1. Siempre me ha parecido odioso el término "feminazi". De repente llegan estas babosas y logran que la palabreja parezca razonable o, por lo menos, verosímil. Y miren que odio los libros de terapia de conversión y similares, pero...
2. Vamos por orden. Parte de mi familia fue víctima de la barbarie nazi. Así que no es fácil que me convenzan de que algo o alguien es "nazi". Menos aún, que la causa feminista puede parecerse a ello. Claro, tiene sus extremistas, pero hay distancias.
3. El feminismo, como todo movimiento social, es complejo. Al interior coexisten diversas tendencias y posturas, y uno de los grandes retos del feminismo es ponerse de acuerdo para luchar al parejo y con los mismos objetivos. Seguro que hay militantes odiosas, pero...
4. Pero hasta este momento, no había visto ninguna posibilidad de compararlas con el Nazismo. Ni desde la perspectiva de lo que motiva su lucha, ni desde la comparación de sus estrategias y acciones. Hasta que llegaron estas mensas.
5. Los libros de terapia de conversión, auto-ayuda en general, obras de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Miguel Ángel Cornejo, o similares, siempre me han parecido bodrios impresos, deleznables, nauseabundos, putrefactos, despreciables y de p...ta mierda. Pero...
6. Hay una realidad que tengo que admitir: Idioteces siempre van a circular en la calle. No se acaban de inventar. Y al final yo soy quien decido si los compro y los leo o no (la respuesta obvia es no). Incluso, todavía puedo darme el lujo de decidir que mi hija tampoco los lea.
7. Dado que se trata de un tipo de literatura que no estoy obligado a leer, ni estudiar y mucho menos avalar o creer, no me queda más remedio que respetar el espacio que les corresponde con base a la libertad de expresión. Total, seguro quienes escriben o leen eso han de decir...
8. Que lo que yo escribo es terrible, que soy peor que un ateo descreído, y que son inmoral y zafio. Lo cual me vale un pepino. Pero ni modo. Se tienen que aguantar porque yo ejerzo mi libertad de expresión. Y es que hay que entender para qué existe esa libertad.
9. Libertad de expresión significa que tienes que tolerar que lo que te caga la madre también puede expresarse. No se diseñó para que sólo se publique lo que te gusta, sino para que todos -ni modo: TODOS- tengamos la posibilidad de opinar, aunque sean puras p3nd3jadas.
10. Por supuesto, hay límites. Y el Nazismo es, justamente, un buen referente: A los discursos de odio no se les debe permitir la libertad de expresión aunque sus promotores chillen y digan que también tienen ese derecho. Pues no. Los derechos, en casos extremos, se pueden negar.
11. Un discurso que llama abiertamente a institucionalizar el racismo y exterminar a quienes considera indeseables (como el Nazismo) no tiene cabida en una sociedad civilizada y basada en el concepto de los Derechos Humanos. Algo más o menos parecido al dilema de las democracias.
12. Me refiero a que una democracia no tiene por qué soportarlo todo. Los grupos que quieren usar la democracia para destruir la democracia, deben ser relegados de la vida política. Si no se hace a tiempo, aparecen los Fideles, los Hugos, los Maduros, los Evos, los López.
13. Ahora bien: No se confunda el discurso de odio con el discurso furioso, ni con el discurso idiota. En muchas ocasiones, el discurso feminista ha sido furioso. Y los libros de terapias de conversión y similares son, por definición, idiotas. Qué digo: Idiotérrimos.
14. Pero ni modo. Son una expresión de los polos que existen en nuestra sociedad, y que -nos guste o no- tienen que estar en diálogo permanente. ¿Es odioso? Claro. No es nada agradable soportar lo que dice un idiota que sigue pensando que la homosexualidad es del diablo.
15. Pero ahí es donde debe brillar la confrontación de ideas. El debate elevado. La posibilidad de confrontarnos cara a cara, bajo marcos legales que garanticen la integridad de todos, y en los que se pueda mostrar CON ARGUMENTOS quiénes son idiotas y quiénes no.
16. Quemar libros es un exceso que se sale de ese marco democrático y de libre expresión. La historia lo ha demostrado. Dice la sabiduría judía que el que hoy quema libros, mañana quemará personas. Así empezó la Inquisición. Así empezó el Nazismo.
17. Así que me declaro profundamente decepcionado de lo que estas taradas hicieron. Es un nivel de violencia abstracta innecesario, que lo único que va a traer es desprestigio sobre su causa, y el demérito injusto de las causas legítimas por las que luchan.
18. Sí, la ideología de quienes hablan de terapias de conversión y similares es algo odioso. Hay que confrontarlos. Desde mi propia tribuna me encanta la idea de ser cómplice en ello. Es muy divertido verlos zozobrar y colapsarse en el debate serio. No necesito quemar sus libros.
19. Es mil veces más útil y valioso un video donde una feminista demuestra su altura de ideas y nivel de argumentación, y aplasta a un antropoide moralino y de conservadurismo recalcitrante, que un video donde las feministas bailan al son del fuego y la carencia de ideas.
20. Ni modo. Hay que admitirlo: El error que están cometiendo los sectores más extremistas y violentos del feminismo, es pensar que no hay alternativas y todos tienen que aceptar a güevo su agenda y sus posturas ideológicas. Es chistoso, porque se convierte en una paradoja...
21. No están luchando por la liberación de la mujer, sino por su sumisión a otro enfoque de las cosas. Dicho lo cual, ni me vengan a joder con que estoy cayendo en el mansplaining ni p3nd3jadas de esas. Sí, es mi opinión de hombre y no tengo otra.
22. Ojalá el feminismo como movimiento global pronto disponga de las herramientas y las estrategias para superar esto, y para superar a estas. Ahí sí ya no me meto a decir qué necesitan. Eso sí sería andar de metiche. Pero ojalá lo logren. Urge. Es necesario.
23. Las verdaderas luchas, las causas legítimas a favor de las mujeres, lo requieren. Y rebajarse a quemar libros -como los nazis- no ayuda en absolutamente nada. Sólo rebaja y demerita algo que no merece exponerse a semejante ignominia.
