El mito del Minotauro, mitad hombre mitad toro, es el legado de los cultos taurinos extendidos por todo el Mediterráneo en tiempos antiguos, donde el toro es símbolo de fuerza y fertilidad. 
El origen del Minotauro se remonta a la historia del rapto de Europa, según la versión de Ovidio en las “Metamorfosis”. Cuenta que Europa, hija de un rey de Fenicia, salió un día a pasear con su padre y un séquito cerca de Tiro.
Fue allí donde advirtió, entre los rebaños de su padre un toro blanco de pelaje inmaculado que no había visto nunca. El toro tiene la mirada dulce, ella se acerca y lo acaricia.
El aliento del toro exhala olor a azafrán. El animal se tumba a los pies de la joven para que ella pueda subirse a su lomo, cuando lo hace, se yergue de inmediato y se arroja al mar, nadando, nadando hasta alcanzar la isla de Creta.
El toro blanco muestra entonces su verdadera naturaleza, pues no es más que el propio Zeus, soberano de todos los dioses, quien había adoptado esa forma para raptar a la joven de la que se había enamorado.
De la unión entre Zeus y Europa nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis. Después Zeus dio la mano de Europa al rey de Creta, Asterión, quien adoptó a sus hijos como si fuesen suyos.
Tanto, que a la muerte de Asterión, fue Minos quien reivindicó el trono de Creta. Para demostrar a sus hermanos que él era escogido por los dioses para reinar, anunció que Poseidón le entregaría un toro.
El dios de los mares debía hacer salir del mar un toro blanco de belleza incomparable, como el toro que en su día sedujo a Europa. Un toro, que Minos prometió devolver a Poseidón sacrificándolo en su nombre.
El dios cumplió su parte e hizo emerger un toro blanco de entre las aguas, consiguiendo que Sarpedón y Radamantis acataran la voluntad divina de dejar gobernar a su hermano sin ofrecer resistencia.
Pero Minos no cumplió con la suya, en lugar de sacrificar al animal y devolvérselo a Poseidón, mandó encerrarlo en sus establos como semental para su ganado. Como era de esperar, Poseidón estalló en cólera.
Para vengarse no se le ocurrió otra cosa que repetir algo que ya hemos visto en el mito de Europa, despertó en la mujer de Minos, Pasífae un pasión ciega por el toro robado.
Es una constante en los mitos, que el pecado de insolencia contra los dioses no sea castigado a la persona que lo comete, sino en alguien cercano que a la larga hará sufrir mucho más al infractor.
Es así, como víctima del deseo irrefrenable inspirado por Poseidón, Pasífae pide ayuda al arquitecto Dédalo que había llegado a Creta huyendo de Atenas.
El maestro ateniense le fabricó una vaca de madera recubierta con piel de vaca auténtica, con el fin de que ella se introdujera en su interior. Fue así como consiguió copular con el deseado toro blanco de Poseidón.
De ese encuentro nacería el Minotauro, un ser híbrido dotado con cuerpo humano pero con cabeza de toro. Su nombre no significa más que “Toro de Minos”.
Para ocultar la vergüenza que se había abatido sobre su familia, Minos, volvió a recurrir a Dédalo para que construyese un laberinto tan tortuoso del que fuese imposible salir una que se entraba.
Allí encerraría al Minotauro. La desgracia que supuso su nacimiento para Minos no aplacó la cólera de Poseidón quien transformó el toro que había entregado a Minos en un ser furioso que escapó de su establo.
El toro aterrorizó a los habitantes de Creta durante años hasta que Hércules, en uno de sus trabajos, consiguió domarlo y llevárselo consigo a Atenas. Pero su doma no resultó ser tal, y el animal volvió a sus andadas.
Entre los estragos que causó en Atenas, llegó a matar de una cornada a Androgeno, uno de los hijos de Minos que se encontraba allí para participar en unas Olimpiadas. Obviamente no sentó bien a Minos.
Éste creyó que los atenienses habían llevado el toro ante su hijo para enfrentarlos, lo que acabó en una guerra entre Creta y Atenas de la que Minos salió victorioso.
El tributó que exigió a los vencidos atenienses no fue otro que la entrega cada siete años de siete jóvenes para alimentar al Minotauro. La tercera vez que Atenas tuvo que hacer esta entrega, algo pasó.
Teseo, hijo del rey ateniense Egeo, pidió formar parte del grupo de jóvenes que eran enviados para alimentar al Minotauro. Teseo prometió a su padre matar a la bestia y liberar a Atenas de esta sumisión.
Marchó en un barco provisto de velas negras asegurando a su padre, que de volver victorioso, a la vuelta el barco enarbolaría velas blancas.
En Creta, el joven Teseo, contó con la inesperada ayuda de Adriana, hija de Minos y Pasífae. La joven le describió el laberinto y le propuso un sistema que le permitiría al joven no perderse.
Le hizo entrega de un enorme ovillo de hilo que podría ir devanando y al que podría seguir para encontrar el camino de vuelta una vez que matase al Minotauro.
A cambio de esa complicidad, Teseo prometió a Adriana convertirla en su esposa y llevarla a Atenas. La idea de Adriana función, Teseo mató al Minotauro sin complicaciones y encontró la salida del laberinto.
Se llevó en su barco a Adriana como le había dicho, pero al hacer escala en la isla de Naxos, la dejó allí abandonada. El dios Dionisio la consoló llevándola al Olimpo.
Mientras Teseo siguió su viaje hacia Atenas, pero embriagado por su victoria, olvidó cambiar las velas de su barco. Llegó a la costa de Atenas blandiendo las velas negras con las que había zarpado.
Cuando Egeo divisó las velas negras enloqueció de dolor y se precipitó al mar pensando que su hijo había muerto. Egeo desapareció en el mar que lleva su nombre y Teseo ocupó su lugar en el trono.
¿Se olvidó realmente Teseo de cambiar las velas? En Creta, mientras tanto, Minos supo de la muerte del Minotauro, la traición de su hija y de que la idea del ovillo había sido idea de Dédalo.
Castigó al arquitecto ateniense a ser encerrado junto a su hijo Ícaro en el laberinto. Allí el ingenioso Dédalo consiguió construir dos pares de alas enganchadas a sus cuerpos con cera.
Volando con dichas alas, padre e hijo consiguieron escapar volando del laberinto, pero el imprudente Ícaro, se elevó tan alto en el cielo, que el sol fundió la cera de las alas y se precipitó al mar.
Minos buscó a Dédalo de ciudad en ciudad por el Mediterráneo, para hallarlo, diseño un acertijo que sólo el ingenioso ateniense podría resolver. Ofrecía una caracola espiral y pedía que fuese enhebrada completamente.
Cuando llegó a Sicilia con el acertijo, el rey Cócalo sabía que Dédalo podría resolverlo, así que busco al anciano al que había acogido en su reino y le planteó el acertijo.
Dédalo ató un hilo a una hormiga y la introdujo en la concha para que esta recorriese todo su interior, consiguiendo así enhebrar completamente la caracola por dentro y por fuera.
Minos supo entonces que Dédalo se escondía en la corte de Cócalo y le exigió que le fuese entregado. El rey accedió pero convenció a Minos para que antes se tomase un baño.
Fue entonces cuando las hijas de Cócalo mataron a Minos en un baño de agua hirviendo. Sus restos se devolvieron a los cretenses en cuyo sarcófago escribieron: “la tumba de Minos, el hijo de Zeus”.
No hay pruebas arqueológicas, hasta donde yo sé, de que el famoso laberinto del Minotauro existiese. El tributo de los jóvenes que debían alimentar al Minotauro existiese pero para el Minotauro,
sino para formar parte de los espectáculos taurinos minoicos. Los pobladores de Creta, la isla situada al sur de Grecia y el sudeste deTurquía, recibieron el nombre de minoicos por el mito de Minos.
Sir Arthur Evans, quien dio nombre a los minoicos, propuso, basado en el arte encontrado, que el origen de los habitantes de esa civilización se encontraba en el norte de África.
Otros autores han sugerido otros orígenes, como los Balcanes, Anatolia o Oriente Medio. Los análisis genéticos de huesos minoicos de hace 4.400-3.700 años ayudan a desvelar un poco su origen.
nature.com/articles/ncomm…
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Los análisis genéticos descartan el origen norteafriano de sus pobladores, relacionándolos con los europeos del neolítico, originarios de Anatolia que hace 9.000 años migraron hacia Europa y también Creta.
La ocupación de la isla coincide en el tiempo con las migraciones de los agricultores y pastores de Anatolia, donde los estudios actuales sugieren que se domesticaron los uros que dieron lugar a los toros.
De hecho, mi intención era hablar hoy de la domesticación del uro, pero el mito del Minotauro ha consumido todo el hilo. Hablaré de ello en el próximo hilo.
Muchas gracias por la lectura.
