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Es muy difícil no sentirse abrumado por la diferencia de discurso entre Cuixart y el fiscal en el juicio del procés.
Uno habla de política y derechos fundamentales, el otro de tuits y anécdotas más o menos insustanciales.
En un juicio en el Tribunal Supremo.
Uno habla de política y derechos fundamentales, el otro de tuits y anécdotas más o menos insustanciales.
En un juicio en el Tribunal Supremo.
Ahora andan con unos bocadillos que una mosso compró a la comitiva judicial que registraba la consellería.
El fiscal pregunta cosas a Cuixart como si piensa que la gente estaba alborotada o si pasó poco para lo que podía haber pasado.
Una forma particular de demostrar violencia.
El fiscal pregunta cosas a Cuixart como si piensa que la gente estaba alborotada o si pasó poco para lo que podía haber pasado.
Una forma particular de demostrar violencia.
Ha habido un momento especialmente doloroso cuando el fiscal ha deducido por un tuit de Cuixart donde llamaba a la NO violencia que eso significaba que esperaba violencia.
Cuixart ha estado inteligente al traer a escena los desahucios de Argumosa del pasado viernes y la forma en que los activistas antidesahucios intentan impedirlos, para compararlo con la actitud de los manifestantes independentistas.
La sensación, desde alguien sin mayores conocimientos de derecho, es que el delito de rebelión se queda amplísimo y el fiscal se está viendo sobrepasado, incapaz de probar que los hechos del día 20 fueron violentos.
Los señores jueces verán dónde van a quedar si aprueban esto.
Los señores jueces verán dónde van a quedar si aprueban esto.
