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¿Es cierto q la atención solo dura X minutos y por eso las clases deberían durar X minutos? ¿Podemos hacer 2 cosas a la vez? Atendiendo a vuestras sugerencias, inicio el año con un hilo sobre una cuestión tan compleja como relevante: la atención y su relación con el aprendizaje.
¿Qué es la atención? Esta pregunta ha llevado de cabeza a los científicos cognitivos durante décadas, y su conclusión puede resumirse en las palabras de uno de los investigadores más destacados en este ámbito, Harold Pashler (1999): "Nadie sabe lo que es la atención".
En efecto, existen varias maneras de interpretar lo que es la atención, y todas tienen sus pros y sus contras, por lo que aquí expondré una que resulta especialmente útil en el contexto de los procesos de aprendizaje.
Para ello, resulta crucial recordar el concepto de «memoria de trabajo» del q hablé en hilos anteriores: ese "espacio" mental en el que situamos la información de la q estamos siendo conscientes en cada momento, ya proceda del exterior o de nuestra memoria a largo plazo.
Así, en estos momentos su memoria de trabajo está siendo ocupada en buena parte por lo que está leyendo aquí.
Por otra parte, si le pido que me diga de qué color es un gorila (normalmente), recuperará imágenes de gorilas que estaban en su memoria a largo plazo y las situará en su memoria de trabajo, donde accederán al plano consciente de su mente.
Además, en la memoria de trabajo es donde podemos manipular información conscientemente: por ejemplo, podemos visualizar el gorila de color lila o verde, o podemos hacer una operación matemática como 87 x 5, entre muchas otras cosas.
En definitiva, la memoria de trabajo es el espacio donde recordamos, donde imaginamos y donde razonamos. De hecho, la vocecita interior que nos habla cuando leemos o cuando pensamos forma parte del módulo auditivo de la memoria de trabajo.
A diferencia de la memoria a largo plazo, cuya capacidad es virtualmente ilimitada, la memoria de trabajo se llena con facilidad. Solo hay que tratar de resolver una operación como 458 x 983 mentalmente para percatarse de ello.
Así las cosas, salta a la vista q los conceptos de atención y memoria de trabajo están íntimamente relacionados. Desde una perspectiva cognitiva, la atención podría definirse como el proceso q nos permite seleccionar la información q entra y se mantiene en la memoria de trabajo.
Por eso, cuando decimos q solo podemos prestar atención a una cantidad de información limitada en un momento concreto, en realidad estamos apelando a la limitación de capacidad de la memoria de trabajo, en la cual solo «cabe» una cantidad de información reducida al mismo tiempo.
Visto así, las limitaciones de la atención no se definirían en términos de capacidad sino más bien en términos de regulación, concretamente, la habilidad para controlar qué ocupa en cada momento el reducido espacio de la memoria de trabajo y qué se queda fuera de él.
En este sentido resulta crucial apreciar q la atención es un proceso dinámico q va cambiando su foco continuamente, queramos o no. El sistema atencional ha evolucionado para priorizar cualquier estímulo sobresaliente del entorno. Es una cuestión de supervivencia.
Y aunque no haya un estímulo sobresaliente, la atención tiende a ir y venir de aquí para allá, porque para nuestra conservación resulta oportuno ir monitorizando el entorno periódicamente, en búsqueda de estímulos q puedan resultar relevantes.
Así, es muy habitual q en el transcurso de cualquier tarea desviemos nuestra atención varias veces (hacia objetos del entorno o pensamientos espontáneos). Siempre y cuando regresemos al objeto q debería ser nuestro foco de atención, esas breves "distracciones" no serán graves.
Por ello, en el contexto de una clase, no tiene mucho sentido decir que "la atención dura tanto o tanto otro", excepto en tareas que requieren de mucha concentración.
En realidad, este mito sobre la duración de la atención y las clases probablemente procede de malinterpretar los estudios sobre un tipo de atención extraordinariamente intensa que denominamos «vigilancia».
Es el tipo de atención q deben mantener los vigilantes de la playa o el personal de seguridad de los aeropuertos que se dedica a revisar el contenido de los equipajes cuando pasan a través de los rayos X.
En estos casos de concentración intensa, sabemos que a partir de los 30 minutos se empiezan a cometer errores con demasiada frecuencia (uno deja de ver lo que busca o lo ve donde no lo hay). Pero esto no tiene nada q ver con el tipo de atención requerida en clase.
Por ello, hablar de la duración de la atención en clase no es tan relevante como hablar de motivación, q es la q realmente nos lleva a redirigir la atención una y otra vez hacia las actividades de aprendizaje, y q a la práctica no conoce límites, a excepción del cansancio físico.
Por supuesto, esto no quiere decir que no sea un inconveniente padecer un trastorno de déficit de atención. ¡Lo es! La atención es clave para el aprendizaje, porque todo lo q aprendemos conscientemente debe pasar por la memoria de trabajo...
...y debe permanecer en ella el tiempo suficiente como para realizar asociaciones con aquello que ya sabemos. En efecto, en la memoria de trabajo se produce el aprendizaje porque es el lugar donde vinculamos lo q estamos aprendiendo con lo que ya sabemos.
La capacidad de mantener la atención en una tarea específica y no dejarse distraer por otros estímulos o pensamientos (control inhibitorio) y la capacidad de cambiar el foco de atención con rapidez (flexibilidad cognitiva) son dos procesos cognitivos superiores esenciales.
Junto con la memoria de trabajo, estos procesos constituyen las llamadas funciones ejecutivas (Diamond 2013). Dichas funciones se relacionan con habilidades tan relevantes como la capacidad de planificar, el autocontrol de la conducta y la resolución de problemas, entre otras.
Y, desde luego, son esenciales para el aprendizaje. Pero volvamos a la atención. ¿Qué debemos tener en cuenta por lo q respecta a ella? Pues bien, además de la necesidad obvia de enfocarla hacia la tarea de aprendizaje, lo mismo q ya comenté en relación a la memoria de trabajo:
Me refiero ni más ni menos q a la «teoría de la carga cognitiva». Así es, la memoria de trabajo es limitada, por lo q no podemos sobrecargarla con demasiadas cosas a la vez. De hecho, no podemos hacer dos cosas a la vez.
Cuando nos parece q hacemos dos cosas a la vez, en realidad estamos alternando nuestro foco de atención entre una y la otra de forma rápida y reiterada. Y esto tiene un precio: acabamos haciendo las dos cosas peor que si hiciéramos primero una y luego la otra (Gopher 2000).
Por ejemplo, trate usted de contar del 1 al 20 y luego del 20 al 1. Ahora trate de alternar una cosa y otra: 1 - 20 - 2 - 19, etc. ¿De qué manera ha tardado más? Y ya no le voy a pedir q resuelva una operación como 12 x 15 mientras sigue leyendo este hilo. ¡Sin dejar de leer, eh!
El llamado "multitasking" es un mito. Y por mucho que ahora nos veamos continuamente inmersos en situaciones de "multitasking" (debido en buena parte a los móviles), la habilidad de "multitasking" en general no existe como tal y no se puede mejorar.
Con todo, sí existe una situación en que podemos hacer más de una cosa a la vez. Esta situación solo es posible cuando las cosas que hacemos (menos una) no requieren de atención para ser realizadas. Y esto es posible cuando alcanzamos la «automatización» de dichas tareas.
Para apreciar la automatización resulta muy útil recordar cómo aprendimos a conducir (o manejar, para los amigos del otro lado del océano). Al principio debíamos estar pendientes de todo: el volante, los pedales, las marchas, los espejos, el tráfico, las señales, los peatones...
A duras penas podíamos atender al instructor. Sin embargo, con la práctica todas esas cosas se automatizan hasta el punto que podemos conducir sin prestar atención a lo que hacemos y podemos centrarnos solamente en el tráfico, las señales... (q es en lo q deberíamos centrarnos).
Leer también es un buen ejemplo de automatización. El lector experto ha automatizado la decodificación de letras y palabras a su representación fonológica (q aparece en la memoria de trabajo como una vocecita) de tal manera q puede centrarse en el significado de lo q lee.
En cambio, los lectores incipientes deben centrar su atención en descifrar los sonidos que representan las letras y apenas pueden atender al significado de lo que leen (LaBerge y Samuels 1974).
La automatización se adquiere con mucha práctica y es útil para determinadas tareas, porque libera espacio en nuestra memoria de trabajo q podemos dedicar a otras cosas (Anderson 1982). El caso de la automatización de la decodificación lectora es un buen ejemplo.
Pero alcanzar la automatización requiere de mucha práctica, lo que puede resultar arduo si lo que se practica no se aprecia útil. Por ello, resulta crucial decidir qué aprendizajes realmente vale la pena automatizar y cuáles no.
Antes de acabar, una curiosidad: una vez se adquiere la automatización, ya no podemos evitar hacer la tarea automatizada si en el entorno se dan las condiciones q la activan. Por ejemplo, mire la palabra siguiente pero, por lo que más quiera, no la lea:

IMPOSIBLE
En efecto, es imposible. Lo mismo sucede cuando sube a una escaleras mecánicas o una cinta transportadora que estén paradas y al salir de ellas su cerebro ajusta los músculos de las piernas como si saliera estando en marcha, por mucho q usted sepa q está parada.
En definitiva, la automatización se da tanto en tareas motoras (p.ej. atarse los cordones de los zapatos) como cognitivas (p.ej. decodificar palabras en sonidos). En todos los casos depende de la práctica y una vez adquirida nos permite realizarlas sin prestarles atención. FIN
Referencias:

Anderson, J. R. (1982). Acquisition of cognitive skill. Psychological Review, 89(4), 369-406.

Diamond, A. (2013). Executive functions. Annual Review of Psychology, 64, 135-168.
Gopher, D., Armony, L., & Greenshpan, Y. (2000). Switching tasks and attention policies. Journal of Experimental Psychology: General, 129(3), 308.
LaBerge, D., y Samuels, S. J. (1974). Toward a theory of automatic information processing in reading. Cognitive Psychology, 6(2), 293-323.

Pashler, H. E. (1999). The Psychology of Attention, Cambridge, MA: MIT Press.
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