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Lo prometido es deuda, así que aquí está el hilo sobre el mito del Diluvio Universal mesopotámico, con su protagonista, Atrahasis, el excesivamente sabio. Los invito a leer esta gran historia y a que nos olvidemos durante unos minutos de todo lo que nos angustia. ¡Vamos!
El relato del hombre sabio y viejo que es advertido por los dioses sobre un desastre inminente y que construye un arca para salvarse a sí mismo y los suyos es bien conocido. Inmediatamente un nombre se nos viene a la cabeza: Noé.
Pero el tema en sí es mucho más viejo que la versión bíblica que todos conocemos, y cuenta con siglos y siglos de antigüedad. De hecho, era un tópico sumamente común entre los pueblos del antiguo Oriente Próximo: desde sumerios y acadios, hasta hititas, judíos y ugaríticos.
Claro que esto es una idea muy reciente: hasta entrado el siglo XX, se pensaba que la única versión (y la original) era la historia de Noé. El primero en poner en duda esto fue el inglés George Smith no mucho después de que el cuneiforme se proclamara oficialmente descifrado.
Perteneciendo a esa generación de estudiosos que dio forma a la asiriología en tanto disciplina histórica, su descubrimiento causó mucho revuelo en el mundo académico. Y es que decía haber encontrado la historia del Diluvio en textos recobrados de la biblioteca de Ashurbanipal.
Smith tradujo ciertos fragmentos de tablillas datados al siglo VII a.C. y encontrados en las ruinas de Nínive. Para su sorpresa antes que la de nadie, había descifrado el relato sobre un tal “Atarpi” que construía un arca ante el advenimiento de una gran inundación. Familiar ¿no?
Fue tal la impresión que causó entre sus pares académicos cuando se propuso leer su traducción frente a la Sociedad de Arqueología Bíblica el 3 de diciembre de 1872, que, hasta el primer ministro del momento, William Ewart Gladstone, asistió a la presentación.
Por supuesto, hubo escépticos. La versión asiria, argumentaban, podía ser sin problemas la copia de la original bíblica. Pero el tiempo los mostraría equivocados a medida que las nuevas excavaciones hacían aparecer fragmentos en acadio más y más antiguos.
El tiempo y la labor de nuevos asiriólogos permitió completar los baches y corregir los errores de la obra de Smith: así, por ejemplo, se descubrió que el verdadero nombre del protagonista no era Atarpi, sino Atrahasis.
Hoy en día contamos con numerosas versiones en estado más o menos fragmentarios. La más antigua es la que data del periodo paleo babilónico (ca. 1700 a.C.), al reinado del nieto del famoso Hammurabi, y parece que esta estableció el canon del que las demás fueron copias.
Pero ¿qué es esta “Épica de Atrahasis”, tal como se la ha venido a llamar? Es un fragmento de la mitología y cosmovisión mesopotámicos. Es tanto una explicación al origen del hombre como a su destrucción. Es incluso un análisis sobre la sociedad y la naturaleza del hombre mismo.
La historia era tan famosa en tiempos antiguos, que sus personajes y temas son mencionados en otras grandes obras que circulaban por la Mesopotamia, como el Poema de la Creación Babilónica, la Épica de Gilgameš y la tardía Babyloniaca del sacerdote helenístico Beroso.
Aquí nos basaremos en la versión más antigua, con traducciones al español desde la versión en inglés de Foster.
El personaje principal es este hombre, que dependiendo de la versión o bien es hijo del rey de la ciudad de Shuruppak, o bien él mismo es el rey. También varía su nombre de texto en texto, y en general hace referencia a uno de sus atributos
Atrahasis significa en acadio “el excesivamente sabio” o “el súper-sabio”, si nos permitimos la licencia lingüística. En Gilgameš, su nombre es Ut-napishtim, cuyo significado podría ser algo así como “el que encuentra la vida”, refiriéndose a su extremada longevidad.
Ziusudra, el nombre sumerio, sería una traducción de Ut-napishtim. En todo caso, son su sabiduría y su larga vida (explicada por su estrecha relación con los dioses) sus cualidades más celebradas en estos relatos.
Sin embargo, usualmente, estas historias del Diluvio no comienzan con él: se retrotraen al más remoto pasado, cuando no había humanos, solo dioses. La Épica de Atrahasis no es la excepción y nos cuenta de esos tiempos cuando “los dioses, en lugar de los hombres, trabajaban”.
Es el momento previo a la creación de la humanidad. “El trabajo de los dioses era demasiado, el trabajo forzoso era pesado, la miseria, demasiada”. Por eso, recurrieron al rey de todos los dioses, el gran Anu, y a su consejero, el guerrero Enlil. Pero ellos no les dieron solución
Los dioses menores, por consiguiente, comenzaron a planear una rebelión contra sus superiores, y en particular, Enlil. “¡Ahora, proclamen la guerra! ¡Suscitemos la batalla, la guerra!”, gritaron los fatigados dioses, y rodearon durante la noche hasta la morada de Enlil.
El cabecilla de la rebelión, según la versión paleobabilónica, era un tal Awila, un dios menor cuyo destino, como veremos, sería irónico.
Enlil, desesperado, convoca a Anu y a Enki (también llamado Ea), dios caracterizado por sus ardides y astucia, para que detuviesen la rebelión celestial. No sin sorpresa, Enki se solidariza con los esforzados dioses y tiene la idea de crear algo que hiciera el trabajo por ellos.
¿Quién sería aquel ser que durante el resto de los dioses debería cargar con el peso de las labores para satisfacer a los dioses? Ningún otro que el hombre. Pero Enki necesita ayuda para emprender esta creación, y por eso pide ayuda a la diosa Mami, la diosa madre.
“¿Serás la diosa de los nacimientos, la creadora de la humanidad?”, le ruega Enki. “Crea un ser humano, que él cargue con el yugo, que cargue con el yugo, que el hombre asuma el trabajo pesado de los dioses”. Mami acepta, y comienza a moldear la arcilla para crear un cuerpo.
Pero era necesario un espíritu que poblase ese molde material. No sin ironía, el cabecilla de la rebelión, Awila, es sacrificado, y mezclan su sangre con el barro. De hecho, en acadio la palabra para “hombre” es awilum.
El primer hombre ha sido creado. Mami, para iniciar la reproducción de la humanidad, crea 7 fetos masculinos y 7 femeninos, que madurarán con el tiempo y comenzarían a poblar la tierra. Por fin, el alivio llega a los dioses, mientras sus siervos, los hombres, trabajan por ellos.
Pero esta creación resultó demasiado prolífica: “los países se volvieron numerosos, la gente se había multiplicado, la tierra bramaba como un toro”. La humanidad provocaba tanto ruido que Enlil se molestó: “estoy perdiendo el sueño por su alboroto”. Y comenzaron los problemas.
Enlil, por decisión propia y aparentemente olvidando todo lo que había pasado, decide aniquilar a la humanidad, y lo primero que piensa es en enviar una plaga. Por supuesto, hubo oposición entre los dioses, sobre todo de Mami, la madre de la humanidad, y del prudente Enki.
Y es aquí cuando aparece Atrahasis. Se nos dice que guardaba una relación muy estrecha con Enki: “¡podía hablar con su dioses y su dios podía hablar con él!”. No sorprende, pues, que ambos compartan el don de la inteligencia y de la astucia. Enki, queriendo salvar a la humanidad,
...recurre a él para advertirle sobre la plaga, y le ofrece una solución: debían organizarse grandes sacrificios de pan para el dios de las enfermedades Namtar. Atrahasis, que es un siervo obediente, así lo hace, y salva a la humanidad. Pero Enlil no se da por vencido.
Un segundo azote envía Enlil: una terrible sequía. La humanidad se encuentra al borde de la muerte, pero nuevamente Enki interviene y aconseja a Atrahasis. Siguiendo el consejo del dios, éste hace que se construya un templo a Adad, el dios de la lluvia, y que se le realizaran...
...ofrendas. La estrategia resulta: “la ofrenda de harina le agradó, se avergonzó por el regalo y retiró la mano: hizo caer neblina en la mañana, hizo llover sigilosamente rocío en la noche”. Una vez más, los planes de Enlil habían sido burlados.
Pero Enlil, que ya comenzaba a entender qué era lo que ocurría, obligó a Enki a detener su accionar, y lo puso bajo juramento de no hablar con Atrahasis. A continuación, Enlil envía el hambre sobre la tierra, y la humanidad peligra una vez más.
Atrahasis, que ya siente la ausencia de su protector divino, se angustia terriblemente ante una hambruna que ya iba durando más de tres años y comenzaba a matar a grandes poblaciones. Sin embargo, consigue comunicarse a través de un sueño (comunicación indirecta) con Enki...
...y logra comunicarle sus preocupaciones y le implora ayuda. Una laguna en el texto de las tablillas nos impide entender bien cuál fue el estratagema de Enki esta vez, pero parece que logró crear una lluvia de peces que terminó alimentando a la moribunda humanidad.
Viendo sus planes frustrados una vez más, Enlil se enfurece y hace comparecer a Enki frente a un tribunal de dioses y lo acusa de extralimitarse. Enlil logra obtener el apoyo de sus pares y juntos deciden que era momento, de una vez por todas, de acabar con la humanidad.
Y ya habían decidido su arma secreta: el Diluvio. Enki se desespera, y se niega a participar en el asunto: “El diluvio del que me están hablando, ¿quién lo causará? Yo no sé. ¿Voy a ser yo el que traiga el diluvio? La tarea es de Enlil.” Así, los dioses se disponen a actuar.
Enki no se da por vencido, y envía a Atrahasis un sueño de difícil interpretación. En un pasaje del texto sumamente oscuro, el dios le explica su significado susurrándole a través de una pared de cañas, lo que indicaría un oráculo, pero también asegura comunicación indirecta.
Lo que sí está claro es lo que sigue, y lo que todos conocemos: la orden de construir un arca donde Atrahasis se refugiase con su familia. Lo interesante aquí es que por más de saberse salvado (o por lo menos preparado para lo que se venía), Atrahasis se muestra sumamente...
...preocupado por el destino de la humanidad: “tenía el corazón destrozado, vomitaba bilis. No podía sentarse, no podía tomar su lugar”. Entonces, comienza la lluvia y la inundación. “Una persona no veía a la otra, no podían reconocerse, el diluvio bramaba como un toro”.
Incluso los dioses temen: “los dioses se asustaron del clamor del diluvio, se regugiaban en el cielo, se agazapaban afuera. Enki estaba fuera de sí porque se estaban llevando a sus hijos delante de sí. Mami, la gran señora, se mordía los labios en agonía.”
Es entonces cuando, ante la enorme e inesperada destrucción que se estaba generando, los dioses comienzan a dudar de que su decisión hubiese sido la correcta. Mami dice: “¿dónde se fue Anu, el principal tomador de decisiones [...] que irracionalmente causó el diluvio?”.
La escena que sigue es conmovedora, porque se ve a Mami, la diosa madre de la humanidad, llorando y gimiendo por el destino de sus hijos. Tan conmovedora es ella, que incluso contagia el llanto a los otros dioses.
El diluvio, finalmente, llega a su fin. Atrahasis ha sobrevivido, y lo primero que hace al bajarse de su barca es realizar sacrificios a los dioses. Esto es signo de la reconciliación duradera entre humanidad y seres divinos. Y es que al fin y al cabo, los dioses aprendieron que
...neceistaban a la humanidad, pues mientras duró el diluvio, no habían recibido alimentos ni bebidas (es decir, ofrendas). Por eso “se reunieron como moscas alrededor de las ofrendas” de Atrahasis. Y es en esa reunión cuando se decide que la humanidad debe seguir existiendo.
Sin embargo, quedaba un problema: si la humanidad volvía a reproducirse desmedidamente, el ruido provocado por ella sería, nuevamente, ensordecedor. ¿Cómo evitarlo?
Enki y Mami idean novedosas formas de controlar la natalidad humana: tabúes sexuales, enfermedades de infertilidad, muerte de niños y la prohibición a procrear de ciertas sacerdotisas enclaustradas. Todo eso frenaría el crecimiento poblacional y establecería un orden durable.
Esta última parte es, pues, un intento de justificar y de buscar el origen en la mitología de ciertas prácticas y males que realmente azotaban a la humanidad. Es una exploración proto-antropológica sobre la sociedad mesopotámica, y con ella termina el relato.
La Épica de Atrahasis es mucho más que la historia del diluvio, como se ha visto. Es la historia de la humanidad: desde su origen hasta el establecimiento de un ordenamiento universal equilibrado.
Para los mesopotámicos, el diluvio era un evento central para comprender el mundo que habitaban, y sobre todo, para entender su propia sociedad. Por eso, ocupó un lugar muy especial en el canon literario de estos pueblos y resultó un tema tan trascendente.
Bibliografía:📚
-Dalley, S: “Myths from Mesopotamia”
-Foster, B. R.: “Atrahasis”
-Lambert W.G y Milliard A.R.: “Atrahasis, the Babylonian story of the flood”
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