Todo sistema basado en el ejercicio del crimen como medio de sustentación, si no es desmontado tempranamente (o desarticulado, que es el término correcto) tiende a hacerse más estable y poderoso, lo que en ocasiones se traduce en un tipo de tensa paz o pax criminal. #Hilo
En su evolución, este sistema desarrolla su propia economía sobre la cual se teje una complejísima red de operadores que cuesta mucho desarticular. Es el caso de la Economía Criminal Revolucionaria (ECR) que se ha convertido en el hilo de sustentación del régimen venezolano.
La ECR no es nueva, la sembró inicialmente el galáctico casi a su llegada al poder con la impunidad selectiva ante hechos de corrupción y luego, actuando desde el propio gobierno con medidas confiscatorias de la propiedad privada.
Es importante entender que todo modelo de crimen organizado es trasnacional, por ello, la ECR tuvo momentos estelares con la creación del ALBA, luego con la expansión revolucionaria hacia Rusia, China e Irán entre el 2007 y el 2009 y ya en el 2011 con la incorporación de Siria.
Pero es en los años de radicalización del hijo del galáctico, a partir del 2014 que, producto de su incapacidad para gerenciar el Estado y la voracidad de los carroñeros que lo acompañan, que la ECR terminó hundiendo y luego sustituyendo a la economía formal del país.
Sólo basta con observar la inflación de los últimos 6 años y la caída de la producción petrolera en el mismo período para entenderlo. Por cierto, ninguna de estas dos variables tiene que ver con las sanciones impuestas desde USA y Europa.
La ECR pasó de ser un sistema complementario de sustentación del régimen a ocupar durante el 2018 y aun más en 2019 la fuente primaria de ingresos en el modelo económico que hoy le da oxígeno a lo que queda de revolución chavista.
La ECR se sustenta en el tráfico de minerales, hidrocarburos, drogas y hasta de personas que son comerciados a través de redes ilícitas internacionales y cuya utilidad se incorpora al sistema financiero, usualmente en efectivo o en criptomonedas, a través de empresas del Estado.
Es difícil estimar los montos precisos que la ECR incorpora al sistema, dada su naturaleza delictiva, pero algunos analistas señalan que están entre los 8 y 12 mil millones de dólares en 2019.
Debo destacar que no todo el dinero que se produce por el tráfico ilegal entra como recursos al país, apenas un 15 o 20 por ciento es “lavado” y utilizado dentro de Venezuela. Esto quiere decir que los recursos que maneja el crimen pudieran llegar a 70 mil millones de $ en 2019
La tragedia de este modelo es que además de lo criminal, ese dinero no hace a la población más próspera, al contrario, la empobrece, pues no requiere de empleos productivos y hace a los ciudadanos dependientes de las dádivas que se chorrean de los bolsillos de los capos.
El régimen, en su empeño por simular estabilidad, ha acelerado rápidamente los medios para incorporar capitales al sistema, con ello ha logrado reducir la inflación, pues ha empequeñecido a la economía formal en comparación con la cantidad cash que entra como circulante.
Si usted se pregunta de dónde salieron los 2 millones de perniles que repartirán en Navidad o por qué la gente paga en las polleras con billetes de 50 euros, entienda que todo eso viene del robo sistemático y organizado que nos hacen a todos los venezolanos.
