Poco después de las 9 am de hoy llegó un mail diciendo que Genaro Gcía L sería presentado (“arraigned”) hoy a las 10 am en Brooklyn. El acusado llevaba una semana o más en Nueva York y aunque esto se llevó a cabo hasta poco después de las 2 pm, la premura fue inusual:
...con el mismo Chapo las fechas de las citas con el juez, la selección del jurado y demás eventos se daban a conocer con días de anticipación. Ni siquiera sus abogados titulares, Lauren Dickie, Juan P. Morillo y el mexicano Martín Cano...
...cuyo despacho Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan se especializa en defender clientes de cuello blanco —de México defendieron a Oceanografía y a Oro Negro—, pudieron llegar a tiempo: GL fue representado en un bomberazo de última hora por el relevista César de Castro.
Más allá del detector de metales de rigor a las puertas de todo edificio federal, la seguridad al entrar a la sala 2A fue nula. Tampoco había gran público: llenábamos la pequeña sala los compañeros reporteros de siempre, un par de agentes del FBI con apariencia de surfistas,
los abogados de uno y de otro lado, la familia del acusado —esposa y dos hijos, que continuamente le pedían con el puño levantado que tuviera fuerza— y un personaje que estaría en su elemento en cualquier episodio de Narcos México,
...que llegó temprano y solo y que se sentó en la esquina trasera, asintiendo enfáticamente cuando la jueza Peggy Kuo le negó a GL la libertad provisional Parece que los halcones mexicanos vuelan hasta Nueva York.
Los cargos fincados por la fiscalía fueron cuatro: posesión, tráfico, e importación de cocaína, y haberle mentido a la autoridad en formas migratorias. De todos, García Luna se declaró inocente.
Los fiscales Ryan Harris y Erin Reid recalcaron que estos crímenes deben enmarcarse dentro de su abuso de poder y su complicidad con el cartel de Sinaloa mientras el acusado fue jefe de la AFI y luego secretario de seguridad, poco después del año 2000 y hasta pasado el 2010.
La llegada de García Luna a la corte fue precedida por un concierto de cadenas y esposas que tintineraron tras la puerta al serle retiradas de brazos y piernas. El hombre que entró a pararse por apenas 10 o 15 minutos frente al juez era una sombra gris y rota,
vestido con una sudadera parda y arrugada de cuyo cuello salía una descuidada etiqueta. Sólo cuando posó una mirada vaga sobre su familia esbozó una sonrisa lacia.
Hasta el día de su arresto García Luna llevaba un tren de vida envidiable en Miami,
Hasta el día de su arresto García Luna llevaba un tren de vida envidiable en Miami,
...donde esperaba en cualquier momento recibir la ciudadanía; allí residía legalmente desde el 2012, habiendo entregado la aplicación final para naturalizarse el año pasado. Sin duda los cargos contra quien los gringos llamaban el Edgar J Hoover mexicano (achíquenle, achíquenle)
se reforzaron o concretaron luego de las revelaciones del Rey Zambada durante el juicio del Chapo, y las de Sergio Villarreal Barragán, alias “El Grande” —por medir casi 2 metros de altura—, lugarteniente del Cártel de los hermanos Beltrán Leyva...
extraditado en 2012 quien habría acusado a GL de “desaparecer” a un par de enemigos del cártel. El Grande casualmente fue liberado hace apenas una semana o dos por sus buenos servicios.
Lo que falta ver es si el arresto de García Luna es realmente la feliz conclusión de una investigación previa solidificada a partir de declaraciones como las anteriores, o si se llevó a cabo precisamente ahorita como un mero paso hacia personajes ulteriores.
Lo que sigue es que el acusado se presentará ante el juez Brian Cogan, el mismo que llevó el juicio del Chapo (en los USA suelen usar los mismos jueces para casos relacionados en hechos o en acusados), el 21 de enero a las 9.45 am.
A partir de allí, su equipo tiene 70 días para negociar, tiempo durante el cual puede cambiar su estatus de no culpable al de culpable, antes de que comience el juicio. Si sigue declarándose no culpable, entonces irá a juicio...
durante el cual podemos esperar revelaciones tan o más explosivas que las que se dieron cuando Guzmán. Si durante esos 70 días negocia un buen arreglo, cambiará su declaración a culpable y no habrá juicio alguno:
las revelaciones que derramará a cambio de una menor sentencia serán a puerta cerrada, y las consecuencias de esa información se materializará en arrestos —siempre del lado gringo, no vayan a creer— quizá tan sorpresivos como el del mismo García Luna.
Esperemos sentados, que esto apenas comienza.
