Thread by @JACrespo1

Si López Obrador considera que Carlos Urzúa en realidad era un neoliberal – quizá encubierto deliberadamente, como lo sugieren algunas de sus plumas - , la pregunta sería, ¿cómo es que no lo detectó antes, conociéndolo desde hace veinte años?

Urzúa no era conocido como un neoliberal a partir de sus posiciones económicas, sino como de izquierda moderada, más bien social-demócrata.
Pero evidentemente ser social-demócrata tampoco empata con el proyecto de Amlo, más de corte nacional-estatista al estilo del viejo PRI.

De ahí que en la disputa en torno a la política energética entre Manuel Bartlett y Urzúa, López Obrador optara por el primero. Tiene mucho mayor afinidad con esa visión añeja que con la social-democracia europea. Bartlett y Amlo vienen de la misma matriz ideológica; Urzúa no.

Lo que queda claro en esto es la poca habilidad que tienen los obradoristas para percibirse a sí mismos, y por eso vienen las sorpresas. ¿No detectó Amlo la posición moderada de Urzúa? Quizá piense que estudiar y trabajar en el Tec de Monterrey le imprimió un sello neoliberal.

Amlo decidió utilizar la imagen de Urzúa en su favor para enviar un mensaje de moderación y sensatez económica. Quien quizá sí erró en su diagnóstico fue Urzúa, al considerar como social-demócrata a López Obrador, cuando claramente su línea es más nacional-estatista.

O acaso pensó Urzúa, como muchos lo han hecho, que con argumentos y datos podría modificar la visión de López Obrador, en cuyo caso también habría una enorme ingenuidad.
Sólo que Urzúa no sería el único “neoliberal infiltrado” en el gobierno.

Hay muchos, y de a de veras, justo a partir de la política de “puertas abiertas” practicada por López Obrador; recibió con los brazos abiertos a todo aquél político que, al margen de su ideología o trayectoria pasada, solicitara su ingreso y pudiera aportar algo al movimiento.

LLegaron ahí no sólo miembros del priísmo añejo, sino neoliberales, social-demócratas, panistas, devotos de Norcorea, miembros del Yunque, evangélicos y bolivarianos. Si alguno lo contradice, Amlo se sorprende y lo ubica en el costal de los malvados (si no es blanco, es negro).

Ahí está Esteban Moctezuma, secretario bajo Ernesto Zedillo, y que de hecho respaldó la reforma educativa del satánico Pacto por México. Olga Sánchez Cordero también tiene antecedentes zedillistas. Ni qué decir de Alfonso Romo, de la derecha empresarial.

Hay también en distintos cargos muchos funcionarios egresados del ITAM, cuna del “neoporfirismo” mexicano. Si cualquiera de ellos tuviera problemas, o alguna diferencia con Amlo que lo obligara a salir del gobierno, eso se adjudicaría a sus orígenes neoliberales.

Lo que Amlo exige es absoluta disciplina y sumisión a sus dictados, so pena de ser acusados de traición al movimiento (es decir, al Pueblo).