A quien adopta una perspectiva keynesiano-kaleckiana basada en la demanda efectiva, se le suele objetar que en su visión la oferta no interesa, que su lectura carece de límites. Se suele preguntar: “¿Entonces para vos la demanda puede crecer infinito y no pasa nada?”. Va hilo.
Analizando bien las ideas involucradas, es el ortodoxo quien desconoce todo límite de oferta con la excepción del pleno empleo. Veamos.
Si aceptáramos que la sustitución factorial es perfecta, por ejemplo, imponiendo condiciones de Inada (pueden ver esto en cualquier manual de crecimiento), no tendríamos ningún limite de oferta para aumentar la producción al máximo y alcanzar el pleno empleo.
Si un factor no está disponible, pues se encarece y a través de la sustitución factorial va perdiendo relevancia en el proceso productivo. En el límite su utilización es nula.
Si otro factor se encuentra disponible en abundancia, su precio cae y su participación tenderá a crecer hasta el límite del pleno empleo…
Bajo esta condición no existen bienes básicos, condiciones imprescindibles e insustituibles, como ocurre en el pensamiento económico clásico (Petty, Quesnay, Smith, Ricardo, Marx, Sraffa, Von Neumann, etc.).
Si no hay alimentos suficientes el sistema de precios se encarga de resolverlo… comemos menos y sustituimos la comida por otras cosas. ¿No hay ingenieros? Construimos edificios incorporando más trabajadores no calificados, más capital o cualquier otro recurso disponible.
De igual modo, si faltan dólares, la devaluación (otra vez el sistema de precios) siempre garantiza que las cosas se van a acomodar de la manera más conveniente (este punto requeriría otro hilo).
Como nuestra ‘función de producción’ es tan flexible, garantiza una elasticidad-precio a toda prueba e inmune a cualquier restricción.
Ahora bien, si retornáramos al mundo realmente existente, a esa maldita realidad en la que estamos condenados a vivir, sabríamos que Inada y la sustitución perfecta son una quimera. Los bienes básicos, así como los límites de oferta, existen.
Si hay una restricción en la oferta de alimentos estamos sonados. Sin ingenieros no podemos construir puentes y sin dólares tenemos restricción externa. “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” dice el catalán.
Lo que plantea que quien defiende una posición keynesiano-kaleckiana no es la ausencia de límites, sino que en general los límites aparecen mucho antes del pleno empleo, debido a la presencia de esas otras restricciones, llamémoslas de ‘oferta’ convención.
Quien se encuentra del otro lado de la grieta no imagina que el sistema de precios pueda resolver cualquier restricción de oferta.
En síntesis, quien argumenta que en el crecimiento la causalidad proviene de la demanda no desconoce límites de oferta. Ocurre que restricción no equivale a causalidad. La oferta no determina la demanda.
Podemos tener muchos ingenieros manejando Uber, una montaña de dólares en el Banco Central (Brasil), alta productividad agrícola, y no obstante ello estar en recesión o estancados. Sencillamente se produce para ganar plata… y ello depende de las ventas, de la demanda.
