Mucho se discutió en estos días sobre los diferentes niveles de efectividad estatal ante la crisis del coronavirus. China sorprende por su efectividad. Algunos se apresuran a explicarlo diciendo “esto en una democracia no se puede hacer”. Va hilo.
lavanguardia.com/internacional/…
lavanguardia.com/internacional/…
Los contagios en China se redujeron. En pocos días construyeron hospitales, monitorearon la circulación de eventuales infectados con inteligencia artificial, colocaron ciudades enteras en cuarentena, etc. ¿Las democracias no pueden hacer eso?
A quien expresa admiración por los logros chinos se lo suele acusar de defender dictaduras, de patrocinar regímenes autoritarios. Aquí vale la distinción entre poder despótico y poder infraestructural ofrecida por Michael Mann. 
El primero es la mayor o menor capacidad de ejercer el poder sobre terceros sin restricciones rutinarias, sin la necesidad de someterse a procesos de negociación con la sociedad civil. Es un poder relativo sobre otras personas o grupos.
A mayor poder despótico del gobierno (o gobernante individual) menor el poder de resistirlo por parte de quienes se ejerce. Un auténtico déspota no tiene restricciones. Puede quitar la vida, encarcelar o torturar a voluntad. Un Estado despótico también.
El poder infraestructural es algo muy diferente. No se ejerce SOBRE otras personas sino CON otras personas. Es la capacidad logística para imponer decisiones, como dice @marmuniz07 , a través de la sociedad civil y no sobre ella.
Las capacidades del Estado para imponer la ley, controlar territorios, comunicar, educar, tributar, curar y prevenir enfermedades, consolidar unidades monetarias, etc., cuentan como poder infraestructural. Son capacidades de coordinar la acciones de otras personas.
Un gobernante puede ser un déspota consumado sin contar con poder infraestructural y viceversa.
Idi Amin podía asesinar incluso a sus más inmediatos colaboradores. Pero no podía disponía del monopolio de la fuerza en ‘su’ territorio, ni garantizaba condiciones sanitarias en ‘su’ población. Carecía de poder infraestructural. Aquí representado por Forest Whitaker
Quien resalta los logros del Estado chino, en general, no admira su poder despótico. Se fascina, en cambio, con su poder infraestructural. No son sus capacidades represivas, es su capacidad para imponer decisiones, resolver problemas, sacar a millones de personas de la pobreza.
La vigencia formal de una democracia tampoco puede interpretarse como la ausencia de cualquier forma de poder despótico o arbitrario. También hay policías de gatillo fácil en lugares donde las elecciones son abiertas y rige libertad de prensa.
En Brasil, por ejemplo, las elecciones son libres. Pero policías y militares rutinariamente torturan aplican penas de muerte sin mayores restricciones.
g1.globo.com/monitor-da-vio…
g1.globo.com/monitor-da-vio…
¿Debemos concluir que los carabineros chilenos andan con los libros de Zaffaroni debajo del brazo?
Antes de que los microcéfalos del otro lado de la grieta se anticipen, una para ellos: ¿acaso algún déficit de capacidades represivas de Maduro explican el desastre venezolano?
En América Latina poder despótico sobre. Tampoco faltaron dictaduras en nuestra historia. Lo que nos falta es poder infraestructural.
EEUU es un caso aparte. Tiene de los dos. Es uno de los países líderes en el ranking mundial en % de presos sobre el total de la población.
nytimes.com/2019/04/25/us/…
nytimes.com/2019/04/25/us/…
Cuenta con más de 800 bases militares en todo el planeta. Tiene la potestad de encarcelar y asesinar a cualquier ciudadano del mundo sin mayores limitaciones. Lo hemos naturalizado. Pero tiene indicadores de salud y seguridad equivalente a países del tercer mundo.
La dificultad para distinguir las diferentes dimensiones del poder es también la principal limitación para entender a Putin… Quien lo tiene en alta estima en general lo que admira no es el peso de la Iglesia ortodoxa en el Estado ruso ni el trato otorgado a LGBTs.
Lo que admiran es el poder infraestructural ruso, heredado de la URSS, para actuar con prescindencia de (o incluso desafiando) las injerencias estadounidenses.
Lo que cuenta no es el tipo de régimen. ¿Vivimos en democracia? Ok, pero tenemos que soportar que la CIA y el MOSAD designen algunos de nuestros jueces y manejen a nuestros servicios de inteligencia.
En efecto, Alfonsin estaba equivocado. Con la democracia no se come, no se cura, ni se educa. Con la dictadura tampoco.
