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En está primera parte de la transición, que apenas comienza, es natural ver el trigo mezclado a la cizaña: corruptos, colaboracionistas, oportunistas, exchavistas criminales, fichas políticas de traficantes y mafiosos confundidos en lo mejor de nuestras expectativas...
Esto pintaría un muy sombrío destino sino fuera por el hecho inexorable de que la reconstrucción de Venezuela implica de suyo una refundación total de la República, no solo de sus instituciones sino de sus prácticas sociales, su modelo económico, su "contrato social".
Las fuerzas globales que lideran esta transición apuntan a evitar el nefasto modelo nicaragüense (disfrazado de chileno) al que apostaban las fuerzas políticas cohabitares con el régimen. Para mal, Venezuela se nos fue de las manos a los venezolanos.
Pero para bien, los ciudadanos comunes tenemos por fin la posibilidad de salir no solo de 20 años de socialismo chavista sino del modelo anterior que lo engendró, la sociedad de cómplices asociada al rentismo y al clientelismo, populista o "empresarial".
Estamos ante un destino nuevo, inédito. Pero atención: si a corto y mediano plazo esto depende de fuerzas globales, a largo plazo la posibilidad de un país libre, próspero y justo dependerá de lo que hayamos aprendido de esta horrible ordalía. Amnistía o no, nunca olvidemos.
