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Imaginaos una nave industrial enorme, del tamaño de varios campos de fútbol y completamente a oscuras. Un grupo de personas se encuentran en su interior buscando una salida. #hilo.
Un grupo de personas decide que cerca de la salida debe sentirse el aire del exterior. Así que deciden explorar la nave, en la oscuridad, intentando sentir alguna pequeña brisa.
Otro grupo especula que quizás la salida dejará entrar un pequeño halo de luz del exterior, por lo que deciden buscar con la mirada.
Y así distintos grupos elaboran diferentes teorías sobre cómo encontrar la salida. Pero estos grupos se mantienen informados unos a otros sobre qué zonas van explorando. Para ello mantienen a algunas personas que marcan los lugares más lejanos alcanzados.
Por fin, uno de los grupos consigue encontrar la salida. Lo hace utilizando alguna idea propia y evitando repetir la búsqueda en áreas ya exploradas por otros grupos que, en principio, fracasaron.
El éxito de la salida no es solo de la persona que encuentra la puerta a oscuras, ni de su grupo. Es un esfuerzo colectivo de todos los que aportaron ideas para poder escapar (aunque no resultaron efectivas) y descartaron zonas en las que no había salida posible.
Algo así ocurre en el desarrollo científico. Las ideas para resolver un problema que acaban siendo descartadas son importantes porque marcan un camino que no hay que seguir. Aunque al final el mérito se lo lleve quien consigue abrir la puerta.
