1/ Ciertos sectores del independentismo están utilizando este gráfico para estigmatizar a la clase trabajadora.
2/ La miopía ideológica les impide ver que la educación solo refleja la división de clase que subyace al procés.
3/ Para una amplia mayoría obrera, aliarse con parte de la mesocracia post-pujolista resulta inconcebible. Lógico, nunca les ha beneficiado.
4/ En muchos barrios obreros, luchar por sacar placas commemorativas a Pujol y CiU es casi un deporte local de las asociaciones de vecinos.
5/ Por supuesto, la división de clase se solapa además con diferencias culturales. La Catalunya metropolitana es territorio hiper-mestizo.
6/ Como les sucede a muchos espacios migrantes, las parejas plurinacionales están al orden del día, así como los lazos con resto del mundo.
7/ Por eso, históricamente el cinturón rojo catalán había sido de los lugares más reacios a las banderas. Pero eso está cambiando.
8/ Así como el independentismo catalán de masas es un fenómeno nuevo, también lo es el nuevo españolismo.
9/ La clase trabajadora, así como la derecha, ha entendido desde hace tiempo que estamos en un marco plebiscitario. La izquierda no.
10/ No se trata de que el "eje nacional" haya sustituido al "eje social", sino que el segundo se expresa a través del primero.
11/ Eso obliga a la izquierda a abandonar la hipótesis interclasista: las clases medias ya son, mayoritariamente, independentistas.
12/ Si no pueden votar a la CUP o a ERC, esas clases medias optarán por PDCat antes que por la izquierda.
13/ Descartada la alianza interclasista, esa izquierda debe hacer lo que se espera de ella: organizar y representar a quienes más sufren.
14/ Esa izquierda no es la aliada de los "ultras y los fachas", como dicen algunos indepes. Al contrario, es la única que puede frenarlos.
