Por si alguien ignora los pormenores, esbozos y quebraderos de cabeza entre Marx y Engels (y entre estos dos y muchas más figuras) que dieron lugar a la gran obra de Marx, El Capital, haré una breve cronología basándome en la obra “Cartas sobre El Capital. Marx/Engels”. 
Es una preciosa muestra de cómo se forja la teoría revolucionaria, en lucha permanente contra todas las ideas burguesas, contra sí misma, en conexión directa con los problemas básicos de la sociedad de clases de la época y la irrupción histórica del proletariado.
1845. Marx está en París. Antes de ser expulsado por orden del embajador prusiano (Vorwärts, el diario comunista, ejercía ya una gran influencia en Alemania entre ciertos sectores de vanguardia), Engels le pega el primer toque: “Disponte a terminar tu libro de economía política”.
Con “libro de economía política”, Engels se refiere a los “Manuscritos de 1844”, que no se han conservado en su totalidad. En agosto de 1846, Marx le dice al editor Leske que cuenta con el concurso de varios capitalistas alemanes para editar sus escritos, y los de Engels y Hess.
Una década después, Marx confiesa a Engels que está cargándose “de un trabajo gigantesco”, que consume su salud y energía. Un trabajo de “dos tipos: 1. Elaboración de los rasgos fundamentales de la 'Economía política'”, que define como una “pesadilla”, y “2. La actual crisis”.
En 1858, Marx le escribe al socialnacionalista Lassalle para detallarle el plan de preparación de su gran obra de crítica de la economía política:
Plan que no se aplicará: los tres últimos puntos apenas serán tratados, y el esbozo anunciado ni siquiera será publicado en vida de Engels; será editado por Kautsky bajo el título "Teorías sobre la plusvalía", pero no será presentado como continuación de los tres primeros libros.
En el intercambio epistolar que mantienen los dos grandes camaradas, Engels, vital en la preparación y edición final de El Capital, realiza una primera apreciación crítica y se sincera ante Marx (fecha de abril de 1858):
El 31 de enero de 1860, consta otra nueva reprimenda —siempre con cariño— de Engels a Marx: no seas tan perfeccionista, tan escrupuloso, tan obsesivo. A Marx le entrará por un oído y le saldrá por el otro.
Enero de 1863. Esta es quizá una de las primeras muestras de lo fundamental que fue Engels en la preparación de El Capital. Marx le pide a este que le ayude a comprender los antecedentes del proceso de maquinización, de la transformación de la manufactura en la fábrica moderna.
En 1864, Marx anuncia al obrero Klings que espera terminar El Capital "en unos cuantos meses" (!) y "asestar, en el plano teórico, a la burguesía un golpe del que nunca se repondrá (...) Consérvese bien y esté seguro que la clase obrera encontrará siempre en mí un fiel campeón”.
El 7 de julio de 1866, Marx reconoce su deuda de gratitud con Engels, haciéndole saber:
“¡No puedes imaginarte lo que me alegraría que tu nombre figurase en mi obra fundamental (lo que he hecho hasta ahora no son más que pequeñeces) como colaborador y no sólo en las citas!”.
“¡No puedes imaginarte lo que me alegraría que tu nombre figurase en mi obra fundamental (lo que he hecho hasta ahora no son más que pequeñeces) como colaborador y no sólo en las citas!”.
En agosto del mismo año, Marx envía una carta al médico Kugelmann para comunicarle que no podrá asistir al Congreso de Ginebra de la AIT (embrión de Partido Comunista Mundial). ¿El motivo? ¡Es más importante para la causa de la revolución proletaria terminar El Capital...!
Como curiosidad, las cartas que se intercambiaron Engels y Marx, la mayor parte escritas en alemán (pero también en francés o inglés), están plagadas de palabras en muchos idiomas. ¡Vaya unos pedantes que estaban hechos los dos barbudos...!
El 13 de octubre de 1866, Marx le precisa a Kugelmann el índice final de la obra. Aunque con cambios parciales en la distribución, este plan de preparación de El Capital será el definitivo, el que hoy conocemos. El libro IV, subdividido a su vez en tres tomos, se suele separar.
Para abril de 1867, Engels le escribe a Marx seguramente la carta más cruda de todas, refiriéndose a El Capital como "esa pesadilla", responsable del deterioro de la salud de Marx:
En la misma época, Marx se dirige al industrial Meyer para asegurarle que ha sacrificado su propia vida para poder escribir El Capital, y que habría sido "no práctico" de no haber contribuido así a la revolución mundial con su magna obra.
En mayo de 1867, el de Tréveris le hace saber a su camarada (y al mundo entero, en realidad, pues hoy podemos leerlo) que sin Engels no podría haber terminado El Capital.
Engels sigue con su labor de crítica de la obra de Marx. El 16 de junio de 1867 le recomienda a Marx que "hegelianice" la estructura y la exposición de El Capital, temiendo que "el populus, incluso el instruido" no vaya a comprender bien la obra.
En un momento de fragor de la lucha de clases y de implicación de ambos revolucionarios en el desarrollo de la AIT, Engels le previene a Marx sobre una falla básica del libro I de El Capital que los críticos burgueses le van a señalar con seguridad (carta de 26 de junio de 1867):
Marx hará caso a Engels respecto a la petición de este de "hegelianizar" El Capital:
“Para que veas con qué exactitud he seguido tu consejo en la manera de tratar el apéndice, vuelvo a copiarte la distribución, párrafos, títulos, etc… de ese apéndice” (27 de junio de 1867).
“Para que veas con qué exactitud he seguido tu consejo en la manera de tratar el apéndice, vuelvo a copiarte la distribución, párrafos, títulos, etc… de ese apéndice” (27 de junio de 1867).
También aceptará la otra enmienda de Engels, en una carta fechada el 13 de septiembre de 1867 (las mayúsculas son de la edición de Laia):
“Tu proyecto de enfocar el libro DESDE EL PUNTO DE VISTA BURGUÉS es la MEJOR ESTRATEGIA DE GUERRA QUE PUEDE DARSE”.
“Tu proyecto de enfocar el libro DESDE EL PUNTO DE VISTA BURGUÉS es la MEJOR ESTRATEGIA DE GUERRA QUE PUEDE DARSE”.
Sobre el problema de la censura ("riesgo de confiscación y prohibición de la obra"), Marx dice: "comprendes que no es lo mismo prohibir un panfleto electoral que un libro de 50 pliegos (800 páginas) con un aparato tan erudito y hasta con citas en griego”.
Ya en enero de 1868, Marx sigue solicitando ayuda teórica a Engels. Ahora, para preparar el libro III de El Capital, le pide que interceda con Schorlemmer para que le diga "cuál es el mejor y más reciente libro (en alemán) sobre la química agrícola", y, además...
Sobre la relación entre teoría y práctica, Marx afirma: "[l]a lástima es que lo que es interesante en la práctica y lo que se necesita para la teoría no coincidan del todo en economía política, además de que no se encuentra, como en otras ciencias, la documentación requerida”.
En una epístola al demócrata alemán Schott (3 de noviembre de 1877), Marx, para que se vea la importancia de la concepción materialista de la historia en su cosmovisión, reconoce que comenzó El Capital en orden inverso a como se publicaría, por "la parte histórica".
Las últimas dos cartas de Marx interesantes a este respecto antes de su fallecimiento son las que escribe a Danielson (noviembre de 1878) y a Zasúlich (8 de marzo de 1881), ya comentadas aquí, cuando Marx ya se ha "rusificado" definitivamente:
Una vez muerto Marx, su camarada se embarca en un trabajo arduo de edición de los dos libros restantes de El Capital. Respecto al libro II, Engels le hace saber a Kautsky que dicho libro levantará ampollas entre los socialistas vulgares (septiembre de 1883):
Al preparar el libro III, Engels se cartea de nuevo con Danielson (23 de abril de 1885), calificando dicho libro como "lo más asombroso" que ha leído, destacando el hecho de que condensa los problemas más complejos de la forma más sencilla posible:
En una nueva misiva al comunista Sorge (de 3 de junio de 1885), Engels vuelve a incidir en el carácter elevado del libro II, ajeno a eslóganes facilones, y se compromete a tener como principal —casi exclusiva— actividad práctica ultimar tamaña obra teórica cumbre de Marx.
Última carta. Con fecha de 13 de noviembre de 1885, Engels se comunica con Danielson para recalcar nuevamente que las exposiciones del libro II no están pensadas para "el lector vulgar". Sería de una gran torpeza no extraer valiosísimas lecciones de esta correspondencia. ¡Salud!
