- En camino - dice mi compañero de prácticas.
Yo, pienso: no sabe lo que le espera.
HILO 👇
- Señora – le dice mi compañero - en tema de ruidos tiene usted que llamar a Policía Local porque ellos tienen com…
- Ojalá fuera esto tema de ruidos, compi.
A todo esto, la mujer, con la oreja puesta en la puerta de la casa de su vecina, llama insistentemente.
- ¡Carmen, Carmen!
Nada.
- Nos fuimos de viaje hace quince días y ya se escuchaba así la tele - me responde -. Anoche regresamos, y todavía seguía así. Es muy raro. Siempre abre la puerta cuando la llamo.
- Carmen es viuda ya hace años, tiene tres hijos y muchos nietos – me responde. Se acerca a mí y casi susurrando añade – pero como si no tuviera, porque creo que no vienen nunca.
Lo de siempre.
Pinta muy mal.
La cara de mi compañero es todo un poema. Está blanco. Ya sabe porque estamos ahí.
- Compi – le digo a mi compañero de prácticas – quédate aquí y que no pase nadie. Compañeros tampoco.
¿Carmen y su marido? - pienso.
Al lado de esta foto, veo el hueco alargado de otra que ya no está.
Moscas volando.
El olor se hace inaguantable.
La tele está tan alta que no puedo ni escuchar la emisora.
Entro al salón. Es un salón amplio con una gran mesa alargada de madera. Muchas sillas.
En el mueble, más fotos de recuerdos familiares.
Está sentada. En el sofá. Como si viera la tele. Cabeza ladeada. Justo a su lado, un teléfono fijo encima de una mesita.
- ¡Puta mierda de vida! – pienso.
Carmen y su marido riéndose, sentados en la mesa del salón, junto con todos sus hijos y nietos.