxicas confirman tu racismo. Ninguna es “culpable”. Pero son un caldo de cultivo, y no podemos mirar para el otro lado.
Al hacer guiños a Internet, a YouTube, al gaming, el tirador de Nueva Zelanda invita a una gran masa de gente (quiero creer) sensata a ponerse indirectamente de su lado y defender la cultura que consume en vez de hablar de islamofobia, de ultraderecha, de radicalización.
Durante tres días vi a gente que considero inteligente desvivirse defendiendo a los youtubers, a Fortnite, los foros, y a esa pelota informe que es “la cultura de Internet”. Pero nada de eso está en peligro. Nadie va a prohibir el gaming o cerrar YouTube por lo que diga TN.
Al indignarnos más por el tratamiento de Fortnite en los medios que por el crimen en sí, estamos por un rato del bando de 4chan. A esos grupos les interesa fomentar una mentalidad de “nosotros contra ellos” y alimentar la ilusión de que la cultura que aman está en peligro.
O mejor dicho, nosotros, los “moderados” que somos gamers, vemos youtube, y queremos que no nos relacionen con un asesino, terminamos defendiendo una cultura que necesita desesperadamente que se la analice desde un punto de vista más crítico.
El proceso de radicalización está ampliamente documentado. El supremacista blanco recluta hombres jóvenes de baja autoestima y tendencias violentas. En voxed se llaman entre ellos “gordos voxeros”, en 4chan son “cucks”.
Cuando estos pibes ven que “los medios” atacan al gaming y a PewDiePie se ponen en alerta. Sienten que no tienen nada, y que les van a quitar lo único que los hace felices. Vos, al dar entidad a ese debate, decís que esa guerra existe, y que hay que pelearla.
La matanza fue diseñada para ser viralizada por 4chan, reddit, y esos randos que saltan en Twitter y Facebook. La estética de FPS. El “subscribe to pewdiepie”. La canción “Gas Gas Gas” de Initial D, otro meme. Todo dice “te escucho, te veo, soy como vos”.
Y hoy el tirador sabe perfectamente que es un héroe, por eso hace esa seña, otro meme creado por 4chan para hacer referencia al supremacismo blanco. El tipo está viviendo la fantasía. Podés entrar a voxed, 4chan y 8chan y encontrar a los que lo celebran. En joda, claro.
Es una cultura que fomenta el nosotros vs. ellos, la paranoia de que están todos en tu contra y que la mejor defensa es un buen ataque, que cuando el que matás es “el enemigo”, la muerte no tiene consecuencias.
Entrá en Voxed y 4chan. Leé el odio sin editar. Y si esa imagen te aterra, no juegues más su juego. Ya ganamos. Nadie nos va a quitar el gaming, YouTube o Internet. Es hora de empezar a analizar nuestra propia cultura y entender exactamente lo que estamos comunicando.
Adjunto una versión extendida/ilustrada de este hilo para @filonewsOK. Traté de aclarar el tema de la representación de la violencia en los videojuegos y explicar un poco mejor la forma en la que el asesino manda señales a su comunidad, aún tras las rejas. filo.news/actualidad/Est…
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