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Aunque existen diferentes versiones y discusiones sobre el origen etimológico de Hispania, la de más recorrido está vinculada a los conejos. Una especie endémica y original de la península que no pasa sus mejores momentos. Esta es la historia de su declive....
Hay quien cree que Hispania, España, tiene raíz fenicia. Los fenicios bautizaron las costas levantinas como ‘i-shepanim’, que se traduciría como “costa” o “isla de los conejos”. Luego llegaron los romanos y latinizaron ese mismo nombre, transformándose en Hispania.
Lo paradójico de toda esta historia es que los fenicios no conocían los conejos. Estos animales no existían en sus tierras de origen, de manera que no podían tener una palabra para designar algo que desconocían.
En realidad, los fenicios llamaron a la península ibñerica: “costa de los damanes”. Y qué es un damán, te estarás preguntando. Pues vamos a ello.
Un damán es un pequeño ungulado africano y de la península arábiga. Un animal que vive en grupos y en cuevas entre las rocas. Es posible que la confusión se debiera a este comportamiento similar con el de los conejos.
Aunque zoológicamente sean animales muy diferentes. De hecho, el damán tiene como “primos” taxonómicos al elefante en África y a los manatíes en América… no está para nada emparentado con los conejos.
Pero más allá de la confusión de especie, su apreciación de la abundancia era correcta. Los historiadores dan constancia de la abundancia de conejos en la península, los romanos dejaron constancia de ellos mientras gobernaron la península.
El poeta romano Catulo en unos versos se refería a Hispania como “cuniculosae Celtiberiae”, algo así como “Celtiberia conejera o conejosa”. Se presupone que hacía alusión a la gran cantidad de conejos que habitan sus tierras.
Al margen de si los conejos dieron o no nombre a España, lo que sí que es indudable es que el conejo es una especie totalmente ibérica.
El emperador Augusto, a petición de Plinio, ordenó la liberación de hurones en las Islas Baleares para combatir la plaga de conejos que afectaba sus huertos. La misma petición se hizo para proteger las murallas de Tarraco al peligrar la estructura por las conejeras.
También fue en Hispania donde se llevaron a cabo los primeros intentos de domesticación durante la romanización de la península, y desde donde la especie fue introducida en gran parte de Europa y otras regiones del mundo.
La especie domesticada ha llegado a todos los rincones del mundo. De hecho, a ‘Oryctolagus cuniculus’ al que llamamos “conejo europeo”, en realidad debería denominársele “conejo ibérico”. Fue ahí donde tuvo su origen durante el Pleistocene Medio hace más de 2.000.000 años.
Ha sido una especie tan abundante en los ecosistemas ibéricos, que se la considera una “especie clave” de la fauna ibérica. Gran parte del ecosistema terrestre se sustenta alrededor del conejo.
Pero para que tomásemos conciencia de su importancia ecológica primero tuvo que llegar el gran desastre. La especie tuvo que sufrir un gran declive y dejar a sus poblaciones agonizando durante largo tiempo. Entonces vimos al resto del ecosistema colapsar.
Su papel de “especie clave” se comprende cuando se observa que se han documentado a más de 40 especies que consumen frecuentemente u ocasionalmente conejos como parte de su dieta.
Entre ellos, el lince ibérico ‘Lynx pardinus’, que sigue constando entre los felinos más amenazados del mundo, y el águila imperial ‘Aquila adalberti’, también fuertemente amenazada. Ambas especies son depredadores especialistas en conejos.
Si cae la población de conejos, el lince y el águila imperial caen con ellas. Cualquier programa de recuperación de estas especies debe contar con una recuperación previa del conejo en la zona. Sin conejos no hay depredador que viva.
Pero más allá de ser el alimento de otras especies, el conejo es un “ingeniero de los ecosistemas”. Cava madrigueras, modifica y estructura los pastos y las zonas de matorral. Regenera los suelos y sus ecosistemas.
Con su actividad sustenta a gran diversidad de escarabajos y otros insectos que enriquecen los suelos y ayudan a regenerarlos. Contribuye así además a dispersar no pocas semillas.
Se le considera que contribuye a la dispersión de 72 especies de plantas. Súmale a eso la dispersión de esporas de hongos y setas. El conejo, es el gran arquitecto de nuestros paisajes mediterráneos.
El conejo consiguió mantenerse abundante incluso durante los tiempos modernos, cuando el hábitat se fragmentó con un urbanismo cada vez más agresivo. Superó ese inconveniente hasta que llegó el gran desastre a mitad del siglo pasado.
El desastre tiene un nombre precioso “MIXOMATOSIS”. Es el nombre de una enfermedad vírica. El causante, un virus (mixomavirus, Poxviridae) que se transmite tanto por contacto directo entre animales como por mosquitos y pulgas.
Fue un verdadero apocalipsis zombi para los conejos. Lo más increíble es el origen de la apocalipsis. Descubramos su origen.
Para ello hay que viajar en el tiempo y el espacio. Nos vamos a Montevideo, Uruguay, 1986. Allí trabajaba el bacteriólogo Giuseppe Sanarelli en el Instituto de Higiene de Montevideo.
Fue él, el primero en publicar en una revista alemana el trabajo: “Das Myxomatogene Virus”. Había observado un patógeno de mortalidad insólita en los conejos europeos. Al causante lo llamo: ‘Myxomatosis cuniculi’.
Años más tarde, en 1911, unos trabajadores del Instituto Oswaldo Cruz en Rio de Janeiro (Brasil), clasificaron al agente de la enfermedad, descrita por Sanarelli, como un virus.
Demostraron que el virus podía transmitirse por la picada mecánica de un insecto. Al acabar la Primera Guerra Mundial, en los años 1920, ya se tenía registros de mixomatosis en Uruguay, Argentina y Brasil.
Fue entonces, cuando el brasileño Henrique de Beaurepaire Aragão descubrió que el repertorio natural del virus era el tapetí o conejo de páramo brasileño ’Sylvilagus brasiliensis’.
El conejo de páramo brasileño es una especie local perfectamente resistente al virus. Estaba infectado, pero contenía al virus en nódulos que se formaban en su piel.
El conejo europeo y el doméstico, que se originó del conejo europeo, en cambio carecía de estas defensas y moría al ser infectado por el virus. Caía muerto tras un periodo de incubación de poco más de 5-6 días.
¿Cómo llegó el virus desde Brasil a España? Ahora voy a ello, pero antes tendremos que dar una vuelta grande al globo terrestre. Nos vamos más lejos aún, hasta Australia.
En España he dicho que la especie es una especie clave, totalmente necesaria, ¿no? Pues bien, en Australia es considerada una de las peores especies invasoras y plagas que existen sobre la fez de la Tierra.
En 1806, algún británico tuvo la idea de introducir en su nuevo continente conejos silvestres europeos, para sentirse como en casa. Abrir la puerta y contemplar la campiña inglesa con sus conejos.
Esa introducción ya causó desperfectos en la flora local, pero eso no evitó que en 1859 se introdujeran 24 conejos en un parque de Victoria.
Sólo unas décadas después, los descendientes de esos 24 conejos se habían expandido y ocupado la mitad del continente australiano. Lo de reproducirse como conejos, no el bulo, es así.
La dimensión de la plaga era tan grande que entre 1901 y 1907 el gobierno construyo una valla. Su idea emular a la muralla china para detener al invasor… o el más triste y famoso muro de Trump.
Levantaron una valla que cruzaba Australia de norte a sur. Obviamente la valla “a prueba de conejos” fue un rotundo fracaso y el conejo acabó invadiendo todo el continente. Se gastaron millones para algo que no sirvió para nada. ¿Harán lo mismo otros?
Así de esperada estaba la administración australiana cuando les llegó una propuesta desde Brasil. El propio Henrique de Beaurepaire Aragão les escribió en 1919 para proponerles usar el virus como control biológico.
Estuvieron dando vueltas a la idea de introducir el virus en el continente. Quizá el virus, si era tan mortal como decían, podía acabar con su problema con los conejos. Finalmente, dejaron la idea de banda.
Pero el problema seguía ahí, estaba adquiriendo proporciones gigantescas, tanto que crearon la “Comisión Especial para la Amenaza del Conejo” (Special Rabbit Menaje Commissioner). Pero ya no estaban solos.
En Inglaterra, los granjeros también se quejaban de los conejos y existían soluciones. En 1930s iniciaron experimentos con el virus de la mixomatosis. En 1936 liberaron conejos infectados en la isla de Skokholm para ver que pasaba…
…nada, los resultados fueron muy pobre. Liberaros más conejos enfermos. Otra vez nada. En Dinamarca repitieron los experimentos y otra vez igual: nada. La mortalidad era muy baja. El virus no funcionaba como control biológico.
Luego llegó la Segunda Guerra Mundial y la abundancia de conejos dejó de ser un problema para todo el mundo. Pero en Australia, que quedaba lejos del conflicto, seguía con su guerra contra el conejo. Sus poblaciones cada vez eran más grandes.
El fantasma de introducir el virus sudamericano estaba siempre presente. Comprobaron que no afectaba a los cerdos. Tampoco a las ovejas, los perros, los gatos, murciélagos… querían asegurarse de que no iban a crear un desastre mayor del que ya tenían con los conejos.
Y al final se decidieron. En una zona controlada de estudio introdujeron conejos infectados. Como en Inglaterra y Noruega, la mortalidad fue muy baja. Parecía que realmente la cosa no funcionaba.
Hasta que llegada la Navidad de 1950 la infección se escapó del perímetro de estudio. La zona de Murray-Darling se llenó en los meses siguientes de millones de conejos muertos por todas partes.
Los expertos estimaron que en algunas zonas, la mortalidad alcanzaba el 99,5%, es decir, no quedaba un solo conejo vivo. En meses, entre un 25 y 50% de la población australiana había sido aniquilada.
“Quizá unos 300 o 400 millones de conejos han muerto” aseguraron los investigadores. No hubo valoración moral, pero si cabreo social cuando se encontraron con los campos llenos de conejos en descomposición. Empezaron a temer por su salud higiénica.
Lo sucedido en Australia saltó a la prensa europea. El Instituto Pasteur de Francia, contactó con Australia para saber que cepa habían usado. Les informaron de todo: de la cepa, de como preparar las inoculaciones, etc… el desastre se estaba cociendo.
Y también la controversia. El sur de Francia entra dentro del área natural de distribución del conejo, pero es que además, el conejo estaba socialmente muy vinculado al paisaje y la cultura francesa. Así que rechazaron hacer uso del virus.
Al menos, oficialmente. El doctor Paul Armand Delille, un bacteriólogo retirado de más de 70 años de edad, quería disfrutar de su casa de campo a las afuera de París.
Pero había algo que le impedía disfrutar su retiro: los malvados conejos. Así que ni corto ni perezoso, contactó con un colega bacteriólogo suizo para que le mandase una muestra de la cepa del virus.
Y fue así, como en 1952 un doctor jubilado, poco amigo de los conejos, introdujo la enfermedad en Europa que sigue arrasando con la población de conejos silvestres hasta el día de hoy.
Al mes aparecieron conejos muertos a 45 km de su finca. En Bélgica y Holanda, empezaron a aparecer cientos de miles de cadáveres de conejos.
Al doctor, obviamente, no le pasó nada. Fue denunciado por algunos cazadores por sus pérdidas en caza de conejos, y tras 2 juicios tuvo que abonar 5000 francos, es decir unos 6 euros.
Para otros, granjeros, agentes forestales y horticultores, se convirtió en un héroe. Un benefactor al que en 1956 le concedieron una medalla en reconocimiento por sus servicios. Un gracias por aniquilar al conejo silvestres.
Años antes, en 1953, la enfermedad alcanzó España. Su mortalidad en la península fue tanta que diversos autores se perdió el 90% de sus poblaciones. En pocos años el conejo, como especie, estaba agonizando.
Para cuando unas décadas más tarde las poblaciones parecían recuperarse, en los 1980s hizo irrupción otra epidemia vírica diferente: la enfermedad hemorrágica (EHV). Eso mató al 50-80% que había sobrevivido a la mixomitosis.
En 2011-2012 una nueva cepa de (EHV) volvió a arremeter con los conejos ibéricos. Por eso el conejo sigue en una situación de incertidumbre absoluta sobre su evolución a medio-largo plazo.
Ayer, en Science un estudio revelaba como diferentes poblaciones australianas y europeas habían desarrollado resistencia al virus de la mixomitosis de manera independiente.

science.sciencemag.org/content/363/64…
Un ejemplo más de adaptación en paralelo y sus mecanismos genéticos. A la espera de que ningún nuevo desastre mediado por el hombre, afecte a los conejos ibéricos, de momento está catalogada en España como “Vulnerable”.
En Portugal la han catalogado como “Casi Amenazada”, la misma categoría que le otorga la UICN a nivel mundial, considerando que sus poblaciones están en declive.

iucnredlist.org/species/41291/…
Muchísimas gracias por llegar hasta el fondo de la madriguera
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